Presentación (entrada cero)

En un libro de Rousseau titulado “Cándido o el optimismo” existe un personaje llamado Pangloss. Este personaje, inspirado en algunos de los preceptos de Leibniz, defendía a viva voz, y pese a las incontables adversidades que atravesaron, que “estamos en el mejor de los mundos posibles”. Lo que sostenía ese dicho es que de todas las cosas que podrían ocurrir, las que realmente ocurren lo hacen porque son la mejor posibilidad de todas. En caso contrario, no ocurrirían.

Nosotrxs defendemos que este no es el mejor de los mundos posibles. Tampoco es el peor. El peor, o uno de los peores, el que se nos está avecinando con bofetadas constantes de descontento, miseria y crisis. Es el mismo al que nosotrxs, con nuestra pasividad, nos estamos dirigiendo con una velocidad abismal, y que aún no podemos reconocer. Vamos en caída libre a kilómetros de velocidad, y con los ojos cerrados. No nos interesa caer en consignas moralistas de “tener conciencia”, “abrir los ojos”, como si fuésemos iluminadxs. Sólo somos seres que estamos en el agotamiento y la fatiga mental máxima por sentir el peso de la realidad, y por entender los cimientos que la sostienen. Cuando sabes eso, y sabes que colectivamente se podrían armar salidas, ¿Cómo no desesperarse de que aquello no ocurra, si se supone que este es el mejor de los mundos?

Necesitamos, entonces, otro mundo que trascienda la actual catástrofe. Un desvío que responda a esta deriva que ya se ha asumido como la única forma de vida a la que podemos atenernos para (sobre)vivir. Nuestra tarea no es tanto la heroica aventura de colocarle freno al colapso, sino más bien la mucho más humilde e inmediata provocación. Con esta nos referimos a incitar nuevas lecturas que desechen las falsas dicotomías, las creencias eternas y su fetichismo, sin más, al desprendimiento del peso muerto que hemos arrastrado en dos siglos de derrotas. La provocación es nuestra más confiable arma, con la que atentamos con violencia divina la cotidianidad del régimen de valoración capitalista.

«[…] si construir el futuro y asentar todo definitivamente no es nuestro asunto, es más claro aún lo que, al presente, debemos llevar a cabo: me refiero a la crítica despiadada de todo lo existente, despiadada tanto en el sentido de no temer los resultados a los que conduzca como en el de no temerle al conflicto con aquellos que detentan el poder». Carta a Arnold Ruge, K. Marx, 1843.

Autor: colapsoydesvio

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