Sobre el autor: Franco Nehuen López, 30 años, Buenos Aires, Argentina. Licenciado en Psicología (UBA), estudiante de la Licenciatura en Filosofía (UBA). Trabajo como residente en un hospital público del conurbano bonaerense. Instagram: @lokes.123.
Leer más: Magia y locura – Franco Nehuen López.- ¿Qué es la magia? La magia es una causalidad distinta. Es suponer que, además de las relaciones causales que conocemos, hay otra relación causal. (Borges, 1980, p. 25)
Según parece, Borges clasifica la noción de causalidad según dos categorías: la mágica y la natural. Y define al procedimiento mágico como determinado por una causalidad, lo cual —aunque distinta— lo ubica al mismo nivel que el natural, ya que ambos compartirían una misma condición: la sujeción a una heteronomía irreductible; la única diferencia siendo de un orden cualitativo respecto al género de esta determinante. Es decir que Borges trata al proceso mágico no como un plano desregulado y caótico, sino caracterizado por una causalidad distinta, una causalidad otra respecto de la que conocemos que se superpone a la anterior.
- Procuro resumir lo anterior. He distinguido dos procesos causales: el natural, que es el resultado incesante de incontrolables e infinitas operaciones; el mágico, donde profetizan los pormenores, lúcido y limitado. En la novela, pienso que la única posible honradez está con el segundo. Quede el primero para la simulación psicológica. (Borges, 1932, p. 7)
Así, el denominado proceso causal natural queda ubicado en la columna de la complejidad y la multiplicidad. Mientras que lo mágico es caracterizado como “limitado”. Es que en la tradición literaria el mundo mágico-fantástico no es el reino de la sinrazón ni mucho menos. Las mitologías imaginarias se rigen por una serie de reglas que, no obstante distintas de las naturales, no dejan de constituir a su vez un mundo cerrado donde no todo es posible y ciertos elementos hacen necesariamente de límite a las fuerzas extrañas, como condición de imposibilidad de una causalidad omnipotente.
- Borges, 1975
El porvenir es tan irrevocable
como el rígido ayer. No hay una cosa
que no sea una letra silenciosa
de la eterna escritura indescifrable
cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja
de su casa ya ha vuelto. Nuestra vida
es la senda futura y recorrida.
El rigor ha tejido la madeja.
- La locura no es una pérdida abstracta de la razón, ni por el lado de la inteligencia ni por el de la voluntad y la responsabilidad de ésta, sino que es sólo locura, sólo contradicción en la razón todavía presente…[1]. (Hegel, 1830, p. 463)
Del mismo modo, la locura tampoco es el espacio subjetivo de la sinrazón ni el campo indeterminado de la contingencia absoluta, sino sólo contradicción en la razón todavía presente, es decir, la insistencia de una razón alternativa que se impone como una fuerza vital obstinada y tenaz.
Continúa el filósofo alemán:
2.2 Este tratamiento humano […], supone que el enfermo es racional y tiene ahí el asidero firme por el cual el tratamiento prende en el enfermo, del mismo modo que en lo corporal el asidero es la vitalidad que en cuanto tal contiene salud todavía. (Hegel, 1830, p. 463)
Si bien Hegel no era ningún clínico[2], existe una tradición en la historia de la psicopatología que precede y recupera esta noción, considerando que la pérdida nunca es total y, en consecuencia, siempre subsistirá un grano de razón inalienable cohabitando con la locura.
- Siempre hay algo de demencia en el amor. Pero siempre hay también algo de razón en la demencia. (Nietzsche, 1883, p. 24)
Cuando ambos bandos coinciden en un punto, algo de verdad debe de haber entre medio.
- Desde aquel momento, pues, se vio siempre como autor de una sola acción. Demencia llamo yo a eso: la excepción se invirtió, convirtiéndose para él en la esencia. (Nietzsche, 1883, p. 22)
Entonces, es posible pensar la experiencia vivida de la locura como parasitada por una racionalidad suplementaria, y circunscribiendo la órbita lunar de una causalidad foránea a la que rige a su supuesto antónimo oposicional. Por lo tanto, una vez más, la locura no es el territorio de la sinrazón y el contrasentido. Más bien sucede lo contrario: esta se encuentra mucho más determinada y alienada a un rigor tiránico que la cordura. Y es precisamente este inflexible laberinto de cadenas lo que más hace padecer al lunático: la incapacidad de hacer algo distinto con la repetición a la que lo condena el ser autor de una sola acción, la imposibilidad de concebir que el perro no sea perro y nada más.
2.5 Pero como la capacidad lógica del hombre es infinita, siempre es posible resolver problemas imposibles: hay gente que lo hace. Son los enfermos mentales. En este sentido la enfermedad mental es absolutamente lo contrario a lo que una literatura envejecida, burguesa, nos ha querido hacer entender. Es exactamente lo opuesto a la incoherencia. Es más bien la puesta en práctica de la máxima existencia de lógica y razón. (Masotta, 1968, p. 227).
El dominio ilógico de la Reina de Corazones corresponde más bien a la función de la llamada cordura y la causalidad natural: el resultado incesante de incontrolables e infinitas operaciones, la libertad y la angustia de poder jugar con inagotables posibilidades… y que esa libertad es lo que más cuesta tolerar. Quede entonces este procedimiento reservado para la simulación psicológica.
- Borges, 1960
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
3.1 Se olvida, que lo propio del comportamiento humano, es el discurrir dialéctico de las acciones, los deseos y los valores, que hace no sólo que cambien a cada momento, sino de modo continuo, llegando a pasar a valores estrictamente opuestos en función de un giro en el diálogo. (Lacan, 1954, p. 38)
Por el lado contrario, lo propio del comportamiento humano asociado a la causalidad natural es habitar cotidianamente con la contradicción, la incertidumbre de cada una de las acciones y los pensamientos, la condena de poder apelar a lógicas diversas y la posibilidad de encomendarse a orbitar distintas esferas celestes a conveniencia, según lo requieran las diferentes situaciones: ya sea la terrestre, la lunar, la marciana, la que fuera.
3.2 Cuando el hombre, en busca del vacío del pensamiento, avanza por el fulgor sin sombra del espacio imaginario, absteniéndose hasta de aguardar lo que en él va a surgir, un espejo sin brillo le muestra una superficie en la que no se refleja nada. (Lacan, 1946, p. 185)
Si la locura es la inmediatez de la identidad[3], lo que no sea locura padece a su vez la ausencia de fundamento de esta mediación que, cuando falla, produce el eclipse existencial en que se revela que el universo natural no es más que una burda y fatal simulación psicológica.
- Borges, 1964
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,
cristal de soledad, sol de agonías.
- Lo patológico no implica ausencia de norma. Por el contrario, indica una configuración novedosa del organismo, una adaptación posible de lo viviente a las perturbaciones del medio externo o interno debidas a la instauración de otras normas. (Le Blanc, p. 9)
Como creando a sus precursores y en una suerte de extraña telepatía, nuevamente aparece (quién lo diría) la noción de una racionalidad distinta, la instauración de otras normas como respuesta a algo, esta vez referida a la reflexión sobre lo patológico. Canguilhem ofrece una forma de pensar la salud y la enfermedad que se apoya fundamentalmente en la potencia de la vida para crear normas nuevas como criterio diferencial.
- Lo patológico está caracterizado por la reducción del organismo a una norma única. (Canguilhem, 1966, p. 50)
Una única acción, una única y pertinaz lógica idéntica a sí misma puesta en rigor con la máxima exigencia, en detrimento de toda posibilidad de desviación azarosa resultada del encuentro contingente con el incesante proceso de incontrolables e infinitas operaciones.
- Lo característico de la salud es la posibilidad de superar la norma que define lo normal en un determinado momento. (Canguilhem, 1966, p. 9)
Mientras que la salud, desde este punto de vista, sería equivalente a habitar en coexistencia con otro tipo de causalidad, más permeable a la influencia del medio y a la potencia de influir sobre este.
- De uno u otro modo, nuestra teoría incluye la creencia de que vivir en forma creadora es un estado saludable, y que el acatamiento es una base enfermiza para la vida. (Winnicott, 1971, p. 93)
Como buen inglés que es, el respetado gentleman psicoanalista ilumina aquí esta posición de forma mucho menos sofística y deliberadamente más asertiva.
- El acatamiento implica un sentimiento de inutilidad en el individuo, y se vincula con la idea de que nada importa y que la vida no es digna de ser vivida. En forma atormentadora, muchos individuos han experimentado una proporción suficiente de vida creadora como para reconocer que la mayor parte del tiempo viven de manera no creadora como atrapados en la creatividad de algún otro, o de una máquina. (Winnicott, 1971, p. 93)
Así, lo que Winnicott llama “enfermedad psiquiátrica” puede asociarse a una forma alienada de vida uni-lógica, sometida al acatamiento, sin juego posible (en permanente jaque) e incapaz de vivir en forma creadora, es decir: alguien perfectamente normal.
- Y al ser del hombre no sólo no se lo puede comprender sin la locura, sino que ni aun sería el ser del hombre si no llevara en sí la locura como límite de su libertad. (Lacan, 1946, p. 174)
Pero también el jugador es prisionero, claro, de otro tablero.
- El sujeto invitado a hablar en el análisis no muestra en lo que dice, a decir verdad, una gran libertad. No es que esté encadenado por el rigor de sus asociaciones: sin duda le oprimen, sino que más bien ellas desembocan en una palabra libre, en una palabra plena que le sería penosa. Nada más temible que decir algo que podría ser verdad. (Lacan, p. 174)
En fin: lo normal, entonces, no sería lo natural sino lo mágico. Y la pregunta es: avanzando por el fulgor sin sombra del espacio imaginario, cómo atravesar el umbral que existe entre los distintos dominios causales, abiertos y cerrados, sin caer inerme al abismo del espejo sin brillo del pasado, cristal de soledad, sol de agonías.
- Borges, 1960
También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?
Referencias
- Borges, J., L. (1980). Las mil y una noches. En J. C. Vázquez (Ed.), Siete Noches (pp. 21-27). Editorial Meló.
- Borges, J., L. (1932). El arte narrativo y la magia. Revista Sur N° 5 (pp. 172-179).
- Wilhelm, R. (prólogo de Borges, J., L.). (1975). I Ching. El libro de las mutaciones. Edhasa.
- Hegel, G., W., F. ([1830] 1977). Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio. Alianza Editorial
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- Nietzsche, (1883). Así habló Zaraturstra. Recursos de dominio público. Recuperado de https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/asi_hablo_zaratustra_nietzsche.pdf
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- Massota, O. ([1968] 2010). Conciencia y estructura. Eterna Cadencia Editora.
- Borges, J., L. ([1960] 2006). Ajedrez. En El hacedor (pp. 37-39). Alianza Editorial.
- Lacan, J. ([1954] 2021). El seminario 3: las psicosis. Paidós.
- Lacan, J. ([1946] 2002). Acerca de la causalidad psíquica. En Escritos (pp. 151-190). Siglo XXI Editores.
- Borges, J., L. (1964). 1964. En El otro, el mismo. Buenos Aires: Emecé Editores.
- Le Blanc, G. ([1998] 2004). Canguilhem y las normas. Ediciones Nueva Visión.
- Canguilhem, G. ([1966] 1971). Lo normal y lo patológico. Siglo XXI Editores.
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- Winnicott, D. (1971). Realidad y juego. Editorial Gedisa.
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- Lacan, J. ([1946] 2002). Acerca de la causalidad psíquica. En Escritos (pp. 151-190). Siglo XXI Editores.
- Lacan, J. ([1958] 2002). La dirección de la cura y los principios de su poder. En Escritos (pp. 559-615). Siglo XXI Editores.
- Borges, J., L. ([1960] 2006). Ajedrez. En El hacedor (pp. 37-39). Alianza Editorial.
- Bullrich, P. (2023). Tratado de Filosofía Muy Interesante. Ediciones FMI.
[1] “…del mismo modo que la enfermedad física tampoco es una pérdida abstracta, es decir, total de la salud (eso sería la muerte), sino una contradicción en ella”.
[2] Aunque toma esta idea de alguien que sí lo era.
[3] Lacan, J. ([1946] 2002). Acerca de la causalidad psíquica. En Escritos (pp. 151-190). Siglo XXI Editores.