“Es un hecho aceptado que todo sólo puede ir de mal en peor. «El futuro no tiene porvenir» es la sabiduría de una época que ha alcanzado, bajo su aire de extrema normalidad, el nivel de conciencia de los primeros punks. (…) Ya no hay que esperar —una mejoría, una revolución, el apocalipsis nuclear o un movimiento social. Esperar más es una locura. La catástrofe no es lo que viene, sino lo que está aquí. Nos situamos desde ahora en el movimiento de colapso de una civilización. Aquí es donde hay que tomar partido”.
—Comité Invisible. La insurrección que viene, 2007.
Disponible en PDF [Aquí].
Nota: Este texto se escribió con ayuda del compañero Jesús Diaz y de otrxs camaradas internacionalistas del Sur Global. Por razones de tiempo y extensión del texto no se pudo abordar la revuelta en Perú más que su pura mención, por lo mismo esperamos prontamente complementar lo dicho en este texto con un estudio centrado en las revueltas en Sudamérica. Así mismo, para complementar la lectura recomendamos leer lo escrito por los compas de Proletarios hartos de serlo respecto al levantamiento en la región Ecuatoriana [Leer Aquí].
En caso de que se desee aportar con un texto o material gráfico sobre la revuelta en alguno de estos territorios (Perú, Ecuador, etc.) puede enviarse a nuestro correo: Colapsoydesvio@gmail.com
- Al igual que hace 6 años, o como hace 20 años, o como hace medio siglo atrás, el mundo da vueltas mientras es consumido por el fuego. El avance de la larga crisis estructural del capital esta marcada por el genocidio, la persecución, la precariedad de la vida y la destrucción de la naturaleza. Pero también por la resistencia, por las pasiones que despiertan sublevaciones imaginadas, por formas de solidaridad y apoyo mutuo que nacen detrás de barricadas, banderas y empedradas. Nosotros nos encontramos junto a estos segundos. No hay que esperar que el viento esté a nuestro favor para movernos, no hay mejor momento para hacerlo que ahora.
- La contraofensiva parte desde Indonesia, Nepal, Myanmar y se extiende a Filipinas, Ecuador y Perú, por nombrar algunos; las insurrecciones estallan en el mundo, sus formas y ritmos encuentran curso a partir de esta máquina ensangrentada a la que llamamos capitalismo. Sus contradicciones y debilidades determinan los métodos por los que puede ser derrotada, por lo que es necesario un estudio certero de las convulsiones del capitalismo en su fase tardía.
- El asegurar la posibilidad de éxito de la revuelta, así como su mantenimiento en el tiempo, implica abordar la temática militar y el de las armas, tanto para el desmantelamiento del cuerpo policiaco-militar del Estado, como para la preparación armamentística de los propios revolucionarios.
- A modo de un programa invariable, el objetivo de todo levantamiento revolucionario es el mismo: la destrucción de la totalidad de relaciones que diariamente reproducen el capitalismo, lo que necesariamente involucra las formas de dominación patriarcal y la abolición inmediata del Estado como parte central de estas relaciones.
- En este contexto, cualquier posibilidad de desviar las manifestaciones hacia una salida electoral es un peligro. He aquí donde se encuentra el impasse histórico del movimiento de revuelta, que solo se puede lograr sortear generando las condiciones para que esta salida ya no sea posible. Ya sea a través de Asambleas Constituyentes o de votaciones presidenciales apresuradas, el electoralismo aparece como un salvavidas para el capitalismo en crisis, por el cual un nuevo partido dirigente se presenta para reemplazar a la recién derrocada administración (o, al menos, deslegitimada). La revuelta, para tener éxito, deberá negar la posibilidad misma de la democracia representativa, lo que significa la superación práctica de los límites internos de la propia revuelta[1]. En esta situación, los partidos de la izquierda electoral (desde trotskistas a partidos progresistas) se proyectan como un obstáculo inmediato a superar.
- Las democracias modernas son indisociables de la existencia del Estado y la sociedad de clases; las concepciones radicales de la democracia (democracia obrera) ignoran la prefiguración de la separación social reinante en las formas de democracia arcaica. Es “tanto un modo de gobierno, un modo de dominación de una clase y el mecanismo de unión y de conciliación”[2].
- Contrario a lo que dicta la real politik, la revuelta no debe de ser dirigida hacia la obtención de un objetivo en concreto escogido aleatoriamente entre todas las exigencias expresadas en la protesta, sino que se debe hacer consciente de la imposibilidad material de que sus exigencias sean realizables en el marco democrático y mucho menos dentro del capitalismo (sea cual fuese la versión de este). Este es el salto de fe hacia una revolución, el avance hacia algo desconocido y en contrariedad de cualquier pensamiento racional. Que la revuelta no se disperse por la ausencia de un “objetivo” en concreto o que no sea cooptada por el electoralismo dependerá, sobre todas las cosas, de la efectividad por la cual podamos idear nuevas formas de organizar la vida durante el transcurso de la misma revuelta.
- Las formas específicas que tomen la organización y la práctica durante la revuelta necesitan romper con la separación de la vida social capitalista. En la historia reciente de los ciclos de revuelta las masas se han organizado en torno a sus identidades y experiencias particulares: los trabajadores en sindicatos, estudiantes en centros de estudiantes, mujeres en Asambleas Feministas, pobladores en Juntas de Vecinos. El aprendizaje de las derrotas del movimiento histórico de revuelta se hallan en negar las formas concretas de organización que repliquen las categorías por las cuales la separación social de la vida se expresa. La cohesión organizativa e ideológica de las fuerzas sociales que componen el movimiento de revuelta se revelará como una crítica unitaria a la totalidad del mundo-capital, que contendrá en su interior los distintos momentos de verdad de las formas de la crítica radical: del comunismo a la anarquía, de la crítica antipatriarcal a la anticolonial.
- Es menester elaborar formas tácticas a través de las cuales podamos satisfacer las necesidades inmediatas de quiénes participan de la revuelta y, al mismo tiempo, generen los gérmenes de relaciones sociales no capitalistas. Así como hemos aprendido de los anteriores ciclos de lucha, la contraofensiva y la reproducción de nuevas formas de organizar la vida se deben de hacer al mismo tiempo.
[O]rganizar la seguridad y autodefensa, geolocalizar las fuerzas represivas, preparar defensas legales y cuidar de quienes habían sufrido daños o heridas. Construir campamentos y cabañas, cocinar en ollas comunes, crear jardines y huertas comunitarias. En todos lados, intentamos incrementar nuestras fuerzas y posibilidades de acción[3].
- Continuando con esta idea: lo esencial para que un levantamiento sobreviva en el tiempo, —y una de las razones por las que las revueltas se dispersaron en el anterior ciclo—, es que seamos capaces de hacernos cargo por nuestra propia cuenta de las necesidades de la población, es decir, realizar una actividad reproductiva separada del capitalismo. Esto, además de ser una efectiva acción propagandística para el movimiento, es la producción misma del comunismo… La autoorganización de una forma de vida postcapitalista, de tal manera que sea viable vivir prescindiendo del intercambio monetario, del trabajo asalariado o de la existencia de la policía. Debemos de fundir la reproducción cotidiana de la vida junto a la lucha revolucionaria contra las filas de la reacción; es decir, superar la división productiva del trabajo aplicada a la vida social. Las Comunas históricas, los Consejos obreros, las zonas temporalmente autonomas (TAZ), pero también la práctica feminista comunitaria son antecedentes de la forma concreta que debe tomar la organización de la vida con objeto de producir el comunismo.
- Sin embargo, si no es a través de un conocimiento técnico de lo que nos rodea, la satisfacción de las necesidades inmediatas y la reproducción del comunismo serían imposibles. Dicho de otra manera, la revolución es tanto una cuestión de pasiones como de logística. Las fábricas y centrales energéticas no deben de ser tomadas por los trabajadores para continuar con el trabajo por su cuenta (como ya ocurrió en Chile durante la UP o en Argentina en el 2001), sino que deben de ser desviadas hacia la satisfacción de nuestras necesidades inmediatas, pero también de las futuras, en tanto que el cambio de las condiciones materiales generarán necesidades nuevas y distintas[4].
Un comunista mira una central eléctrica, una fábrica, un supermercado, una flota de autobuses o una granja siempre con la mirada puesta en lo que podría ser en el comunismo, que no es en absoluto lo que es en el capitalismo. Pero lo que podría ser está fundamentalmente determinado por lo que es, y por lo tanto, el conocimiento de la base de datos de los recursos existentes es el primer paso para producir una historia real del comunismo a partir de ellos[5].
- Mientras las revueltas están alcanzando una fase insurreccional en distintos territorios, las interrogantes de cada levantamiento revolucionario previo vuelven a hacerse presentes. ¿Qué hacer luego de derrocar a la administración de turno? ¿Qué hacer con el poder? Siempre existe el peligro de desconectarnos con nuestra propia victoria, de que el partido del orden se nos adelante y trate de reconstruir todo. El gobierno no debe ser restituido, las elecciones no deben de ser realizadas, si lo logran nosotros habremos perdido. No se trata de una preferencia por el desorden, por los escombros “sino por el camino que pasa a través de ellos”[6]. Es solamente en la ingobernabilidad, en los escombros de la sociedad capitalista donde el comunismo tendrá espacio para germinar.
- La revuelta global se expresa de manera dispareja y necesariamente contradictoria. Tanto la fuerza con la que arremeten, como el curso que toman, no será necesariamente el mismo en Sudamérica que en el sudeste asiático. Los aprendizajes que se hayan tomado o no del anterior ciclo determinarán en gran parte la radicalidad y los obstáculos que enfrentarán las revueltas. En este desarrollo desigual de la lucha de clases se experimentan los ejemplos de las formas concretas por las cuales la revolución es posible.
- Todo esto hace necesario que llevemos a cabo un intercambio de conocimiento teórico-práctico, así como de experiencias entre los distintos territorios. Dicha cooperación y solidaridad internacional debe de extenderse aún después del término de las revueltas. Debemos contrarrestar los efectos de la derrota: la dispersión de las minorías revolucionarias, la desmovilización y el aislamiento. Esto quiere decir, construir una red internacional que equipe a los futuros levantamientos de una logística adecuada para hacer frente a situaciones de represión y de exilio, así como de la escalada de las luchas.
- Las especificidades de la revuelta: composición social y sus formas.
Son contextos como el presente en donde la revolución se materializa como una posibilidad real y vigente. En el corazón de la larga marcha fúnebre del capital, entre la recesión económica, la guerra y el genocidio, las oleadas proletarias se presentan como una ruptura histórica generada por las propias condiciones del capitalismo. La llama de la insurrección se esparce nuevamente por todo el planeta y nos proporciona una visión nítida de las formas actuales de la revolución social.
Las condiciones derivadas del actual período histórico —moldeadas por la profundización de la dominación real del capital— determinan la forma y contenido de las revueltas contemporáneas. Este período está caracterizado por la aceleración de los mecanismos de depredación de la naturaleza, el desarrollo técnico-productivo, la pérdida de centralidad social del trabajo y consigo, la incapacidad generalizada para garantizar la reproducción social. Lo anterior se ha traducido en la creciente producción de una población residual del proceso de producción, mientras que para las denominadas clases medias[7] han significado la precarización de sus condiciones de vida. Al mismo tiempo, estas condiciones imposibilitan la hegemonía de una única identidad revolucionaria, que de manera coherente actúe a la vanguardia del movimiento de revuelta, como lo hizo durante el siglo pasado el obrero industrial con respecto del resto del proletariado.
Muy por el contrario, se experimenta la fragmentación de la totalidad de la vida social, y más precisamente de la “clase”. Esta fragmentación, sumada a la precarización de las condiciones de vida del proletariado crean conflictos entre los distintos segmentos heterogéneos y niveles jerárquicos distintos del proletariado. He ahí la razón de la ausencia histórica del sujeto revolucionario como identidad hegemónica que unifique las distintas demandas de los segmentos del proletariado. Como también la razón de todos los teoricismos identitarios y su búsqueda desesperada por un nuevo sujeto para las revoluciones de este siglo (que sí lo es el sur global, las multitudes, los márgenes, el lumpenproletariado, etc.).
Por lo mismo, las revueltas de este milenio no pueden ser concebidas bajo la dirección de un grupo en particular, como podría ser la clase obrera o los pueblos indígenas. “Nada que tenga bastante homogeneidad como para admitir a un representante”[8]. A raíz de esto, las revueltas suelen ser caracterizadas como una suerte de cuerpo multiforme, desorganizado y, por lo mismo, difícilmente liderable o siquiera encasillable en una razón particular para la protesta. (“Esto no es un espectáculo de marionetas de las élites; es ira pura, indómita, sin líderes e imposible de controlar”[9]).
Si bien, tal percepción de las revueltas en el presente tiene algo de verdad, su desorganización es discutible. Pues, lo que se observa no es la ausencia de formas de organización en su sentido amplio, sino que de las organizaciones correspondientes a un momento previo del desarrollo del capitalismo que ya fue superado, y consigo también, las condiciones que dieron nacimiento y permitieron la preponderancia de ciertas formas teóricas y prácticas de la lucha de clases, las cuales podemos caracterizar como la afirmación del proletariado en cuanto clase, organizado por medio del sindicato, consejo y/o el partido y para el cual la revolución se traduce en la emancipación de los trabajadores por medio de la emancipación del trabajo productivo (y no de la emancipación de los trabajadores del trabajo). Ya en 1938, el comunista de consejos Paul Mattick lo adelantaba:
Las viejas organizaciones son destruidas o reducidas voluntariamente a la impotencia. La acción real sólo es posible ahora fuera de las viejas organizaciones. En Italia, Alemania y Rusia los fascismos blancos y rojos han destruido ya todas las viejas organizaciones y han situado a los obreros directamente ante el problema de encontrar nuevas formas de lucha[10].
En cambio, en el presente, con la ausencia de las condiciones materiales que fundamentaron dicha formas organizativas y prácticas, constituidas en la subsunción formal del trabajo en el capital, tanto la organización clásica, como su sujeto revolucionario (el obrero industrial) entran en crisis. Lo que no quiere decir en ningún caso la ausencia de organización, sino de formas distintas y, sobre todo, de menor tamaño y permanencia en el tiempo. La fragmentación del proletariado lleva a que las formas organizativas estén centradas únicamente en los intereses de un segmento de clase o grupo identitario en particular. Pero, durante los ciclos de revuelta estas formas preexistentes de organización entran en conflicto para madurar o ser superadas por las distintas formas de autoorganización que surgen a partir del propio curso de la revuelta. Las necesidades específicas de la revuelta llevan a una multiplicación en distintos niveles de la autoorganización, así como a la superación temporal de estas separaciones identitarias entre las organizaciones, conformando una suerte de “ecosistema organizativo” —tomando el concepto de Rodrigo Nunes—, donde convergen distintas estrategias y formas organizativas. Tomemos el ejemplo del 2019 en Chile, donde coexistieron ollas comunes, asambleas autoconvocadas, grupos de afinidad, organizaciones militantes y coordinadoras.
De igual manera, la ausencia de un sujeto identitario que hegemonice la lucha por medio de una organización de vanguardia, lleva a la convergencia de una multitud de demandas, —así como hay múltiples grupos identitarios—. Ninguna demanda es por sí sola la razón de ser para la revuelta, a lo mucho será su gatillante, pero si ha de haber una razón, serán todas las demandas al mismo tiempo. Si bien, las demandas de la revuelta parten de las más diversas y heterogéneas motivaciones, recaen de una u otra manera en un mismo problema principal —y del que nadie pareciera querer hacerse cargo: el capitalismo.
En este sentido, que la revuelta adquiera ciertas prácticas específicas como los sabotajes, la destrucción del lugar de trabajo, la ocupación del espacio público o hasta el robo masivo de mercancías tiene directa relación con las actuales condiciones de existencia de la humanidad y de los segmentos del proletariado. Consigo, estas prácticas encuentran como fundamento la reapropiación, destrucción y el desvío de la propiedad capitalista. La destrucción del espacio público y la infraestructura, por ejemplo, es considerada un acto nihilista y contradictorio, pero en realidad estos objetos esconden tras de sí el carácter impersonal de la dominación del capital. Se dice contradictorio, pues se cree que la propiedad pública es de todos, pero no es sino en su uso ya sea a través de su destrucción, okupación o desvío de esta, que lo público se hace realmente nuestro.
Las metrópolis modernas son la forma histórica que adquieren las pretensiones del capitalismo en el urbanismo, son la materialización en la vida cotidiana de la naturaleza inorgánica del capital. En los rascacielos y metros ya están contenidos el carácter fetichista de la sociedad mercantil y su abierta aversión por lo vivo, que no son más que la expresión del creciente dominio del trabajo muerto sobre el trabajo vivo[11].

- Son nuevamente las juventudes.
Mientras tanto, la fuerza por la cual la juventud hoy protagoniza el actual ciclo de luchas no responde a que ésta sea por sí misma la nueva “vanguardia del pueblo” o que ésta sea intrínsecamente revolucionaria (como a muchos les gustaría creer). Sino, porque las condiciones específicas que como juventud proletarizada experimentan le llevan a actuar generalmente como la capa más radicalizada de los distintos movimientos de revuelta (ej: estudiantes secundarios en el 18O chileno). Y, consigo, manifestarse actualmente como la forma concreta por la que esta ola de revueltas se expresa y esparce por todo el planeta.
Las denominadas revueltas de la generación Z, se tratan más bien, del estallido de una furia subversiva anónima, colectiva e “incivil”[12] que no se limita a denunciar la situación específica de cierto grupo social o etario, se dirige contra los cimientos de la sociedad misma. Desgarrando en el proceso, las ficciones de orden y paz con las cuales se ocultaban y justificaban las estructuras de dominación.
El hastío a las condiciones de supervivencia en la sociedad capitalista conlleva un rechazo a un presente donde la mera posibilidad de realización personal les es negada por un mundo atomizado, y amenazante donde el capitalismo desecha a una cada vez mayor porción de la humanidad. Una porción de la que podrían o son ya parte. El proletariado juvenil encuentra el fundamento de su revuelta en el dolor crónico del que es presa: la constatación de la obsolescencia de la especie frente al despliegue de los mecanismos de extinción del capital sobre el planeta.
Es con el protagonismo de lxs jóvenes que se arman barricadas y queman imágenes alusivas al rey en Marruecos o se derrocan gobiernos como en Nepal y Madagascar. El proletariado juvenil aparece de manera transversal pero no exclusiva tanto en las revueltas del sudeste asiático, como en las movilizaciones contra la ICE, las erupciones de rabia en áfrica y también en las movilizaciones pro Palestina en todo el planeta.
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Las manifestaciones multitudinarias en Marruecos, por ejemplo, surgieron a partir de la muerte de ocho mujeres embarazadas tras el procedimiento de cesáreas[13], la falta de personal sanitario y material médico en hospitales en paralelo a que el gobierno marroquí realizara una inversión de 4.200 millones de euros en prepararse como sede de la Copa Africana de Naciones en diciembre de este año y del Mundial en 2030, a lo que se le sumó el rechazo colectivo a la represión policial durante las manifestaciones, intensificando las mismas[14], lo que llevó a los manifestantes a exigir la dimisión del rey Mohammed VI[15] y el Primer Ministro Aziz Ajanuch (uno de los hombres más ricos del país, según la revista forbes[16]). El detonante de las revueltas es siempre sólo la punta del iceberg, de manera más o menos rápida la misma revuelta terminará de develar cuán profunda es la decadencia social que nos afecta.
El problema no es la falta de médicos, sino la corrupción estructural, que se ha convertido en una economía paralela. […] El paciente debe pagar para ser atendido, comprar material y, a veces, sobornar a alguien para acceder a un médico. Esta generación se niega a participar. Rechazan las reglas de un juego donde todos hacen trampas. Al salir a la calle, estos jóvenes hablan por sí mismos, pero también por sus padres, exhaustos de tener que sortear, pagar y adaptarse. Denuncian una sociedad donde la corrupción se ha convertido en el precio de la dignidad. Y cuando manifiestan, coexisten tres perfiles: el desertor sin futuro —ese 30% de alumnos que abandonan el sistema escolar y a menudo terminan en la supervivencia, el exilio o la delincuencia—, el hijo que perdió a su madre por falta de cuidados, y el diplomado desempleado a pesar del sacrificio familiar. Tres destinos que todo lo opone, pero que la política pública excluye de la misma manera[17].
De manera similar, los jóvenes en Madagascar llevan dos semanas en protestas multitudinarias que se extienden desde la capital al resto del país, compuesta desde estudiantes a desempleados y trabajadores precarizados. Lo que inicialmente fueron manifestaciones contra los cortes de electricidad y agua que afectan a la capital de Antananarivo, se extendieron rápidamente a la pobreza generalizada de la población, la corrupción y los privilegios de las clases altas. La práctica en la revuelta en Madagascar está determinada por sus condiciones de supervivencia “(…)en un país donde más del 80% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza con menos de 15.000 ariary por día, o menos de 3 euros”[18]. De ahí se explican tanto los saqueos masivos a grandes almacenes y farmacias, como el incendio de las casas de políticos y de las oficinas de Jirama, el proveedor nacional de electricidad y agua.
La destitución del Primer Ministro y de todo el gabinete (tan solo al cuarto día de protesta) y las reformas estructurales prometidas por el Presidente Rajoelina sólo son un intento desesperado de proteger la obscena vida de privilegios de la clase dominante. La muerte de 22 manifestantes y la elección de un militar como Primer Ministro (al que se le entregó pleno control de los asuntos de la nación, tras rumores de que el presidente habría abandonado el país) son prueba de cuán lejos son capaces de llegar por defender los pilares de la sociedad de clases al mismo tiempo que sin contradicción alguna continúan denominándose un orden democrático.
El día 11 de octubre en Madagascar comenzó con el sorprendente anuncio de soldados de la Unidad militar de élite CAPSAT (que en 2009 instaló a Rajoelina en el poder por medio de un golpe de Estado), que se negaron a ser parte de la represión contra la población y se unieron a los manifestantes en la capital. Los soldados en un video que circula en internet declararon lo siguiente: “No obedezcas las órdenes de tus superiores. Apunta con tus armas a aquellos que te ordenan disparar contra tus compañeros de armas porque no cuidarán de nuestras familias si morimos”[19].
El mismo día, el grupo de fuerzas armadas se reunió con los manifestantes en una plaza del 13 de mayo en el centro de la capital, donde pidieron al resto de las fuerzas de seguridad que abandonaran sus puestos y desobedecieran a sus superiores. A la fecha en que se escribe este texto no tenemos claro el número de soldados desertores y los efectos políticos que esto generará también nos son desconocidos, pero las juventudes no deben de perder el protagonismo de la revuelta. La crisis de las fuerzas armadas debe de ser aprovechada por los manifestantes, al mismo tiempo que deben de ser precavidos de la posibilidad de que las fuerzas armadas tomen el poder y restituyan el orden. Lo cierto es que la revuelta de Madagascar ha llegado a un punto muy por delante de lo alcanzado por la mayoría de las revueltas del anterior ciclo[20].
VII. Una situación revolucionaria surge en el momento en que las fuerzas armadas rehúsan disparar contra la muchedumbre. Las revoluciones sociales de los siglos XIX y XX fueron posibles porque las fuerzas armadas colapsaron, a menudo como resultado de la pérdida de una guerra interimperialista. En el caos consiguiente, parecía posible no sólo sustituir el gobierno, sino destruir el Estado[21].

- Gaza es el mundo: Sobre el Acuerdo por la paz y las protestas pro-palestina.
Las manifestaciones contra el genocidio en Gaza se han extendido a distintos territorios, el no reconocimiento de Palestina por parte del gobierno posfacista de Meloni ha intensificado las protestas de los trabajadores italianos para parar la venta y transporte de armamento al Estado sionista. La demostración de ello fue el 22 de septiembre, donde más de 75 ciudades se sumaron a las protestas por Palestina y al llamado de una huelga general hecha por los sindicatos de base italianos, en la que desde maestros hasta trabajadores metalúrgicos participaron de la huelga. Las protestas lograron interrumpir parcial —y en otros casos completamente— la circulación de mercancías y el tránsito hacia el trabajo en las ciudades. Se bloquearon los principales puertos de Génova y Livorno, mientras en Bolonia, la circunvalación fue ocupada y en Florencia, la autopista a Pisa y Livorno fue bloqueada. La resistencia de la policía no tardó, generando enfrentamientos que duraron hasta altas horas de la noche, entre manifestantes y la policía italiana armada con gases pimienta y cañones de agua. El punto más alto del primer día de protestas fue alcanzado probablemente cuando decenas de manifestantes vestidos de negro intentaron destrozar la entrada principal de la estación central de trenes de la ciudad[22].

Hasta el momento en el que este texto se escribe (mediados de Octubre), podemos esperar la continuación de dichas protestas durante los siguientes días, así como su replicación en los países que como Italia no reconocieron la existencia del Estado Palestino y no tienen vergüenza en mostrarse abiertamente como cómplices de la máquina bélica israelí —cuestión que ya esta sucediendo en Suiza y en Grecia—. Pero también que la lucha pro palestina converja con las motivaciones específicas que despertaron erupciones insurreccionales en distintos territorios, véase Indonesia o Nepal, no como una mera solidaridad sino como la cruda conciencia de que las formas de exterminio por las cuales el sionismo continúa y reactualiza el proyecto fascista no son exclusivas a la población palestina y ya se replican cotidianamente en el resto del sur global. Es decir, lo que Rodrigo Karmy ha denominado “el devenir Nakba del mundo”.
Que la Nakba no haya terminado significa que el fascismo no ha sido derrotado. Que su maquinaria no depende de un régimen u otro, sino de una configuración de valores que aceptan sin más la desigualdad entre humanos como un hecho natural. De ahí al genocidio solo hay un paso[23].
Mientras tanto, el reconocimiento colonial[24] de Francia, Inglaterra, España y otros al Estado Palestino actúo como una estrategia de control de daños para evitar la intensificación de las protestas pro Palestina en sus territorios y de paso separarse de la problemática imagen de Netanyahu, sin con ello dejar de reconocer la legitimidad de la existencia del Estado Israelí. Este revival de la solución de los dos Estados, se traduce en salvar a Israel de Netanyahu, es decir, resguardar el proyecto expansionista sionista y su limpieza étnica en Gaza y Cisjordania, sacrificando a quién ha sido uno de los mayores promotores en la actual intensificación del genocidio sobre el pueblo palestino.
Una estrategia que se diferencia notoriamente a la tomada por Donald Trump respecto a Gaza. El “acuerdo por la paz” de Trump a grandes rasgos tiene por objeto el resguardo político de Netanyahu e Israel, la reconstrucción y explotación económica de Gaza y la creación de un gobierno apolítico de tecnócratas árabes de carácter transitorio, supervisada por una “Junta de Paz” liderada por el mismo Trump. Mientras que exige el desarme de Hamas, la “desradicalización” de Gaza y la entrega de rehenes israelíes, el acuerdo de veinte puntos no contempla en ninguna parte sanciones hacia el Estado genocida o medios por los que las familias de los asesinados exijan justicia. El plan de Trump no es sólo regresar el tiempo antes del 7 de octubre del 2023, para reconstruir la posibilidad ficticia de la coexistencia entre los palestinos e Israel, un Estado etnonacionalista abiertamente genocida. Sino que es una parte central en la materialización de un proyecto neocolonial de “acumulación primitiva” coherente con las modalidades del capitalismo en su fase tardía.
En un plan que estuvo circulando dentro de la administración Estadounidense durante los meses anteriores, se daba forma a las fantasías de Trump de convertir Gaza en un enorme centro turístico (la “Riviera de Medio Oriente” en sus propias palabras). En este documento de 38 páginas al que tuvo acceso The Washington Post se describe la reconstrucción de Gaza, para la cual se realizará la reubicación temporal de toda su población, aproximadamente más de 2 millones de personas, ya sea a través de lo que llama salidas “voluntarias” a otro país o a zonas restringidas y seguras dentro del enclave durante la reconstrucción.
Aquellos que posean tierras recibirían un token digital del fideicomiso a cambio de los derechos a remodelar su propiedad, que se utilizaría para financiar una nueva vida en otro lugar o, eventualmente, canjearse por un apartamento en una de las seis a ocho nuevas “ciudades inteligentes impulsadas por IA” que se construirán en Gaza. A cada palestino que elija irse se le daría un pago en efectivo de $5,000 y subsidios para cubrir cuatro años de alquiler en otro lugar, así como un año de alimentos[25].
Aunque ahora su tono ha sido estratégicamente mitigado, no hay contradicciones importantes entre el reciente acuerdo de 20 puntos para la paz en Gaza firmado por Hamas e Israel y el plan original de Trump para hacer de Gaza un Centro Turístico. Para Trump el asunto se reduce únicamente a un tema de bienes raíces, la destrucción completa del territorio y la expulsión de los gazatíes se trata de una condición previa para poner en marcha este enorme negocio inmobiliario. Como ya ha mencionado Alberto Toscano, este documento y lo que ha revelado el mismo Trump acerca de sus intenciones con Gaza arroja similitudes con un plan previamente propuesto por Curtis Yarvin, teórico neorreaccionario de la Ilustración Oscura. Respecto a Gaza Yarvin decía lo siguiente:
Esto son 140 millas cuadradas de bienes raíces mediterráneos, libres de títulos, demolidos y desminados a un costo de quizás diez mil millones de dólares. Esta tierra se convierte en la primera ciudad inteligente respaldada por la legitimidad de Estados Unidos: Gaza, Inc. Símbolo bursátil: GAZA.
La estrategia de salida de GAZA es ser la primera corporación soberana en unirse a la ONU. Si bien hay muchas empresas de billones de dólares, ninguna de ellas tiene verdadera soberanía, y mucho menos algunas de las mejores tierras del mundo.
De repente, cada antiguo residente de Gaza tiene $500,000 en tokens GAZA. ¿Eso viene con el derecho a vivir en Gaza? No, no recibes ningún trato especial en las tiendas Starbucks por ser titular de SBUX. ¿Viene con derechos de voto de los accionistas sobre Gaza, Inc? No, porque eso frustraría todo el propósito del gobierno corporativo: habría un conflicto de intereses entre los accionistas y la empresa[26].
Aún en el actual acuerdo se continúa prestando para comparaciones con las ideas de Yarvin. El gobierno de transición de la “Nueva Gaza”, supervisado por una junta directiva presidida por un presidente, se asemeja con la gestión tecno-corporativista del Estado, propia de las fantasías distópicas de Yarvin (y de su compañero neorreaccionario Nick Land). Que la junta está conformada, además del mismo Trump, por Jair Blair y otros millonarios especializados en el área de las bienes raíces y la tecnología digital, no ayuda a dispersar las semejanzas con la idea de Yarvin de convertir Gaza en la primera corporación soberana en unirse a las Naciones Unidas. Pues, independiente de que el Plan de Trump esté o no influenciado directamente en las ideas de la Ilustración Oscura, se trata de un mismo proyecto político neocolonialista y tecnoimperialista, que busca hacer parte a Estados Unidos y sus aliados de la construcción de la ciudad modelo que cristaliza las necesidades actuales del capitalismo y sus formas de dominación.
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Ni la ilusa posición de los Estados Europeos (y sudamericanos) respecto del Genocidio, ni el acuerdo por la paz impulsado por Trump detendrán el genocidio en Gaza. Por más que los sectores más radicalizados del sionismo se muestran en contra del acuerdo, este sólo puede beneficiar a Israel. “Las negociaciones no son más que otra modalidad de guerra perpetua, o pacificación a perpetuidad, a través de la cual Israel espera agotar la indignación global de la misma manera que espera agotar la resistencia palestina: a través de la demora, la confusión, la normalización del colapso y, por supuesto, a través de la coerción por parte de los antisemitismo”[27]. No se trata de no conformarse con nada, se trata de comprender que la única seguridad para la supervivencia de la población palestina es por medio de la desmantelación del Estado Israelí.
No sabemos aún si los simbolismos y los acuerdos bastarán para detener o, cuanto menos, reducir las distintas formas de lucha en favor de palestina en el mundo, pero en lo inmediato ya observamos reacciones que parecen negar esta posibilidad. La reciente intercepción por la milicia israelí de la flotilla Sumud, que iba en camino a romper el bloqueo en Gaza, encendió manifestaciones de internacionalismo en México, España e Italia. El trasfondo en “llevar la guerra a casa” que fundamenta estas acciones pro palestina en distintos territorios es la claridad de que estos dos años de genocidio se han sostenido gracias a la acción conjunta del bloque imperialista occidental liderado por EE.UU. y de la pasividad complice del resto de potencias como China y Rusia.
Los actos criminales de Israel no son nunca algo ajenos a nuestros territorios, ni mucho menos de nuestros respectivos gobiernos que requieren de la existencia de Israel para sus propios intereses geopolíticos. El énfasis que se ha puesto en reprimir las acciones contra el genocidio, —una expresión más de la guerra interna contra la población—, comprueban la profunda relación simbiotica entre Israel y los Estados occidentales, así como de la necesidad de una ofensiva por los movimientos de solidaridad contra sus respectivos Estados. Desde las acciones de sabotaje, enfrentamientos con la polícia, a las huelgas y bloqueos económicos, la lucha por Palestina sólo puede intensificarse y multiplicarse si busca realmente vencer.
Aún cuando hace unas semanas la flotilla Sumud falló en romper completamente el bloqueo, toda acción por Gaza inspira otras acciones de igual o mayor calibre, futuras flotillas seguirán zarpando, se unirán más manifestantes de otros países a los bloqueos armamentísticos, las banderas de Gaza serán izadas junto a la de otros pueblos oprimidos; todo para generar pequeños puntos de fuga hasta que todo se resquebraje. La mañana del jueves 2 de octubre en Gaza comenzaba con grupos de pescadores palestinos pudiendo pescar gracias a que la marina israelí estaba demasiado ocupada con la flotilla[28] y con activistas israelíes antisionistas bloqueando la entrada de soldados a Gaza[29]. Toda acción tiene un efecto. La revuelta global tendrá a Gaza como su centro.
2. Límites estratégicos de la praxis y el desarrollo histórico del método revolucionario.
La administración de Macrón en Francia lleva un tiempo viviendo sus días más difíciles. Tan solo el mes pasado la campaña de Bloqueo total el 10 de septiembre para suspender la economía a nivel nacional, demostró, al menos desde una visión optimista, una gran capacidad de coordinación de la gente y lo cuán extendido que está el ánimo de revuelta en las ciudades que participaron. La campaña iniciada en redes sociales por distintos activistas de izquierda llamó a los trabajadores a una huelga general, a los consumidores a no comprar, a las familias a mantener a los niños en casa y a participar de ocupaciones del espacio público. Las expectativas estaban en que la convocatoria reuniría un importante movimiento de participación masiva e interclasista, conformando una fuerza política capaz de poner en aprietos al gobierno por medio de los bloqueos. Llegado el día, los bloqueos partieron en la mañana, seguidos por manifestaciones, concentraciones en las principales calles y plazas de las ciudades, las que se extendieron durante horas. Sin embargo, una vez acabado el día las manifestaciones habían mermado y de aquella hipotética fuerza política no quedaba rastro.
Así y a pesar del apoyo a la campaña, los manifestantes no fueron capaces de efectivamente paralizar la economía del país y sus resultados políticos parecen ser decepcionantes a ya un mes del 10 de septiembre. Aunque se le considere por algunos un intervalo esclarecedor sobre la fuerza y capacidad ofensiva del movimiento de protesta francés, compuesto en esta versión principalmente por trabajadores irregulares, activistas y estudiantes politizados de clase media, la esperada escalada de esta campaña nunca terminó de llegar y las fuerzas de los activistas se dirigieron en levantar una nueva convocatoria —esta vez junto a los sindicatos— para el 18 del mismo mes.
La composición de clase de los manifestantes del 10 de Septiembre se mostró hegemonizada por activistas de clase media, determinando fatalmente el alcance que las manifestaciones tendrían, así como su práctica específica, demostrando en el proceso estar lejos de alcanzar una escala similar a la de los disturbios del 2023 por el asesinato de Nahel o la de los chalecos amarillos en el 2018, que tuvo una “asombrosa capacidad para designar objetivos que tuvieran en cuenta las situaciones geográficas y sociales de sus participantes”[30].
“[Las clases medias] como responsables de la formación, dirección y canalización de la mano de obra poco cualificada, se encuentran fuera de la esfera productiva. Por lo tanto, no tienen la posibilidad de «bloquear la economía» mediante huelgas, y la única opción disponible es bloquear los flujos: si no se puede interrumpir la producción de bienes, sigue siendo posible ralentizar su circulación. En este sentido, el énfasis puesto en los bloqueos, lejos de constituir un avance táctico particularmente relevante, es más bien una opción por defecto”[31].
El ejemplo de Francia no es único, ya que mientras los países del sur global (que en el caso asiatico y africano no habían participado del anterior ciclo de luchas) encuentran las formas concretas de la revuelta, las manifestaciones en Europa se encuentran atrapadas en la repetición mecanicista de las mismas prácticas y convocatorias que brillaron hace algunos años, pero sin repetir sus logros. Por ello se hace necesario que hablemos de aquellas formas de lucha y lo que determina su efectividad.

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A nivel general la efectividad de los boicots económicos resulta ambigua, ya sea en casos recientes, como el bloqueo total en Francia, o el llamado a no consumir los productos de empresas israelíes. La fuerza real del boicot es variable en cada caso y las posibilidades de que realmente desestabilicen la economía de un país depende enormemente del contexto local, su masividad y de qué manera estos boicots se complementan con otras formas de lucha, como la acción directa. En el caso particular de los boicots de consumidores estos pueden quedar relegados a una acción moral, la de no ser parte de la financiación de una guerra o un genocidio, pero los efectos económicos reales de esta acción están lejos de generar un daño cuantioso. Cómo S. Prasad expone a partir del caso de los boicots de consumidores en Turquía a principios de año:
Los boicots no siempre son ineficaces. Hay una razón por la que los llamamientos al boicot surgen a menudo durante los movimientos. La actividad disruptiva es clave para tener el poder y la influencia necesarios para presentar demandas. Esta es una intuición compartida por casi todos los movimientos actuales y, a menudo, el punto de partida para la discusión de tácticas dentro de ellos. Los llamamientos al boicot resuenan porque se basan en esta intuición compartida. Pero a menudo el resultado es solo una representación espectacular de la actividad disruptiva[32].
Tanto los boicots, los bloqueos u ocupaciones suelen aparecer de manera intuitiva en las revueltas de este siglo: los aprendizajes que nos han entregado la experiencia de los anteriores ciclos de lucha nos pueden hacer argumentar tanto puntos a favor como en contra de dichas prácticas. 1) El boicot puede parecer como una acción fácilmente ejecutable y reproducible, pero sus efectos no son igual de fáciles de determinar y por sí mismos tienen el peligro de ser reducidos a la comodidad de evitar la lucha frontal o, por el contrario, en un hacer por hacer ciego. 2) La práctica de los bloqueos de la producción y circulación de mercancías puede terminar demostrando la incapacidad material de los manifestantes por bloquearlo todo, ya sea por falta de participación o por un desconocimiento técnico de cómo se mueven los flujos de capital y trabajo.
Sin embargo, si estas prácticas son complementadas por otras formas de lucha y son orientadas a partir del mapeo previo de las empresas estratégicas e infraestructuras donde reside realmente el poder en el capitalismo tardío, pueden funcionar como un método para determinar el estado de salud de la economía nacional y la fragilidad de los mercados durante un levantamiento popular ¿cuán debilitada está?, ¿cuán cerca se está de derrumbar? Y en tanto los efectos de estas prácticas sean visibles, se revelarán a los manifestantes de otros territorios las herramientas y el conocimiento por el cual replicarlas.
En este sentido, las campañas del boicot de consumidores y los bloqueos de la circulación de mercancía durante las actuales olas de revueltas pueden comprenderse como un momento de la evolución táctica del movimiento de protesta contemporáneo, en el cual la efectividad y su reproducción en distintos contextos y ubicaciones serán quiénes dicten qué formas concretas serán las que se empleen y repliquen a gran escala.
- La revuelta como contagio.
Comúnmente el surgimiento de un conflicto social se piensa a partir de la politización de un grupo identitario, que es radicalizado a partir de su experiencia de opresión. Mientras que su escalada estaría determinada en que esta lucha particular sea capaz de organizarse en conjunto con otras luchas secundarias. Sin embargo, este paradigma clásico no tiene correlación con el curso de los últimos ciclos de revuelta. La efectividad de los movimientos parece estar determinada, en cambio, por el medio por el que se expresan y como este posea capacidad de contagiarse viralmente y de mutabilidad, haciendo posible que cualquiera pueda participar en este.
Para Adrian Wohlleben estos son “memes-con-fuerza, es decir, conflictos de la vida real organizados meméticamente a través de gestos contagiosos”[33]. Las problemáticas centrales que ha enfrentado todo movimiento de protesta giran en torno a tres factores: 1) la participación y masividad de la protesta; 2) la superación de la organización fragmentada de la vida social; 3) la mantención de la protesta en el tiempo y su reinvención. A partir del fenómeno de los memes-con-fuerza podríamos estar frente a un medio por el cual sortear —al menos temporalmente— estas problemáticas: la extensión de gestos colectivos fácilmente imitables y adaptables a distintos contextos. “El carácter intrínsecamente viral del meme puede facilitar la absorción y la coordinación de la rabia y el enfado de todo tipo de personas sin que sean canalizados por las instituciones”[34].
Tomemos de ejemplo el pasado ciclo de revueltas con los Chalecos Amarillos en Francia o la Evasión del Metro en octubre del 2019 en Chile, la flexibilidad del gesto o medio por el cual se expande la lucha permitío su repetición a gran escala. La adherencia a un movimiento de revuelta era posible con sólo repetir un gesto, sin necesidad de que se compartiera un mismo interés o subjetividad,suspendiendo en la práctica la separación social de la vida: separaciones raciales, generacionales, de clase, ideológicas, etc. La revuelta pasa sobre ellas sin superarlas realmente, pero sí haciendo viable producir un lenguaje común por el cual entendernos momentáneamente. La incapacidad de los teóricos por comprender las revueltas en el carácter específico que han adquirido durante este milenio, tiene relación con que estos movimientos no pueden ser traducible por medio de la institucionalidad, ni tampoco pueden surgir naturalmente formas de representación política.
Masas de personas pueden colaborar y actuar juntas, expresar su rabia y frustración social sin recurrir a modelos convencionales de organización colectiva para mediar en las distancias dentro y entre grupos sociales (partidos políticos, asambleas democráticas directas, pandillas, etc.). Por lo tanto, a pesar de su homogeneidad aparentemente monocromática, el meme facilita la afirmación más radical de la singularidad. No existe ningún otro modo de composición social que nos anime más directamente a confiar en la adecuación de nuestra propia percepción, a actuar según nuestra lectura de nuestra situación[35].
Al menos en el caso particular de la evasión del metro, su efectividad tiene que ver también con que el gesto contenía en su misma práctica colectiva una forma radical de negación del proceso de valorización, por el cual se abogaba por “el abandono colectivo del dinero en pos de la gratuidad global, aunque fuera temporalmente”[36]. No era necesario que el gesto fuese una novedad dentro de la historia del movimiento estudiantil local, porque no lo era, sino que era un gesto que hacía sentido a quienes lo practicaban sin necesidad de que se detuvieran a reflexionar, ni de ser militantes comprometidos o de ser estudiantes movilizados. Esto porque el contenido de este gesto iba en relación con un sentir generalizado en un momento particular que buscaba una forma concreta por la cual ser expresada, una forma que fue extensamente replicada y adaptada tanto dentro como fuera del país.
Sin embargo, estos gestos colectivos son hasta ahora siempre temporales; el salto del torniquete no podría hacerse permanente en sí mismo, su cooptación por la institucionalidad lo transformó en el símbolo del “estallido social” que desembocó en un engorroso proceso constitucional que mermó cualquier iniciativa radical presente durante el mes de octubre. Los gestos deben de ser ocupados, replicados, mutados pero también abandonados, en el momento en que ya no son capaces de expresar su contenido, en el momento en que se agotan. La única forma por la cual el carácter radical (contenido en el salto del torniquete o en la reapropiación masiva de las mercancías durante los saqueos) sobreviviese más allá del gesto específico por el cual se expresó, era abandonarlo o, más bien, transformarlo en múltiples medidas inmediatas de carácter irreversible, a través de las cuales se realizará el contenido radical de estos gestos. Es decir, que estos ensayos de una vida no mediada por el dinero deriven en la producción efectiva del comunismo en el presente.
Mientras tanto, hoy en las protestas en el sudeste asiático podemos atestiguar la viralidad memética de ciertos gestos colectivos. Lo que empezó como una práctica popularizada en Indonesia en agosto durante las manifestaciones anti austeridad que estallaron luego de que comenzarán a circular informes de que los parlamentarios recibían 50 millones de rupias adicionales, al 100 millones de rupias que ganan mensualmente (alrededor de 6.081 dólares), “aproximadamente 30 veces el salario mínimo en Yakarta, donde se encuentran los salarios más altos del país”[37],para, luego, extenderse rápidamente a Nepal, Filipinas y, más recientemente, Perú. La adscripción a un movimiento informal contra el orden quedó materializado en la repetición de un único gesto: izar una bandera pirata. Este gesto inspirado en las jolly roger (símbolo pirata) de la serie japonesa One Piece, sirvió como una respuesta creativa al “llamado del líder indonesio Prabowo Subianto para que los indonesios ondearan su bandera nacional roja y blanca antes del Día de la Independencia del país el 17 de agosto”[38].
Pero, este no es solo un acto aleatorio: el haber izado cualquier otra bandera no hubiera generado el mismo impacto. Lo interesante radica en el sustento que da la propia historia de One Piece a este gesto: durante la serie en diversas ocasiones se iza la bandera pirata como una declaración de guerra contra el gobierno mundial —y en particular la de la tripulación de los protagonistas—[39]. En este sentido, el gobierno indonesio no se equivocaba al tacharlo como un acto de desobediencia y de traición a la patria, porque lo es, es una deserción activa, un símbolo que representa la promesa de una revolución, una que no entiende de Estados ni de fronteras.
Ahora bien, mientras las luchas en el presente adquieren una forma abiertamente insurreccional; los gestos memeticos harán lo mismo. Si las acciones simbólicas y a priori pacíficas abrieron los primeros momentos de la revuelta, la insurrección requerirá de medidas apropiadas para propagarse. Acá es donde la estrategia anarquista de la propaganda por el hecho se ve revitalizada. ¿Cuán eficiente puede llegar a ser una acción directa cuando se adopta estratégicamente por el conjunto del movimiento de revuelta (o al menos de su segmento más radical)? Pensemos por un lado en el ajusticiamiento de Brian Thompson, CEO de United HealthCare y, por otro, la quema de comisarías durante el Levantamiento de George Floyd en 2020, o más recientemente, en la quema del parlamento en Nepal y en Indonesia. Siguiendo la idea de la propaganda por el hecho, una única acción puede inspirar a su repetición o hasta gatillar levantamientos, pero si esta es realizada en el curso de la revuelta, puede adoptarse colectivamente y por medio de un contagio memetico ayuda a acelerar la escalada de la lucha y la generación de un contexto donde la restitución del orden ya no sea viable, a la vez que afirma en la acción misma el programa destituyente del Partido de la Anarquía. Como Jasper Bernes dice a propósito de la quema de comisarías y de la propiedad durante el Levantamiento de George Floyd:
El fuego fue el medio de este movimiento en sus inicios, pero también sirve como una potente metáfora de su dinámica interna. El fuego es incontrolable y está dirigido por variables físicas que no se pueden conocer de antemano, pero también erosiona sus propias condiciones de reproducción: se consume, como se consumen los disturbios, dejándose sin aire ni combustible. Recordemos que, para Luxemburgo, esta es la característica central de los movimientos, su ritmo periódico, y que un momento así podría ser el precursor de una intensificación posterior si esta pausa permite su propagación a material nuevo y más fresco, llevando las brasas a los pajares de la ciudad[40].

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Lo interesante de comprender las revueltas del presente por medio de su lógica memetica es que podemos observar en las actuales expresiones de la revuelta global (por el momento recién en apertura) diversas formas prácticas y simbólicas por las cuales se visibiliza la adherencia informal a un movimiento subversivo mucho más amplio que una o más organizaciones en concreto. Un movimiento conformado por distintas individualidades, grupos de afinidad, partidos y formas de autoorganización surgidas a partir del propio curso de la revuelta. Movimiento que se expresa como un episodio más de la larga historia del Partido, —o Partido de la Anarquía, como Marx denominó apropiándose positivamente de la crítica burguesa hacia las revueltas proletarias, como inciviles y anárquicas—.
La tarea hoy recae en cómo organizar esta expresión espontánea del Partido Histórico de tal manera, que lo que enlace a quiénes conforman la revuelta no sólo sea la replicación de una misma práctica, simbología o consignas, sino que se traduzca en una coordinación autoconsciente entre las distintas organizaciones e individualidades, aprovechándose del amplio aprendizaje del proletariado recopilados por la historia del Partido[41].
“il partito storico si forma e si sviluppa tutto intorno a noi, basta avere antenne sintonizzate sulla lunghezza d’onda giusta per captarne i segnali”.
[1] No se trata únicamente de ellos contra nosotros, de los capitalistas contra el pueblo, del norte contra el sur. La revuelta debe de enfrentar sus propias contradicciones que le limitan fatalmente. Estos componentes deben de ser superados con el mismo énfasis con el cual se opone a los enemigos externos. La reacción crece en nuestras filas en forma de fetichismos democráticos, vanguardismos, sectarismo y la imposición de viejas recetas para la revolución. Lograr extirparlos significa avanzar más lejos de lo que lo hicieron los anteriores ciclos de lucha.
[2] J. Camatte, La mistificación democrática, 1973, Tesis 5. Publicada en Invariance, serie I, nº 6 (abril-junio 1969)
[3] The Peoples Want, Revoluciones de nuestro tiempo. Manifiesto internacionalista, 2024. [Ligeramente alterado por nosotros].
[4] A su vez, esto significa una superación práctica de los elementos centrales de la tradición izquierdista. El culto al trabajo y a la producción, la liberación del trabajo como proyecto continuador de la forma social capitalista.
[5] J. Bernes, Inquiry and organization after the George Floyd Uprising, Ill Will, 2025. Disponible en español en CyD.
[6] W. Benjamin, El carácter destructivo, 1931, incluido en Iluminaciones, Ed. Taurus, 2018, p. 93.
[7] Las clases medias ven reducidos sus estándares de vida de manera dramática con las políticas de austeridad aplicadas tanto en Europa como en el continente americano. La desfinanciación de la salud pública, la educación y la cultura lleva a que profesores, artistas y trabajadores de la salud se movilicen para denunciar sus condiciones de trabajo y la escasa ayuda del Estado.
[8] Comité Invisible, A nuestros amigos, 2014.
[9] Declaración sobre la revuelta en Indonesia por manifestantes de tendencia anarquista. Archipelago of Fire – Uprising in Indonesia, Dark Nights, Agosto, 2025. [Léase aquí]
[10] P. Mattick, Las masas y la vanguardia, Living Marxism vol. 4, nº 4, agosto de 1938. [Léase aquí].
[11] A. Fuentes y Nueva Icaria, Movimiento eterno, crisis perpetua: Desentrañando el colapso del Capital, 2024.
[12] Parafraseo a Amadeo Bordiga en La rabia “negra” ha sacudido los pilares podridos de la “civilización” burguesa y democrática, Il Programma Comunista, 1965.
[13] A estas ocho mujeres se les practicó cesáreas con material anestésico en mal estado en el hospital público de Agadir. “Según la OMS en Marruecos existe un déficit de personal sanitario que se sitúa en 7,7 médicos por cada 10.000 habitantes, siendo la recomendación mínima de 25 médicos”. Fuente: https://www.france24.com/es/%C3%A1frica/20251005-ya-no-tenemos-miedo-la-generaci%C3%B3n-z-de-marruecos-promete-resistir-hasta-ver-cumplidas-sus-demandas.
[14] “Un video de un joven atropellado deliberadamente por una furgoneta policial en Uchda, al noreste del país, también circuló en redes sociales, desatando una nueva oleada de indignación. Fue trasladado al hospital en estado grave. En respuesta a la violencia policial, se volcaron y se incendiaron coches patrulla. En Inezgane, a las afueras de Agadir, los manifestantes se enfrentaron con la policía. Las plazas de Jemaa el Fna y Bab el Had están ahora acordonadas por las fuerzas del orden”. Contra Attaque, Marruecos: los jóvenes desafían al poder en las calles, Redes Libertarias, octubre, 2025. Léase aquí.
[15] Fuente: https://x.com/ECSaharaui__/status/1973832524016075095?t=x_KrBPFIC9iw_2l_7sWdew&s=08
[16] Fuente: https://www.forbes.com/profile/aziz-akhannouch
[17] Khalid Mouna: «Au Maroc, le Palais plaide pour la construction d’un État social et le gouvernement fait l’inverse», Jeuneafrique, octubre 2025. [Léase aquí].
[18] À Madagascar et au Maroc, la jeunesse continue de crier sa soif de justice sociale, radiofrance, septembre, 2025. [Léase aquí].
[19] New Agencies, Madagascar soldiers join antigovernment protesters assembled in capital, Al Jazeera, Octubre, 2025. [Léase aquí]
[20] Una situación similar no habría sido posible en Chile durante el 2019, las fuerzas militares y policiales no titubearon en aplicar su rol represor contra la población. La experiencia de la dictadura cívico-militar y de las decenas de masacres obreras durante el siglo pasado nos enseñan que la revolución tomará la forma de un enfrentamiento entre las fuerzas represivas del Estado y los revolucionarios, distinguiéndose completamente al caso de Madagascar o de Sudán. Lo cual nos obligará a pensar la problemática de las armas de manera urgente durante un nuevo ciclo de revueltas en el que seamos parte.
[21] Anónimo, Tesis sobre la comuna de Sudán, Ill Will, 2021. [Disponible en español aquí]
[22] “Italian workers’ strike in solidarity with Gaza brings disruptions across the country”, Por: Giada Zampano para apnews.
[23] M. Amar, Nakba, Ficción de la razón, 2025.
[24] Para entender el efecto del reconocimiento de los países europeos a Palestina léase la acertada columna de M. Amar, Palestina y el reconocimiento colonial, Ficción de la razón, Sept. 2025
[25] Gaza postwar plan envisions ‘voluntary’ relocation of entire population, The Washington Post, septiembre 2025. [Léase aquí]
[26] C. Yarvin, Gaza, Inc., Gray Mirror, Febrero, 2025. [Léase aquí].
[27] A. Toscano, Planning Against Palestine, proteanmag, Octubre, 2025. [Léase aquí].
[28] Fuente: https://x.com/aapayes/status/1974178343986868309
[29] Fuente: https://x.com/RSolidarityNet/status/1974114685373882574. Las acciones de deserción al interior de Israel han aumentado lentamente hasta la fecha pero sigue siendo una fuerza minoritaria dentro de una sociedad colonialista, cuyas quejas a la administración de Netanyahu y su genocidio, son más bien dirigidas hacia las muertes de israelíes y al gasto militar que en actos de solidaridad con los palestinos.
[30] Temps Critique, On the 10th of September, Ill Will, Sept, 2025.
[31] Par un futur groupe d’écriture, La Débâcle — Éléments pour une analyse matérialiste du mouvement du 10 septembre, sans treve, septembre, 2025. [Léase aquí]. Posición por lo demás compartida con Temps Critique al momento de diferenciar las virtudes de los chalecos amarillos con los limites de la campaña del 10 de Septiembre: “Eran conscientes de su incapacidad para bloquear verdaderamente cualquier cosa, porque eran conscientes de su relativa exterioridad a las relaciones de explotación y producción. Por lo tanto, los sitios seleccionados para la ocupación no eran nodos de producción, sino áreas de circulación que cualquiera podía apropiarse, aunque fuera temporalmente”. Temps Critique, Repenser les luttes dans une situation sans précédent, Sept, 2025.
[32] S. Prasad, Crossing the Rubicon, Ill Will, Jul, 2025.
[33] A. Wohlleben, Memes sin fin, Ill Will, 2021. Traducido por Artillería Inmanente.
[34] Ibid.
[35] P. Torino y A. Wohlleben, Memes with force – Lessons from the yellow vests, Mute, 2019. [Léase aquí]
[36] Este punto sobre la revuelta de octubre del 2019 en Chile es profundizado de manera mucho más extendida en un artículo de Colapso y Desvío de próxima publicación en el 2do número de la revista de habla inglesa Heatwave.
[37] Voces del levantamiento en Indonesia. Affan Kurniawan sigue vivo en las calles, Crimethinc, septiembre, 2025. [Léase aquí]
[38] How a cartoon skull became a symbol of defiance in Indonesia, BBC, 2025.
[39] Mucho del motivo por el cual fue tan fácilmente reproducido el gesto, puede deberse a lo fácil que resulta personalizar las jolly roger, teniendo distintas variantes únicas para las protestas de Perú o en favor de Palestina.
[40] J. Bernes, Ibid.
[41] Recomendamos las lecturas de: KAPD, Party and Council Dictatorship, 1925, num. 24, J. Camatte, Origen y función de la forma partido, 1961. Y P. A. Neel, Teoría del Partido, Ill Will, 2025.