Subjetivación, corporización, ciberespacio y sociedades de control. Apuntes para una política de la digitalidad.

Por: Pablo Castillo

Sobre el autor: 

Sociólogo con formación en estudios sociales de la ciencia y la tecnología y estudiante del magíster en Ciencia, Tecnología y Sociedad. Mi trabajo se inscribe en el cruce entre teoría social de la tecnología y epistemologías críticas, explorando cómo las tecnologías digitales configuran formas de vida, identidades, las desigualdades y los conflictos sociales en el Chile contemporáneo. He desarrollado investigaciones sobre algoritmos, plataformas digitales y desigualdad política en procesos políticos contemporáneos, y estudios sobre materialidad e inteligencia artificial. Actualmente, profundizo en el estudio de desigualdades en los procesos de subjetivación tecnológica, así como en el análisis de sistemas socioecológicos mediados por tecnologías digitales desde una perspectiva situada y transdisciplinaria. De forma complementaria dirijo la revista de pensamiento crítico Reflexión y Crítica, anidada en la escuela de Sociología de la Universidad Alberto Hurtado.
https://orcid.org/my-orcid?orcid=0009-0004-6749-6685


Introducción: Del cuerpo disciplinado al cuerpo modulado: tecnologías del yo, saberes moleculares y capitalismo contemporáneo
Lejos de ser una realidad acabada, el cuerpo y la subjetividad están profundamente anclados a procesos relacionales. La idea de un cuerpo puramente orgánico, ideal y abstraído de procesos reproductivos hoy se ve tensionada por la aparición de las tecnologías del yo. Como bien detalló Foucault en su tercer estadio asociado a la cuestión del self o el yo, nuestras sociedades occidentales estarían experimentando un cambio en sus formas de articular el poder sobre la vida, pasando de una normalización de los cuerpos, a una modulación continua de la subjetividad, un paso del moldeamiento a una modulación abierta y continua, lo que más tarde Gilles Deleuze denominaría bajo el concepto de control. Bajo este último autor, las ciencias cibernéticas y la biología molecular, como disciplinas centradas en la predicción, el cálculo, y la codificación de la vida, ambas emergentes a mediados de siglo XX, hallarían en sus fundamentos no sólo un conjunto de saberes, sino que también serían muestra de la búsqueda por desarrollar un poder ligado a un ordenamiento y control de la vida en un nivel ínfimo y en una escala atomizada, ya no ligada al control de grandes estructuras y conformaciones como las megamáquinas y el cuerpo como lo hicieron la mecánica y la primigenia biología de los siglos XVII y XVIII centradas en formaciones rígidas, sino que estas nuevas formas de saber-poder tomarían el movimiento y la fluidez como principio de control.


Si bien, pese a haber sido las disciplinas vanguardia en su momento, hoy en un nivel popular, o incluso científico, los términos de cibernética y biología molecular ya no gozan la misma popularidad que en la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, estas lejos de haber desaparecido, se mantienen más vigentes que nunca, hoy sus vocabularios asociados han mutado y evolucionado, siguiendo sus legados bajo nuevas y más actualizadas pretensiones, tales como la informática, la inteligencia artificial, el big data, la biotecnología, la genómica, ingeniería genética, o expresiones híbridas entra ambas como la bioinformática y la biometría.


Estas nuevas ramas del saber, lejos de ser una forma altruista de amor por el conocimiento, hoy son instrumentalizadas por el poder hegemónico capitalista, quien una vez más instrumentaliza la razón para sus propósitos de ejercer dominación sobre lo real, bajo estas nuevas, pequeñas y fluidas conformaciones que Deleuze y Guattari han denominado como “lo molecular”. Este saber, plegado de lo macro a lo micro, hoy es el estandarte para una nueva forma de poder del capitalismo, articulado ya no sólo en base a la economía y las fábricas como nos mostró Marx, o las escuelas y las cárceles como nos mostró Foucault, sino que incluso se puede ver en los laboratorios, los bancos de datos, o incluso el ciberespacio, dando paso de un régimen de acumulación a secas, a un régimen de producción de lo real, lo que algunos autores y autoras han denominado como una axiomática capitalista, un biocapitalismo cognitivo, un capitalismo cibernético, capitalismo informacional, un capitalismo afectivo, o tecnocapitalismo. 


Sea cual sea el sintagma nominal o el apellido que utilicemos para matizar nuestros conceptos, cabe señalar que todo esto refiere a lo mismo: El capitalismo. Sin embargo, estas nuevas conjunciones verbales permiten dar luz sobre aspectos mistificados de la realidad y que escasamente se suelen enlazar con este, tales como la ciencia o la ingeniería. Crear nuevos conceptos, además de permitir develar cosas que antes no veíamos, nos sirven como armas para denunciar, atacar y resistir las nuevas formas de dominación.


Desarrollo
Habiendo esbozado lo anterior, no resulta tan extraño pensar que los poderes del capitalismo ya no pasan sólo por la clase o la economía, sino que también por refinados sistemas de saber sobre la vida y la realidad, lugar donde como ya hemos hecho mención, los sistemas sociotécnicos juegan un rol fundamental. Lejos de entrar en tecnicismos conceptuales sobre lo que ya se ha dicho vehementemente sobre estos sistemas de conocimiento por parte de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología, nuestro interés aquí es realizar más que una labor enunciativa y puramente analítica, sino que también una labor denunciativa y política. Decir que el saber está tomado por la fuerza por los poderes absorbentes del capitalismo, ya es algo que muchos saben, sin embargo, mostrar qué es lo que el capitalismo hace concretamente con ese saber-poder en nuestras vidas, es parte de un nuevo giro empírico por comprender la situacionalidad y la particularidad del poder. Será trabajo del presente esbozo esclarecer los nexos entre poder y vida en nuestros días, para lo cual tomaremos el cuarteto cuerpo-subjetividad-tecnología-poder como un eje de análisis, concretamente tomando como objeto las tecnologías digitales y el ciberespacio como un lugar de cristalización de este cuarteto y de las formas de poder anteriormente señaladas.


Como ya se hizo mención, hoy los poderes tecnocientíficos del capital buscan modular y modelar lo real a niveles microscópicos, esto lo vemos en expresiones como la alteración genética en la industria agrícola, el uso de pesticidas, la implantación de chips en animales, la micro-robótica aplicada a la medicina, y así un largo etcétera. Sin embargo, existe otro nivel de control y de reproducción de la materia, uno que no tan sólo pasa por la alta tecnología de vanguardia y por concepciones tradicionales de la materia, sino más bien por un nivel del que todos somos parte y poco sabemos, con esto referimos nos al ciberespacio. Hoy, el ciberespacio al igual que las expresiones anteriormente señaladas, no sólo conectan y comunican, lejos estamos de aquella noción del ciberespacio como una utopía libertaria y como un espacio de horizontalidad y construcción de redes autónomas y colaborativas, sino que hoy, este está cargado de poder corporativo, y nuevas elites que hegemonizan la vida. 
Hoy el ciberespacio es el laboratorio del mundo de los nuevos poderes capitalistas. En este, de forma evidente podemos ver claras formas de poder ligadas a la propiedad, no es azaroso que gran parte de las plataformas que frecuentamos estén en manos de los conglomerados del Silicon Valley. Sin embargo, el poder no tan sólo pasa por lo evidente de los regímenes de propiedad, sino que también por refinadas arquitecturas sociotécnicas que además de utilizar conocimiento de punta, también mezclan cables, circuitos eléctricos, redes transoceánicas de fibra óptica y grandes centros de procesamiento de datos, pero esta red no se queda aquí, todo es más complejo de lo que parece. Además de todo esto, a la ecuación se incorporan vísceras, órganos, deseos, estados mentales, adicciones, dopamina, procesos neuroquímicos, ¡así podemos implosionar el ciberespacio hasta el infinito! Todo esto nos muestra que aquella vieja dicotomía entre tecnología y cuerpo es inútil para efectos de explicar la realidad y transformarla, hoy somos seres cuya configuración individual, psíquica y orgánica está dada de la mano con las tecnologías digitales, somos ciborgs en palabras de Haraway.


Hoy todo este conocimiento sobre la construcción tecnológico-digital de nuestro cuerpo y nuestra subjetividad, lejos de ser un estandarte puramente analítico, también deben ser conocimientos que orienten nuestra comprensión de la dominación, y, por ende, nuestra resistencia. Ser un ser humano intervenido y modulado por la digitalidad, el ciberespacio, los algoritmos y el control lejos está de ser una realidad aislada referida a tal o cual persona inmersa en la tecnología, hoy ser un híbrido de humano y tecnología es una experiencia transversal a todo aquel que cuente con acceso a internet. De forma más radical, cabe sentenciar que todo aquel inmerso en las vastas redes de la digitalidad, en la experiencia crónicamente online, en el doomscrolling, en la degradación cognitiva por la sobre exposición a las pantallas, no sólo debe reconocer su experiencia como una realidad individual, sino que también debe reconocer su experiencia fuertemente arraigada en un contexto mayor del cual no sólo es parte, sino que también es sujeto, un sujeto político del ciberespacio, un nuevo sujeto mitad carne mitad tecnología. 


Conclusiones
El poder de afectación de la tecnología digital sobre nuestro cuerpo-subjetividad, además de ser un objeto de saber que requiere de serias cautelas analíticas por parte de la investigación empírica, es una fuerza que ejerce efectos de poder sobre nuestra conformación como sujetos. La digitalidad, lejos de ser un espacio neutral, es un campo de disputa tomado por la fuerza por el poder del realismo capitalista, ejerciendo dominación ya no sólo áreas parceladas de la economía, sino que incluso sobre los procesos de subjetivación y corporización que nos constituyen. Hoy la somatización corporal por exposición a grandes cantidades de datos bajo temporalidades aceleradas, la sobre estimulación sensorial, el burnout digital, la experiencia crónicamente online, los trastornos de ansiedad por hiperconectividad, no son sólo experiencias individuales, sino que altamente compartidas. Politizar el ciberespacio no sólo es una lucha por la propiedad de las plataformas digitales, sino que también la construcción del conocimiento, el diseño, y los fundamentos que le sostienen.


Una política de la digitalidad además de contemplar luchas como la hegemonía por el poder y la cultura, debe ser capaz de plegarse hacia nuevos horizontes en pos de la supervivencia terrenal. Politizar el ciberespacio requiere contar nuevos relatos sobre el cuerpo ya no articulado en favor de la inercia pasiva y los automatismos de los que somos partes sin quererlo para la mantención de la gran maquinaria del ciberespacio, sino que este nuevo relato debe articularse desde la autoconciencia de nuestra corporalidad, nuestros movimientos, nuestros gestos, desde una soberanía del cuerpo. El descubrimiento sobre los nexos entre el cuarteto cuerpo-subjetividad-tecnología-poder debe ser capaz llevarnos imaginar una política de la subjetividad y nuevas pautas de organización y resistencia en torno a nuestra mente emancipadora (¿Una psicopolítica?), una política de digitalidad que puje en favor de la soberanía de nuestros procesos subjetivos y psíquicos. Cualquier política emancipadora debe pasar por el cuerpo-subjetividad en relación con la digitalidad. 
Pensar todo esto inherentemente nos lleva a la necesidad de reconocer la urgencia de líneas de fuga a las máquinas digitales de control, nuevas formas de conocer y habitar nuestro cuerpo-subjetividad que nos permitan danzar libremente lejos de todos los automatismos que conforman nuestra existencia. Es una tarea al debe de los nuevos y futuros habitantes del ciberespacio darles cuerpo y forma a estas palabras en aras de la resistencia digital y de la congregación bajo nuevas pautas de organización digital.

Autor: colapsoydesvio

ig: https://www.instagram.com/colapsoydesvio/

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