A 52 años del Golpe Militar: no pudieron ni podrán borrar el sueño.

Han pasado cincuenta y dos años y todavía nos quieren convencer de que el tiempo cura. Pero la herida no cierra, porque no se trata solo del pasado: es el presente el que sangra. Golpearon con fuego y metralla, asesinaron, desaparecieron, torturaron, y luego nos entregaron esta democracia envenenada, hecha de pactos y silencios, donde la pobreza es norma y la dignidad se vende al mejor postor.

Nos prometieron libertad y nos dieron deudas. Nos prometieron justicia y nos dieron impunidad. La violencia ya no se escucha en los bombardeos, pero se siente en cada salario miserable, en cada cuerpo descartado por el sistema, en cada familia que aún busca a sus desaparecidos. La dictadura cambió de rostro, pero sigue sentada en el poder. Porque más allá de nimiedades, la democracia no es sino la dictadura del capital sobre nuestras vidas de miseria. 

Que no se engañen: no pudieron ni podrán borrar el sueño. Diecisiete años de dictadura no bastaron para sepultar nuestra memoria, para olvidar lo que se hizo, lo que nos quitaron, como abrieron fuego contra un proyecto que se hacía espacio en cada rincón, en cada territorio, que excedía cualquier fórmula y que orgullosamente negaba de cualquier mediación. Y bien lo saben, no por nada el esfuerzo político más grande de esta democracia ha sido intentar conciliar con nuestra memoria. Resarcir el daño no es posible, no cuando quién lo ofrece es la misma maquinaria criminal de entonces. El continuum histórico entre dictadura y democracia se comprueba en cada nueva desaparición y asesinato, Julia Chuñil, Alonso Verdejo, Francisca Sandoval y tantos otrxs más.

El proyecto revolucionario late bajo la tierra, crece como raíz indomable, vuelve en cada grito, en cada muro pintado, en cada memoria rebelde que no se calla. Intentaron sofocarlo con fusiles, luego con discursos vacíos, hoy con el cansancio de la precarización. Y aún así, seguimos. 

Septiembre no es conmemoración pasiva. Es duelo, memoria activa, rabia que arde, compromiso vivo. Porque no basta con recordar: hay que insistir, una y otra vez, que la lucha no terminó, que la historia no se cerró en el 73. Sus intentos de detenernos son inútiles: siempre volveremos, porque la esperanza de un pueblo no muere, porque la dignidad no se rinde, porque la revolución nunca será derrotada del todo.

Que lo sepan de una vez: no tenemos miedo, no nos domesticaron, no nos apagaron. Seguimos de pie con la rabia intacta, con la memoria como arma, con la certeza de que sus cárceles y sus pactos jamás bastarán. No podrán frenar lo que ya arde: el pueblo en rebelión, la dignidad insurrecta, la pasión de la revolución que vuelve una y otra vez a golpear sus muros podridos. Y si pretenden silenciarnos, que se preparen: volveremos siempre, más furiosos, más organizados, más vivos que nunca.

Autor: colapsoydesvio

ig: https://www.instagram.com/colapsoydesvio/

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