La carta fue originalmente escrita y publicada en francés por Jacques Camatte (de quién tenemos también otras traducciones) en el año 2019, esta se encuentra disponible en la web de la Revista Invariance. Tanto la traducción como la Nota introductoria fueron realizadas por el compañero Gerardo Muñoz (autor de La Fisura post-hegemónica, publicado en DobleAEditores).
Nota introductoria:
Ya que en estos días Greta Thunberg ha decidido navegar en la flotilla Madleen desde Sicilia hacia las costas de Gaza, la epístola que escribió Jacques Camatte en mayo de 2019 reclama una nueva lectura. Y acaso también una primera en castellano. ¿Quién es, a fin de cuentas, Greta Thunberg? Para Camatte no se trata de una activista ecológica más, o de un carisma político de época; la niña sueca es un síntoma de la esclerotización sensible de la especie humana, y en tanto tal, es portadora de la voz de un dolor encarnado desde el nacimiento. Ese dolor es la contestación a la negación de lo que Camatte llama “naturalidad” de la comunidad humana (Gemeinwesen) en su larga errancia domesticada. Así, Greta es un testigo de la agonía civilizatoria: el mártir de la propia laceración de la infancia que sufre al interior de un mundo regulado por la mortífera pulsión del narcisismo de sus mayores. Ya a la altura de comienzo de siglo, Carlo Michelstaedter pronosticaba que el mundo venidero estaría en manos de una ‘cofradía de malvados’ (la dominación Técnica) con su ejército de adultos, su retórica especializada, su delegación orgánica. Desde luego, para que el malvado mundo de los adultos reine, el mundo de los niños tiene que sufrir. Camatte ‘refresca’, por así decirlo, la vieja tesis de Ernesto de Martino sobre las sublevaciones juveniles en la Suecia de los 50s: el sobrevenido de la furia juvenil es el continuum sublimado del odio y la hostilidad de los padres. Lejos de desaparecer, estas latencias no hacen más que acontecer en los mass shootings rituales del nihilismo norteamericano, que dan muerte sucesiva a la deificatio comunitaria de antaño. En todos lados y de mil maneras, la juventud es una implosión delirante. Por esto mismo, Camatte se resiste a ver en la ejemplaridad de Greta un paradigma de salvación (el discurso soteriológico ahora se encuentra sobredeterminado por la maquinación científica, como Giorgio Agamben anotaba también aludiendo a Thunberg en una glosa del mismo año).
En efecto, ya la salvación mediante los niños (il mondo salvato dai ragazzini) nos parece ingenua. Pero en la voz de la infancia emerge la posibilidad de un nuevo contacto con la naturalidad; esto es, con el mundo inasible y lo no-reprimido capaz de impulsar la inversión. Si el mundo de lo social ha intentado “proyectar” en Greta el orden moral de su cosmos – en ese sentido aniquilándola para mantener las coordenadas de su equilibrio psíquico – Camatte nos invita a detenernos en la posibilidad de ‘revueltas pasivas’, que en virtud de su mundanidad inoperante escapan tanto la auctoritas del jefe de horda, así como las miserias del valor objetivado. Las revueltas pasivas no tienen forma ni se interesan por la enésima postulación de un sujeto político; más bien, se anidan en el fervor de una experiencia que habla desde el dolor – y justo porque hablan hacen que “lo posible se reactualice”. Sólo desde ahí realmente comenzamos a vivir. – GM
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Estimado Erik:
Observo que el revuelo mediático en torno a la «crisis» climática sirve para enmascarar los problemas esenciales: la enemistad, una dinámica que implica que no podemos vivir sin un enemigo; la represión de la naturalidad, sobre todo entre los niños; la pérdida de sensibilidad; la huida hacia la artificialidad; y, por extensión, la profunda constatación de la obsolescencia de la especie.
El caso Greta Thunberg es un profundo ejemplo de ello. Esta niña utilizó la gravedad de la crisis climática para expresar su dolor más profundo: el hecho de no ser tomado en su naturalidad. Fue inmediatamente cooptada en este plano, primero por sus padres, luego por amigos suyos, activistas del capitalismo verde. Aquí les dejo algunas citas que me parecen importantes.
Afirma con gran convicción el horror evidente de la situación y no aboga por ninguna acción. «No me corresponde decir qué se debe hacer. Soy una niña” [1].
“Sufría una inmensa sensación de soledad», dice su padre. Los médicos le diagnosticaron síndrome de Asperger, un trastorno del espectro autista. “A medida que empezamos a actuar, su ansiedad disminuyó” [2].
Pero la soledad proviene profundamente de no ser reconocida. De hecho, uno se siente aislado e inútil. Todo síndrome es una expresión del rechazo a la represión de la naturalidad.
«Cuando hablé con mis padres sobre mis planes, no parecieron convencidos. No estaban a favor de una huelga escolar y dijeron que, si la hacía, tendría que hacerlo sola y sin su apoyo».
“Mis padres estaban lo más alejados posible de los activistas climáticos antes de que les informara de la situación”.
“Mi familia escribió un libro sobre cómo mi hermana Beata y yo influimos en la forma en que mis padres piensan y ven el mundo, especialmente en lo que respecta al clima. Y sobre nuestros diagnósticos”.
“Hay otro argumento contra el que no puedo hacer nada. Y es que soy solo una niña y no deberíamos escuchar a los niños” [3].
Podemos ver que el hecho de que sus padres tengan en cuenta su postura sobre la crisis climática lo interpreta como un reconocimiento, y ahí es donde cae en una trampa.
La joven estudiante sueca de secundaria tuvo una revelación una noche en casa mientras veía un discurso sobre el calentamiento global del afable socialdemócrata Stefan Löfven, primer ministro sueco, quien, sin embargo, es aliado de los ambientalistas. “¡Miente!”, gritó de repente. «No todos son responsables, solo unos pocos lo son, y para salvar el planeta debemos luchar contra ellos, junto con sus empresas y su dinero» [4]. Esto es interesante para contextualizar su rebelión: No soy responsable del horror, existía mucho antes que yo.
La siguiente cita resuena con todo el sufrimiento que soportó, su inmenso pánico ante lo que podría parecer su extinción por no ser reconocida: “No quiero que se desesperen, quiero que entren en pánico. Quiero que sientan el miedo que me habita cada día y actúen, como si hubiera un incendio, porque lo hay. […] Aún hay una pequeña posibilidad de detener las emisiones de gases de efecto invernadero para evitar el sufrimiento de gran parte de la población del planeta”.
Tras destacar la represión de la naturalidad de Greta y su recuperación, se impone el miedo de los adultos ante una manifestación “autónoma” de los niños: padres, psicólogos, profesores se han volcado, por así decirlo, en esta manifestación diciendo que reconocen la relevancia de la postura de los niños, pero que debían ser supervisados para que no sobrepasan los límites, etc. Los adultos expresaron su miedo a los niños, incluso su odio. Y esto es decisivo, porque no puede haber inicio de una inversión si no se reconoce este profundo fenómeno. Y volvemos a la cuestión de la enemistad. Y la base de ésta es el miedo a la dependencia, el rechazo del estado infantil.
Lo que busco es la relación de inversión, posible. La manifestación de Greta indica que ha “aparecido” una posibilidad, inmediatamente sofocada. Pero no se dice: primero, que Greta se deja asfixiar por completo, durante un profundo desgarro en su interior (reviviendo lo vivido), puede cuestionar su camino porque posee un gran poder; segundo, que el fenómeno no se repita de forma más amplia. Es curioso que algo similar ya haya ocurrido: «El adolescente Severn Cullis-Suzuki en la Cumbre de la Tierra de 1992 en Río: ‘Ustedes, los adultos, dicen que nos aman’. Te reto: haz que tus acciones reflejen tus palabras”.. Pero Greta declaró: “No tienes la madurez suficiente” … “Dices que amas a tus hijos por encima de todo, pero les estás robando el futuro” [5]. Les estás quitando su naturalidad: denunciando la ambigüedad.
Para el futuro próximo, tengo en cuenta que el movimiento regresivo que implica el cuestionamiento de los logros sociales, el estancamiento del movimiento de liberación iniciado a finales del siglo dieciocho (Ilustración) y el regreso a una fase más represiva con el auge de los movimientos de extrema derecha en EE.UU., Brasil, etc., equivalente a la transición de la extrema izquierda a la extrema derecha a nivel individual —de la emancipación liberadora a la represión salvadora— resultará en un fortalecimiento de la represión parental, sumado al continuo proceso de artificialización y separación, y por lo tanto tendrá un gran impacto en la situación de los niños y provocará la aparición de otros síndromes y otras Gretas. En otras palabras, lo posible se reactualizará. Esto no implica que dependamos de este fenómeno, pues eso reactivaría un mesianismo y llevaría a considerar a los niños no en su naturalidad sino como salvadores reactivando la dinámica de su negación.
No olvido la dimensión histórica ni el hecho de que se inicia una repetición. En la década de 1960, surgió un vasto movimiento juvenil que desafió la dinámica hostil que defendían los adultos: hacer el amor, no la guerra. Las fuerzas dominantes se salieron con la suya legalizando las drogas, supuestamente conquistando la luna y reivindicando la afirmación: todo es posible, con el objetivo de demostrar que las posibilidades que afirmaban los jóvenes no podían excluirse (y, por lo tanto, no podían negarse) mediante una exaltación de la innovación y de una artificialización cada vez más avanzada.
Curiosamente, el movimiento de protesta juvenil comenzó en Suecia con una gran manifestación de jóvenes el 1 de enero de 1956, donde, en silencio, lo destruyeron todo (véase Ernesto De Martino, quien escribió sobre la furia sueca en su libro: Furore, simbolo, valore) [6]. ¡Hay cierto determinismo en las repeticiones!
Todo esto podría ser el contenido de un artículo: Inversión y posibilidad.
Jacques
20 de mayo, 2019.
(Coletilla)
Para llevar a cabo este proyecto, será necesario considerar el fenómeno de la disolución, que ha surgido como respuesta al movimiento de protesta de mujeres y jóvenes desde la década de 1960, y que ahora se filtra al emergente movimiento infantil. Este fenómeno implica un reconocimiento formal y fragmentado que opera intensamente a través de los medios de comunicación. La rebelión de los niños contra sus padres se expresa inconsciente y completamente mistificada en la rebelión contra los adultos que les imponen todo. Es particularmente evidente en el rechazo a la sexualidad, expresado en la teoría de género. Así, un hombre puede experimentarse como femenino y reivindicarlo; del mismo modo, una mujer puede experimentarse como hombre y reivindicarlo. De igual manera, un hombre o una mujer pueden negarse a ser definidos por su género, es decir, a estar «encerrados» en un género.
La disolución opera convirtiendo a todos en niños y, por lo tanto, en dependientes. Así, existe una tendencia a sustituir los términos hombre y mujer por niño y niña.
La disolución siempre ha provocado una reacción consistente en el fortalecimiento de las estructuras autoritarias represivas (como en el siglo pasado) destinadas a salvar a hombres y mujeres, reproduciendo la dinámica de la represión parental y la de autoprotección ante la amenaza de extinción. Lo mismo ocurre hoy, como se mencionó anteriormente.
El movimiento progresista de emancipación, cuyo objetivo era sacar a la humanidad de su condición de minoría, condujo a la disolución; el movimiento reaccionario y autoritario mantiene a los hombres y mujeres en la etapa de niños que deben ser educados y reprimidos. El progreso y la regresión se compensan mutuamente. Esto nos lleva a considerar hasta qué punto la teoría del progreso requiere y suscita enemistad.
No obstante, la permisividad que florece con la autonomización de la forma capitalista permite lo que podríamos llamar revueltas pasivas que pueden trascender en cuestionamientos profundos una dinámica no lastrada por la mistificación.
Notas.
1. Anne-Françoise Hivert. «Greta Thunberg: «Les gens dont dépend notre futur ne semblent pas prendre la question du climat au sérieux», Le Monde, Marzo de 2019: https://www.lemonde.fr/planete/article/2019/03/14/greta-thunberg-les-gens-dont-depend-notre-futur-ne-semblent-pas-prendre-la-question-du-climat-au-serieux_5435932_3244.html#:~:text=Elle%20en%20est%20rentrée%20déprimée,elles%20continuent%20d’augmenter.%20»
2. Ibid.
3. «La jeune militante du climat Greta Thunberg répond à ses détracteurs». Reporterre, 13 de Febrero de 2019: https://reporterre.net/La-jeune-militante-du-climat-Greta-Thunberg-repond-a-ses-detracteurs
4. Sarah Diffalah. “Greta Thunberg, 16 ans et idole écolo des jeunes”, Le Nouvel Obs, 14 de Marzo, 2019: https://www.nouvelobs.com/planete/20190312.OBS1620/greta-thunberg-16-ans-et-idole-ecolo-des-jeunes.html
5. Pierre Thiesset. » L’écologie infantilisée», La Décroissance, N ° 158, Abril de 2019, 3.
6. Ernesto De Martino. “Furore in Svezia», in Furore, simbolo, valore (Feltrinelli, 1959), 167-189.