Transcripción entrevista: Sindicalismo en tiempos de crítica radical al trabajo / Entrevista a dirigenta de sindicato Starbucks en huelga, Romanett Ojeda Belmar.
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Amapola: Bueno gente, ha pasado un tiempo de nuestra fugaz desaparición en este bello podcast llamado Apocalipsis sin Reino. Sabemos que dejamos a medio explicar un capítulo que se nos cortó a mitad de… no vamos a retomar eso ahora.
César: Muy profesionales.
A: Sí, bueno, esto permite que la gente vea que ser amateur también te permite hacer cosas, aunque las hagas mal.
C: Sí, obvio.
A: Sí, no quiere decir que siempre vamos a tener estos chascarros, pero puede pasar.
C: No quiere decir tampoco que nunca más.
A: Sí, puede pasar, puede no pasar. La idea es que el día de hoy no pase, ¿por qué? Hoy día estamos con un hito especial. Tenemos nuestra primera invitada, aplausos, aplausos.
C: Aguante.
A: Sí, sí. Entonces el día de hoy contamos con la presencia de Romanet Ojeda Belmar. Ustedes se preguntarán quién es Romanet y qué hace acá. Bueno, el contexto es que ella es la dirigenta del sindicato de Starbucks en Chile, que es un sindicato que está articulando hace un tiempo una movilización importante en cuanto a demandas salariales, derechos laborales mínimos, que, bueno, ya sabemos que las empresas capitalistas son un poco malas para eso. Así que el día de hoy quisimos darle el espacio totalmente para poder conocer un poco más de cuál es el proyecto que tienen en curso, cuáles son las demandas y algunas otras cositas que vamos a hacer por ahí a propósito de que desde muchos sectores de la ultraizquierda se hacen muchas críticas a lo que es el sindicalismo. Entonces la idea es poder facilitar este lugar para visibilizar el lugar que tienen los sindicatos hoy en día, más allá de las críticas teóricas que podamos hacer, que en muchas ocasiones son insuficientes para dar respuesta a las urgencias que tienen las clases explotadas el día de hoy y en el día a día de aquí hasta que logramos abolir el capitalismo y el trabajo si es que lo logramos. Así que hice mucho preámbulo para poder decir, Roma, ¿cómo estás?
Romanett: Muy bien, muchas gracias. Gracias por el espacio que me brindan aquí y gracias por la invitación.
A: No, gracias a ti por hacerte el tiempo
C: Con gusto, sí.
A: Totalmente, porque sabemos que está muy movida la cosa, muy ocupada, entonces aquí el tiempo es oro. No sé si te gustaría agregar algo, Roma, antes de que empecemos con la ronda de preguntas que teníamos preparadas.
R: No, bueno, que a la Amapola la conozco hace muchos años, que fuimos, como contexto para la gente que nos escucha, fuimos compas de la U durante mucho tiempo y de ahí que nosotras nos conocemos. Entonces ella vio mi crecimiento como trabajadora a lo largo de todos estos años hasta que terminé siendo dirigenta. Ella vio todas las crisis que viví, todos esos momentos en que no tenía tiempo para entregar trabajos y cosas así, mientras también a la par tenía una función que cumplir como trabajadora. Entonces es súper bonito tener este espacio para hablar con alguien que fue testigo de todo esto.
A: Sí, es muy emocionante, de hecho, si se me erizaron los pelos, señoras y señores. Es que es verdad, la precarización de la vida que implica en un gran porcentaje de la gente tener que trabajar y estudiar y estar siempre con la tensión. Después preguntan por qué somos una sociedad con tanta ansiedad por las sobreexigencias que hay que hacer. Entonces Romanett es un vivo ejemplo de eso y cómo pese a toda esa sobreexplotación de la que fue parte, ahora está articulando un movimiento sindical. Nótese eso, no es menor. Así que eso, gracias por poner ese contexto igual, para que la gente que nos escucha sepa que somos personas. En un podcast yo ya dije de broma que soy un robot, no soy un robot, no soy una IA. Soy un ser humano de verdad y Romanett es también y… hay muchas cosas que probablemente Romanett tiene que contar, que demás de una persona que está escuchando le va a resonar en su experiencia como trabajador o persona que está precarizada. Así que Romanett, nos gustaría que nos contaras un poco el contexto general de la huelga que está en curso.
R: Bueno, el sindicato tiene ya 14 años, van a ser 15 y yo llegué entre medio. Yo empecé a trabajar en Starbucks hace 7, 8 años, en el 2017. Y cuando pasé a indefinido pasó que la persona que me entrenaba era el delegado de tienda del sindicato. Y él también tenía otro trabajo, él era árbitro. Entonces él me empezó a hablar de todas las cosas que se consiguieron con el sindicato, como que uno dice… cosas del sentido común. Así como el respeto a las madres, las horas de amamantamiento, o los distintos aguinaldos que hay. O que nos paguen movilización y colación, que son cosas como mínimas en la empresa. Esas se consiguieron a través del sindicato. Entonces yo dije, guau, qué bacán, cómo se orquesta todo esto. Entonces yo me sindicalicé cuando pasé a indefinido, porque en ese tiempo igual era bien discriminado el sindicato. Como era conocido como el “mal marxista” que se apoderaba de la empresa.
A: El enemigo.
R: Exacto, el enemigo interno. Y también ocurre que el sindicato de Starbucks Chile fue el primero de Starbucks del mundo. Y de ahí empezamos a apoyar a distintos países para que pudieran lograr organización sindical en Starbucks. En el 2020 se formó recién el de Estados Unidos. Y es brígido, porque las luchas que nosotros ya conquistamos, como por ejemplo las propinas electrónicas, que es como algo muy, uno diría, común actualmente, eso recién se está luchando en Estados Unidos.
A: Qué brutal.
R: Entonces al final da a entender que todos los trabajadores tenemos las mismas necesidades en todos los países. Y somos la misma clase. Y desde ahí que surge. Al final la gente empieza a motivarse sola con las malas prácticas que hay de parte del empleador. Con sus representantes en las tiendas o la gente que te trata mal porque sí, los clientes y cosas así. Y de ahí empieza a formarse la organización sindical.
A: Oye, qué potente. Igual lo que dices, antes de que César pase a la segunda pregunta, de que algo que para nosotros y nosotras en Chile ya está tan normalizado como la propina electrónica. Hay otros países donde eso recién está siendo una lucha. Y sobre todo en un país como Estados Unidos que se supone que es el que lleva la pauta. En el caso de este movimiento sindical ha sido Chile.
R: Exacto.
C: Sí, mira.
R: Sí, es que es como muy… es paradójico porque al final Chile en cierto aspecto es más neoliberal que el mismo Estados Unidos. Y aún así el primer sindicato del emblema de Estados Unidos, que podría ser en este caso Starbucks, tiene un sindicato. En un país muy pequeño que casi nadie conoce se están organizando los trabajadores.
C: Claro, mira qué loco. Bueno, igual un aceleracionista diría “es que es precisamente por eso”.
R: Sí, es precisamente por eso que empieza acá.
C: Y por ejemplo, ya que habían todas estas necesidades, ¿y hay algún otro motivo por el cual decidieron organizarse o cómo se organizaron en un comienzo? ¿Tú entiendes más o menos cómo fue así o entiendes más cómo desde cuándo te uniste tú en cómo tal, digamos?
R: Yo puedo hablar como desde lo que yo conozco desde que empecé en la empresa, pero también tengo los testimonios de los compañeros. Y es que ocurre, por ejemplo, que antes había mucha discriminación a las madres o a las mujeres, por poder maternar en un futuro y por cobrar el prenatal y el postnatal. Entonces había muy poca información respecto a eso. Y en algunos casos llegaban a ser despedidas también por cosas que actualmente son impensadas. En ese tiempo se replicaban acá. Y aparte la empresa se aprovechaba de que siempre el trabajador promedio de la marca ha sido estudiante. La mayoría de la gente que empieza a trabajar en Starbucks es porque necesita flexibilidad horaria. Porque está estudiando, necesita las lucas o aparte tiene una familia o tiene que vivir solo o también tiene hijos. Entonces la marca empezó a aprovecharse bastante de la vulnerabilidad del trabajador promedio.
A: Para poder seguir fortaleciéndose finalmente a través de esa precarización y al final seguir sacando mucha más ganancia y pagándoles poco.
R: Sí. Y de ahí empezó como a surgir el movimiento. Muchas veces trataron de extinguir el sindicato. Igual, por ejemplo, hay un antes y un después. Porque antes Starbucks llegó a Chile de mano de Castaño, cuando la marca como tal quería ver qué tal el mercado acá en Chile. Y cuando se dieron cuenta que iba bien lo volvieron a adquirir la franquicia. Y así estuvo un par de años y luego lo compró el holding Alsea. Entonces actualmente nosotros pertenecemos a Alsea. Somos trabajadores de Alsea no de Starbucks como la gente cree. El Starbucks de Estados Unidos no es el mismo de acá en Chile o el de Perú.
R: Hay otra empresa que está mediando y eso se usa harto hoy en día. Los holdings o empresas que prestan servicios a otras empresas más grandes.
C: ¿Eso sería como una especie de subcontratación?
R: No, porque la marca está adquirida por el holding. Entonces, por ejemplo, a mí no me pueden mandar a otra marca del holding Alsea. Pero soy trabajadora de Alsea. Pero todo como mis funciones las entrego a Starbucks. Por ejemplo, la otra marca que es de Alcea es Burger King, es P.F. Chang’s, Chili’s. También está Victoria’s Secret y Bath & Body.
A: Oye, lo tienen todo. Momento número mil de frustrarse porque siempre son muy pocas empresas las que en realidad manejan a todas, a estas microempresas que se apropian de ciertos servicios o necesidades creadas que tiene la gente para poder explotar a sus trabajadores, para poder mantener a la gente también bajo el consumo de sus productos rápidos. Por lo que cuentas, Roma, igual hay un contexto, bueno, hay muchos sindicatos que han surgido como respuesta de una necesidad urgente que tienen las clases trabajadoras de poder conseguir los pisos mínimos para que el trabajo que están forzados a hacer sea lo mínimamente digno que se pueda, ¿cierto? Al final ese fue el contexto por el que surgió el sindicato de Starbucks en Chile.
R: Sí, sí, es verdad.
A: A propósito de que estamos viendo esto del sindicato como método organizativo y que hay gente que lo critica mucho, gente que dice “no, es que tarde o temprano se van a vender o que dicen no, es que reivindican el trabajo”. ¿Cuál crees tú que son los límites que puede llegar a tener un sindicato hoy en día? Por ejemplo, la lucha que están llevando ustedes, ¿cuál creen que puede ser el límite al que puedan llegar?
R: Yo creo que, como se ve el panorama actualmente, me es muy difícil entregarte un límite puesto que a los cargos laborales, al trabajo que ya es precarizado, se le van agregando una serie de funciones extra que no están consideradas dentro del contrato, y que aun así hay que cumplirlas porque, no sé, hay decretos legales, hay cosas que la empresa debe cumplir y lo hace a través de sus trabajadores explotándolo y agregándole más estas funciones. Por ejemplo, el reciclaje. Actualmente hay una ley de reciclaje que Starbuck debe cumplir, que es esa ley que es contra un solo uso, y eso se cumple a través de las tiendas en donde se nos obliga a reciclar las cajas de leche, los botes de plástico, las botellas de plástico y aparte a fomentar el consumo en tiendas, utilizando la loza disponible en las tiendas. Y eso es mucha más carga laboral por la misma paga. Durante estos días de huelga hemos recibido mucho hate en las redes sociales, y entre esas cosas que nos dicen está el que “pero si te paga bien solo por servir café”. Y todo esto va más allá de solo servir café, hay una serie de límites que se van rompiendo en esta cuestión de adquirir más y más funciones en esto del trabajador multifuncional. Ya no hay un límite, nosotros ya no somos simples baristas, somos trabajadores multifuncionales, somos cajeros, baristas, encargados de aseo, encargados de tienda, encargados de personal, encargados de reciclaje, entonces… si las cosas siguen así, al final las empresas van a ir delegando funciones a los cargos que ya existen. Entonces el límite será cuando ya exista una nivelación entre aquello que exigimos a los cuerpos y lo que pagamos por tal, y eso, como se ve el panorama, ya es muy inalcanzable, porque también está esta cultura de “pero si te pagan el mínimo”, el mínimo legal, no están irrumpiendo una legalidad, pero el mínimo legal no me alcanza para dejar de ser pobre tampoco, es un monto que existe porque si no a nosotros nos tendrían con cadenas, explotados.
A: Sí, y también hacer una reivindicación al concepto del mínimo legal es hacer una apología de la pobreza, porque al final con un sueldo mínimo, hay muchos estudios, Fundación Sol siempre saca estadísticas de que tú no puedes sostenerte en el día a día con un sueldo mínimo, ni siquiera aunque vivas solo, o puedes, pero en las condiciones más precarizadas en las que el sistema económico actual te lo permite, entonces ya sí, te pagan el sueldo mínimo y eso es terrible en realidad, porque no debería ni siquiera ser tan bajo. Y también el hecho de que les obligan a hacerse cargo de una ética falsa que puede ser que tengan las empresas con esto del capitalismo verde, de que se preocupan por el medio ambiente, por el ecologismo, cuando en realidad no están tomando muchas medidas realmente para paliar las repercusiones que tiene todo su sistema de producción, más allá de un popote, yo les digo popote, pero ¿cómo le dicen acá? La pajita.
R: La bombilla.
A: La bombilla, yo le digo popote. Perdón, es que soy de Chile *risas*
C: Sí, de hecho, uniéndolo un poco con el tema de la crítica como ecológica y toda esta parada ética que el capitalismo en general posa tener, pero que claramente no la tiene, y también tomando en cuenta que la apología al sueldo mínimo también ignora el hecho de que si fuese posible te pagarían menos y te harían trabajar incluso más, con respecto a las consignas que han ido surgiendo a lo largo de tu participación dentro del sindicato, cómo han variado y también si han hecho mención del sionismo y de los vínculos de Starbucks con el sionismo como tal, porque es abiertamente una empresa sionista que apoya el genocidio en Palestina, entonces, no sé si han llegado todavía a analizar eso dentro de su movimiento, o si todavía es como un tema, no sé si tabú, pero todavía no se llega a ello aún, o qué onda.
R: Sí. Respecto a la imagen sionista de la marca, sí, hemos tenido una lucha con la empresa, más que nada porque… lo que pasa es que Starbucks fue fundada por Howard Schultz, que era el ex CEO de la marca hace un tiempo y que tuvo que volver y luego se fue por lo que ocurrió con Palestina, y él es una persona abiertamente sionista, ¿cierto? Y también ha habido ocasiones en que la marca le ha llevado café, le ha regalado café a los estadounidenses que están invadiendo Palestina, el ejército. Entonces de ahí que empezó a surgir esto de que Starbucks es una empresa sionista. Y nosotros como trabajadores sufrimos las dos veredas de esto, porque, por cierto, estamos quienes critican al Estado de Israel con esta invasión y el genocidio que está cometiendo, y también estamos siendo agredidos por la gente que está reclamando esto. Entonces el año pasado hubo una tienda que fue empapelada de stickers, que fue Starbucks Drugstore, que queda ahí en Los Leones.
C: Sí, en Providencia.
R: Y que esto fue orquestado por parte de la comunidad palestina en Chile. Y los trabajadores en su momento se la echaron con nosotros, con el directorio del sindicato, porque como directorio llegamos al acuerdo de mostrar una postura respecto al tema, y mostrarnos como críticos a Starbucks y apoyando la causa palestina. Entonces se nos exigió que fuéramos, y que no pensábamos en los trabajadores, que le estábamos dando más carga laboral y cosas así, porque alguien iba a tener que sacar los stickers. Y pasa que dentro de nuestras funciones como baristas no está el sacar stickers. Eso lo tiene que hacer un gerente de tienda o un gerente distrital. Pero como está tan, no sé cómo decir esto, está tan manoseado el cargo que al final…
A: Las multifunciones.
R: Exacto, que los trabajadores no saben que uno se puede negar a hacer esas cosas. De hecho, yo he tenido discusiones con mis compañeros porque, por ejemplo, en Starbucks te exigen tener una sonrisa para atender. Y yo uso mascarilla, primero, porque no me gusta ese juego que hace la marca, y segundo, porque soy muy tímida para mi trabajo, la verdad. También ocurre esto de que mis compañeros dicen “ay, pero si la Romanett ni siquiera sonríe, ni siquiera hace connecting”, como dicen, “y les pagan lo mismo”, y me pagan lo mismo. Y yo siempre tenía que decir “pero si a mí no me pagan por sonreír, me pagan por todas estas cosas, menos por eso”. Entonces está esto de que inconscientemente los trabajadores piensan que son carne de cañón para todos, que tienen que hacer todo lo que ocurra, que tienen que hacer todo lo que les pide un jefe, ¿cierto? Y está esto de que cuando ocurrió esto nos dimos cuenta, al menos yo caí en cuenta, porque fue como el primer gran evento que hubo desde que yo asumí como dirigenta, que hay muchas más personas que piensan eso, que piensan que alguien puede venir a decirte “haz esto”, y tú tienes que hacerlo y acatar, sin decir que no. Entonces ahí empecé a darme cuenta que tengo que hacer mucho más para que todos sepan que hay un límite para nuestro trabajo, y que estas funciones las deben hacer ciertos cargos que se les paga como tal. O sea, a un gerente de tienda, un distrital, le pagan 200, 300, 400 veces más que a mí, y es por esto. También estaba esa crítica de que están llorando por stickers. ¿Y cuál es el trasfondo de ese sticker? O sea, pensemos en cuántas personas han muerto, cuánto territorio han perdido, y cuánta invasión ha habido en ese lugar para que solo te llegue a importar un sticker. Entonces por eso es como estamos dentro de las dos veredas, pues somos los trabajadores agredidos, porque también lo han dicho en los comentarios, así como “esto te pasa por trabajar en una empresa sionista”, o cosas así. Pero ya es… no sé, siento que ya hacemos suficiente, y hay que hacer más, obvio, pero tratamos de estar siempre pendientes de la contingencia, y siempre hemos sabido que Howard Schultz, y lo que es su marca, siempre ha estado vinculada a Israel, como todo lo que representa a Estados Unidos, o al imperialismo.
A: Oye, lo que dices es muy brígido, porque visibiliza varias cosas, creo yo. Primero este proceso de industrialización de la mente que tienen los trabajadores y las trabajadoras en esto de que para poder mantenerse en el trabajo y ser un trabajador competente tienes que sobre exigirte al punto de hacer lo que sea que te pidan, y que el concepto de negarte a alguna responsabilidad no es opción. Porque o si no caes en el riesgo del despido, de quedar sin dinero, y eso lleva a rencillas dentro de la misma clase explotada finalmente, porque es algo que ya se sabe, cierto, que existen las estratificaciones de clases, de que hay algunas personas trabajadoras que quieren lograr salir de ahí y explotar a otros, y entonces se van reproduciendo un montón de conflictos que tienen más que ver con eso que con una dimensión de si están de acuerdo o no están de acuerdo con una disputa política, en este caso, con el genocidio en Palestina y la complicidad que tiene Starbucks como empresa sionista y que apoya a las Fuerzas de Ocupación sionistas, por cierto, o sea, no creo que un trabajador que haya tenido una postura crítica de los stickers necesariamente sea sionista, sino que está tratando de pensar por su trabajo, por su fuerza de trabajo, entonces eso genera estas estratificaciones dentro de lo mismo, y eso visibiliza que un trabajo sindical es súper complicado, porque está implicado esto de tener que dialogar con todas las posturas, tratar de llegar a un consenso, muestra también lo fraccionada y fragmentaria que es cualquier forma de organización hoy en día, y como, pese a esas dificultades, se siguen llevando estos procesos en curso, pues yo creo que eso es uno de los aspectos más remarcables de esto, porque yo pienso, no sé, toda la gente que critica a los sindicatos que se organizaban en asambleas territoriales, las asambleas territoriales están súper muertas, justamente porque no fuimos capaces de llevar estas diferencias en posturas que a veces son muy inquietantes, pero que nos han desmovilizado, y aquí vemos una experiencia sindical que no se desmoviliza con eso, sino que profundiza en una problemática y lleva a esa crisis hacia la precarización del trabajo.
R: Sí, es verdad, o sea, por ejemplo, yo fui delegada de sindicato de tres tiendas, que son las tres en las que he trabajado, la primera fue Edificio Aristía, que es la tienda que queda en Nueva York con la bolsa, cerca del Metro U. de Chile, luego estuve en la Clínica Santa María, y ahora estoy en el Metro Manuel Montt. Yo soy barista, por si acaso, a mí no me pagan por ser dirigenta, como algunas personas piensan. *risas*
A: No te pagan de Venezuela, no te mandan plata.
R: No, a mí el Don Maduro.
C: No te mandan plata los chinos.
A: Que son apretados, comunistas.
C: Soros no te paga.
R: Yo no soy un agente externo del país *risas*. Hay gente que… con lo que pasó de Palestina, a mí me pasaba mucho que la gente llegaba y me decía “Romanett, ¿de dónde eres?”. O me decían “hablas muy bien español”.
A: Gracias, mi lengua natal, gracias. *risas*
C: De chiquitita que lo hablo.
R: No, la gente me decía “pero es que tú pareces árabe”, y cosas así, y yo, no, yo parezco mestizo, amigo.
A: Porque parezco lo que soy, y tú también, así.
R: Exacto. Y me pasó muchas veces que me han abordado así en la tienda. Pero respecto a lo que mencionaba la Amapola, sí, a mí me costó mucho entender esto siendo delegada, por eso mencioné las tres tiendas. Porque yo siempre vi el sindicato como una postura política respecto a la empresa, como una postura de que no voy a permitir que me saquí el jugo, ¿cachai? Aunque resistirme signifique cargarme mi salud mental, signifique estar agotada siempre. Me voy a resistir igual, ¿cachai? Yo no te creo la pomada de que somos una familia, somos partners, como dicen ellos.
A: Oye, esos discursos actuales que usan para que la gente se comprometa con la empresa, así como somos una gran familia, y funciona, eso es lo peor.
R: Y hay gente que lo cree, hay gente que piensa que si me esfuerzo mucho, si hago muchas horas extra, voy a llegar a ser supervisor de turma, o voy a llegar a ser gerente de tienda.
A: Voy a llegar a ser Howard Schultz.
R: Exacto. Y como yo tenía esa postura, yo pensaba que, por ejemplo, el sindicato iba a estar lleno de gente de izquierda, pero realmente no. Hay gente que es facha, que votó por Kast, que votó rechazo, ¿cachai? Y que es mi compañera del sindicato, ¿cachai? O sea, estadísticamente somos 1.200 trabajadores sindicalizados, el 60% de la empresa está sindicalizada, ¿cachai? Y por eso está tan la cagá actual, porque el otro 40% está considerada la gente de recursos humanos, los de marketing, logística, etc. Entonces, si reducimos los números, las tiendas están abriendo con tres personas. O sea, están sobreexplotando a todos los que no alcanzaron a sindicalizarse, básicamente. Y estadísticamente, si es tanta gente, obviamente que va a haber un porcentaje que es más conservador respecto al sindicato, y también que es de derecho.
A: Oye, qué brígido, porque es como que no se interiorizaron en cuál es el surgimiento histórico que tienen los sindicatos, cuáles son sus objetivos.
R: Es que respecto a eso, la mayoría de la gente facha, o de derecha que está sindicalizada, es o porque quiere plata, quiere más plata, quiere los beneficios ganados por negociaciones colectivas, o ha tratado tan mal a los trabajadores y ha tenido tantas denuncias que la única forma de que sea más difícil echarlos es sindicalizándose. Como respaldándose a través del sindicato, ¿cachai?
A: Claro, como tengo aforo sindical.
R: Exacto, afuero. Afuero, eso.
A: *risas* Es que nunca me he sindicalizado, perdón.
R: No, no, tranqui. Y es como, a la vez tienes que olvidarte de todo lo que eres, porque al final mis pensamientos soy yo también, y tengo que tratar de llegar a un acuerdo y un consenso con estas personas, pues entonces la crítica externa que hay al sindicato también está de adentro.
A: Esto está muy relacionado con la próxima pregunta que te queríamos hacer, querida Roma, porque tiene que ver con si el sindicato como tal reivindica alguna noción de proletariado, de clase explotada, pero me imagino que debe no ser así en la totalidad, si es que hay personas de derecha que están por la defensa particular de su fuerza de trabajo y todo eso. ¿Qué nos puedes decir al respecto?
C: Igual, no sé si puedo hacer una acotación antes.
A: No. *risas*
C: No. De hecho, Desconéctate. *risas* De hecho, es que está relacionado con el tema de los sindicatos en general que estamos hablando, porque igual hay que tener en cuenta que en Francia cuando Henry Bergson empezó a hablar sobre todo el tema del mito político y todo esto, y había otro filósofo más también de Francia que olvido su nombre, ellos comenzaron a reivindicar con la intención de reavivar al proletariado después de la caída de la II Internacional. Empezaron a vacilar la idea del sindicalismo revolucionario y Mussolini se basó mucho en el sindicalismo revolucionario para poder entrar dentro de lo que es el proletariado como tal. Entonces, desde un comienzo se podría, quizás decir, que todos estos movimientos, tanto de sindicatos como de insurrecciones o cosas así, han tenido, con variaciones históricas obviamente, también un intento de fascistizarse, por así decirlo. Entonces, claro, a mí en lo personal no me extraña tanto que haya gente de derecha en un sindicato, precisamente porque desde la UDI Popular hasta toda esa derecha gramsciana que existe ha intentado meterse en todos lados, y no significa que estos cabros sean militantes de la derecha, pero son ideas que igual como que entienden que están en disputa, a pesar de que existe el ideario común de que el sindicato es de izquierda, que las revueltas son de izquierda. En su época todo lo que era revolucionario y revoltoso también tenía un rasgo fascista, y los fascistas se consideran revolucionarios, de hecho.
A: Yo voy a hacer un paréntesis antes, perdón. Pero igual el contexto de Bergson y después de Mussolini va décadas después de que surgió ahora el sindicalismo como una respuesta organizativa.
C: Claro, claro, si lo apropiaron.
A: Sí, ahí hay un movimiento típico del capitalismo y el fascismo, pues apropiarse de, y en este caso pasó con eso.
C: Sí, sí, si lo digo más como para tener en cuenta que vamos a encontrarnos con esas contradicciones que de primera son como, oye, qué onda. Pero es parte de la actividad como tal encontrarte con gente que es hasta opuesta o enemiga, por así decirlo, a ti. Eso, ahora sí, compadre, disculpa.
R: Bueno, respecto a lo organizativo del sindicato, es bien complejo. Primero, porque tengo dos compañeros del directorio, el presidente, que milita en el PTR y tengo a otra compañera que es dirigenta igual que yo, directora, y ella milita en una comunidad. Y ellos son los únicos que militan en algo, y somos tres. Entonces tenemos a … y yo, también estoy yo, pero yo no milito en nada, yo no le hago a la segunda los partidos tampoco.
A: ¡Eso! Aquí se ponen aplausos, inserte aplausos.
R: Pero sí tengo incluso compañeros que están en el sindicato más que nada por los beneficios que vienen de él y son directores del sindicato. Entonces la forma en la que yo veo la organización, y lo hablamos la otra vez en el live que hicimos en el Instagram, es que mucha gente tenía mucho miedo por la huelga, por los sueldos. Porque cuando estamos en huelga el empleador no tiene la obligación de pagarte tu sueldo, y dudo que lo haga Starbucks, entonces nos quedamos sin sueldo. Y obvio que había mucha gente que llevaba años en el sindicato, y que ¿Cómo está esto? Pues la parte facha del sindicato que no quería quedarse sin sueldo y que quería ir a trabajar igual y todo. Y nosotros le decimos “no, no puedes ir a trabajar, no puedes presentarte a trabajar porque no te lo van a pagar, porque vas a estar suspendido, y es lo que ganó la mayoría”, porque al final la huelga se vota. Y ganó con un 75% de aprobación la huelga. Entonces en ese live nos decían “¿qué hago para pagar mi universidad? ¿Qué hago para pagar mi arriendo? Yo vivo de esto, ¿cachai?”. Y yo creo que todas las que trabajamos en estas condiciones, vivimos de lo que hacemos. Y yo les decía “¿pero por qué piensan que están solos, cachai? ¿Por qué piensan que solo ustedes están pasándolo mal?” Aquí yo al menos estoy haciendo todo lo posible por conseguir recursos para pagarle los días de huelga a todos, cachai. Estamos en comunidad haciendo algo por el bien común del sindicato. No es algo que yo quiero que tú estés sufriendo y que estés en el límite pensando en qué hacer porque no tienes sueldo, sino que quiero que pienses que en comunidad vamos a surgir de esto. Y es muy difícil quitarle ese pensamiento a la gente, porque todos piensan que la gente se nos quiere cagar, cachai. O piensan que el sindicato, cuando dicen el sindicato se refieren al directorio, está ocultando las cosas, que falta la verdad con las propuestas que nos ha dado la empresa. Y realmente hemos sido lo más transparentes posibles con todos para decirles que lo que nos están ofreciendo es una migaja de todo lo que gana la empresa. O sea, actualmente la oferta que se rechazó fue un incremento mensual del sueldo base de 1800 pesos. Eso es lo que ofreció la empresa.
A: ¡Qué burla!
R: Y un incremento de 500 pesos la movilización y 500 pesos la colación. Por ejemplo, en Starbucks nosotros no tenemos colación. Nuestra colación son dos cafés al día.
A: Mira, para seguir produciendo mejor, la cafeína.
C: Claro, para estar con taquicardia trabajando.
R: Hay muchas condiciones que la gente normaliza y piensa que está bien y que no hay que luchar por eso. Y yo trato de no obligar a las personas, porque yo sé que el que quiera creer en la empresa y que piense que quedarse en el miedo es la mejor postura, está mal. Pero sí quiero que sientan que hay alguien más aquí, que hay otro compañero que también está para estar prestar su hombro y para consolar y para dar seguridad. Y no sé, yo creo que está tan interiorizado en nosotros que nos quieran cagar, que de ahí empieza a haber esto de que como compañeros y comunidad sindical hay gente que está tratando de quedarse con más plata y cosas así, cuando realmente es todo lo contrario. Y de ahí también respondo lo de la pregunta de la corrupción en los dirigentes sindicales. Hablando con los dirigentes más antiguos que yo tengo, por ejemplo, el presidente que lleva desde que se formó el sindicato, hay gente que saca provecho de esta situación. Actualmente hay un diputado, que es Andrés Giordano, que él fue el presidente del sindicato cuando yo llegué. Y actualmente es parte del Frente Amplio.
A: Ups, sí. Una vez más.
R: Al menos desde mi parte yo le hago la crítica muy dura a él. Porque, por ejemplo, esta persona votó a favor de la reforma a pensiones últimamente. Y dónde está todo lo que hiciste por los trabajadores, dónde queda eso si se supone que tú sabes. Desde mi postura, desde ahora que yo ocupo el mismo cargo que él ocupó, yo siento que es muy desconectado con lo que vivió y lo que formó. Porque él fue el primer presidente del sindicato también. Y ahora dice que gana muy poco cuando gana 8 millones. Pero también me han contado dirigentes que en negociaciones colectivas anteriores la empresa a cada uno los llamó ofreciéndoles plata. Y unos querían aceptarlos. Eso se da en Chile y se da en muchas empresas. Y también hay empresas que le pagan a sus dirigentes para que solo trabajen de eso. Y que son esos llamados sindicatos vendidos. Si bien hay una postura conservadora de derecha facha en el sindicato, muy grande. Por ejemplo, yo fui, antes de que empezara la negociación reglada con la inspección, a visitar muchas tiendas para hablar del proceso. Porque es normal que la gente no sepa también. Es súper engorroso y no hay una cultura del sindicalismo en Chile actual. Tampoco en nuestra generación, que es más joven. Y en la tienda que trabajé que era Clínica Santa María, la mitad del equipo era sindicalizado y nadie se sentó a hablar conmigo. Y ahora cuando empezó la huelga todas empezaron a alegar que se iban a quedar sin sueldo. Y era como, pucha, ¿qué más hago yo si tú no quieres escucharme? Es súper complicado y es súper complejo. Pero ya al final hay que aceptar lo que quiera la mayoría. Y la mayoría quiso irse a una huelga y la mayoría ha estado manifestándose o compartiendo, difundiendo. Desde donde nosotros podamos hacer algo.
C: Claro. Buah, qué brígido. Suena como… que es… Bueno, hablaste del tema de sacrificar tu salud mental. Porque en realidad suena bastante tenso todo. Como que necesitáis mucha temple, pero a la misma vez la misma condición de precarización te lleva a hacer ese sacrificio, digamos, por la salud mental. Y tampoco es como una cuestión voluntaria. Pero como que estás un poco viendo más allá del beneficio propio. Uno igual se enoja y todo, pero no sé qué tanto se puede culpar también a la gente de velarlas por ellos mismos. Si al fin y al cabo ponen todo el mundo por lo bajo desde los 60, 70, existen proyectos en todo el mundo, en todos los países de eliminar las comunidades, de eliminar la solidaridad. Hace poco Elon Musk salió diciendo que la solidaridad era algo malo, un defecto de la sociedad occidental. ¿Cachaste eso?
A: No, no sabía, pero no me extraña.
C: Sí, lo dijo en el podcast de Joe Rogan. Y claro, hace tiempo, de hecho, todos los cristianos conservadores nacionalistas gringos también empezaron a tirar la consigna de que la empatía era un vicio, porque te hacía sentirte bien o no sentirte bien, sino que empatizar precisamente con gente que podía ser pecadora, con personas que están en la ideología LGBT.
A: Pero Jesús lo hacía.
C: Pero es que no son…
A: Inteligentes *risas*
C: Es que no son seguidores Cristo. No digo que yo lo sea, porque eso suena igual medio canuto de mi parte.
A: No son verdaderos, yo sí. Arrepiéntanse. *risas*
C: No son verdaderos cristianos, yo que estudié en una universidad jesuita.
R: Por ejemplo, a mí me dicen como que uno de mis defectos como dirigenta es que soy como buena de adentro.
A: Ah, es que sí eres.
R: Sí, no, pero como que encuentran que eso es un defecto para mi cargo.
A: Claro. Es necesario, es necesario porque estás en ese lugar en el que tienes que tratar de hacer congeniar muchas posturas al mismo tiempo. ¿Cómo no vas a empatizar tratando de ayudar a que personas superen el miedo a la movilización en pos de sus propios derechos laborales?
R: Y que no le tengan miedo al patrón. O sea, en este caso a Starbucks. Por ejemplo, desde la vereda de la salud mental, yo estudié la misma carrera que la Amapola, yo estudié pedagogía en filosofía. Y fue un desafío muy grande para mí porque aparte yo era la primera universitaria de mi familia.
C. Ah, mira.
A: Y sindicalista.
R: Sí, es que aparte, por ejemplo, yo en mi familia, yo siempre tuve un conflicto en mi familia porque era una familia muy disfuncional, pero yo nunca entendí de dónde salí yo porque yo tenía una postura política y estaba muy politizada. Y después, conversando con mis otros familiares, me di cuenta de que mi abuelo fue sindicalista para el Golpe en la empresa en que él trabajó, que era una empresa de telas que ya no existe. Y, por ejemplo, mi tía fue dirigenta sindical en el Ripley del Parque Arauco Las Condes. Entonces yo no soy la primera sindicalista de mi familia, pero yo me enteré más adelante cuando ya era dirigenta. Y pasó esto de que, como yo estudiaba y trabajaba, mis gerentes de tienda, mis supervisores, se aprovecharon de esa vulnerabilidad que yo tenía también en mi casa, porque vivía en un hogar disfuncional. Entonces yo pasaba con crisis de pánico. A mí me pasó que había un profesor que era bien brígido, que yo le tenía un temor muy grande, y que siempre que había una prueba muy brígida con él, a mí me daba una crisis de pánico antes de darla. Por más que me haya leído los textos, o haya ido a todas las clases, cosas así. Y así se fue deteriorando bastante mi salud mental. Hasta que llegó la pandemia y ahí yo me fui a la cresta. Porque estaba encerrada en ese hogar y no podía distraerme con la pega, no iba a la U. Y ahí fue cuando también me atrasé con la U.
A: Pero ¿quién no se atrasó en su vida en la universidad? ¿Quién es uno para juzgar?
R: Sí, son procesos. Y hablándolo con la gente con la que trabajo, es lo mismo, es el ciclo. Por ejemplo, yo ahora estoy terminando, ya estoy escribiendo la tesis, pero ¿cuánta mierda tuve que pasar para llegar acá? Y como la gente que llega, ellos están recién entrando a estudiar, y me veo a mí misma, me veo a mí, ahí, nueva, con un futuro por delante, pensando en que voy a ser un profesional y voy a ganar más plata. Y teniendo una idea de éxito, que cuando ya creces y eres ya más adulto, te das cuenta de que el éxito no es necesario tanto, ¿cachai? Como que el éxito, lo único en lo que se basa es en superar al otro. De ahí como que tu salud empieza a ir un poco a la mierda, ¿cachai? Porque, por ejemplo, a mí me pasó que nadie pensaba que yo iba a la universidad, y después todos estaban pendientes de cómo viva la universidad, ¿cachai? O en la pega, que primero ya era dirigente y todo, se burlaban de mí porque, o sea, era delegada, y mucha gente se burló de mí por eso, ¿cachai?
A: Oye, la gente siempre encuentra cosas por las que burlarse, ¡qué rabia!
R: Y ahora siendo dirigente, después de tantas cosas que viví, por ejemplo, aparte de todo este estrés de la U, yo tuve gerentes que, no sé, había una polera que entregaba la empresa, que era como uniforme, entre comillas, y yo tuve una gerente mujer que me dijo que yo no podía usar esa polera porque se me veía vulgar.
A: El nivel, ya, el nivel del deseo de humillar al trabajador.
R: Exacto. O, por ejemplo, una vez yo he tenido que, como ahora está esto del reciclaje y todo eso, la última experiencia límite que viví fue una vez que me tuvieron desde las 9 hasta las 1 lavándolos a todo el rato. Sin break, sin descanso, sin colación.
A: Ni siquiera el cafecito por ahí de almuerzo.
R: Y exigiéndome, cachai, exigiéndome todo el rato que me apurara, que necesitaba las cosas urgentes, y eso me llevó a un límite donde tuve que poner una denuncia. Pero ya cuando era dirigente lo pude hacer. Antes nunca te había alzado la voz.
A: Porque te asustaba, ¿cierto? Te asustaba también, que es lo mismo que le debe pasar a muchos hoy en día, que ojalá que puedan llegar a este podcast o a cualquier tipo de expresión que tengan ustedes como sindicato, para darse cuenta de que no es una experiencia personal, y cuando no es personal ya pasa a tener una dimensión política. Es político ese malestar, esa sobreexplotación y esa necesidad también de organizarse para mejorar un poco lo terrible que es tener que trabajar para vivir. Romanett, me gustaría terminar con una pregunta que está más enfocada en todos estos ultraizquierdistas que no les gusta trabajar, ¿no? *risas*
C: Los que quieren todo gratis.
A: Sí, soy. A partir de esta crítica que hacen a que los sindicatos lo único que hacen es institucionalizar el trabajo, ¿qué opinas tú sobre la idea que tienen de que los sindicatos no son vías de lucha revolucionarias?
R: O sea, yo creo que está bien la premisa de que no tenemos que trabajar para sobrevivir, ¿cierto? Que es algo que está muy mal, y está muy mal pensar que si no produzco no puedo hacer nada. Pero hay que también enfocarnos en la realidad. Y actualmente hay muy pocas personas que pueden darse el lujo de no hacer eso, ¿cachai? Y es también un privilegio dentro de esta clase y dentro de estos espacios, estos piños, que puedas darte el lujo de decidir dónde, cuándo explotarte. A veces la necesidad de querer tener algo estable, aunque sea tu propio trabajo, que sea estable, que te paguen siempre en la misma fecha, y tener, por ejemplo, no sé, para pagarte un arriendo, es mucho más necesario que cuestionar el sistema en el que estoy ingresando. Y ya desde esa vereda en la que la mayoría tiene que entrar a trabajar y poder costearse su vida. Yo creo que existe y es un derecho para los trabajadores poder pedir condiciones laborales distintas y mejores. ¿Y a través de qué se hace? Pues de un sindicato. O sea, un trabajador no puede representarse solo ante una multinacional como lo es Starbucks. La cancha no está pareja. Y la única forma en que podamos negociar nosotros es colectivamente. Si no, nuestros trabajos seguirían siendo igual de precarizados que antes. O sea, por ejemplo, a mí actualmente me pagan menos que cuando yo entré a trabajar.
A: Y mira, y aún con muchas más capacitaciones. Yo vi, de hecho, una evaluación que te estaban haciendo una vez que te fui a ver. Es constante evaluación para que termines ganando menos todavía.
R: Exacto. O sea, lo único más que dan son las propinas, ¿cachai? Y las propinas existen por el sindicato. Entonces, sí, entiendo el cuestionamiento que hay del sistema desde el punto de vista radical izquierdista. Lo entiendo y lo respeto. Pero también hay que entender la realidad del trabajador. No podemos darnos el lujo de quedarnos a esperar una situación favorable para ver en qué condiciones nos vamos a explotar. Nosotros no podemos priorizar eso. Nosotros tenemos que entregar nuestro cuerpo a lo que me ofrezca más, ¿cachai? Y en estos casos, por ejemplo, los estudiantes lo que más te ofrecen es una flexibilidad horaria y propinas. Y obvio, pues voy a aceptar si voy a ganar más que en el McDonald’s.
A: Claro, otro nicho de explotación sionista. Dicho sea de paso.
R: Sí, por ejemplo, Starbucks pertenece al área de la comida rápida. Y la gente que sale de McDonald’s entra a Starbucks. Pero es… yo siento que es necesario que exista el sindicato por más que lo vayamos a criticar como organización. Lo entiendo, o sea, yo también puedo ponerme esa postura y criticar el hecho de que se perpetúe el trabajo. Pero ¿y qué hacemos con toda la gente que ya lo hace? Yo no puedo dejar abandonados a los 1.200 trabajadores, y que se las vean solos.
A: No, y tampoco pueden simplemente dejar de trabajar. La consigna de trabajar menos, trabajar nadie, es válida cuando ya no exista el dinero y no haya que vender tu fuerza de trabajo en el día a día para poder subsistir. Ahora es solamente una consigna que muchos ultraizquierdistas no tenemos nada para ofrecerle a la gente a cambio de que dejen de trabajar o de sindicalizarse. Entonces, me parece una lectura totalmente lúcida la que haces desde la experiencia de una organización sindical que está en una movilización revolucionaria, diría yo, para las condiciones actuales que tienen, de objetos multifuncionales, básicamente.
C: Sí.
A: Te queríamos agradecer, querida Romanet, por tu participación.
C: Sí, sí, muchas gracias.
A: Estuvo muy bueno.
C: Sí, qué buena entrevista.
R: Gracias.
A: Sí, un agrado haberte tenido como la primera invitada. Sí. Así que tienen que ir a apoyar la huelga. Yo igual voy a ir a darme algunas vueltas por ahí a los piquetes que van a realizar.
R: Por favor, Boycott a Starbucks.
C: Sí, sí, hay que hacerlo.
R: Boycott a Starbucks, vayan al Dunkin. *risas*
A: Haga café en su casa.
R:Sí, sí.
A: Hasta que termine la huelga.
R: Sí, por favor.
C: Igual hay cafés mejores *risas*
R: Sí, si les gusta Starbucks. Bueno, está bien, que les guste.
C: No, no está bien. *risas* No, no. No, pero… Sí, no, pero muchas gracias y no, estuvo bueno. Bueno, muy agradecido con el espacio y también esclarecedor.
R: Muchas gracias por darme el espacio igual. Sí.
A: Siempre vamos a intentar tener este espacio habilitado para este tipo de disputas.
C: Sí, pues también, así que cualquier cosa, incluso si quieres volver, dinos tú nomás también. No tienes que esperar la invitación necesariamente.
A: Para nada.
C: Así que, no, bueno, es un espacio abierto para gente afín, que tampoco vaya a traer un compañero facho tuyo del sindicato. *risas*
R: No.
A: Al PTR tampoco, por si acaso somos…
C: No, tampoco, no.
A: Así que eso sería por esta transmisión, gracias a quienes vayan a escuchar. Ahí recuerden seguir a las páginas de las movilizaciones de Starbucks y a Apocalipsis sin Reino, por supuesto.
C: Esa misma.
A: Así que nos despedimos, chiques. Espero que estén muy bien.
C: Sí, bueno, muchas gracias por escuchar. Muchas gracias, compa.
R: Chao, muchas gracias.