El nuevo movimiento – Henri Simon

El Nuevo Movimiento – Henri Simon.

Escrito originalmente en 1974, publicado en inglés por la revista inglesa Solidarity, Londres 1976. Disponible en inglés en libcom. Traducción al español por Amapola Fuentes para Colapso y Desvío. Prólogo y biografía por Nueva Icaria.

Disponible en PDF

Prólogo. Ni vanguardia, ni mediaciones: Pensar la revolución hoy y por nostrxs.

Dedicado a la memoria de Henri Simon (1922-2024)… Quien fuese un estimado compañero marxista y promotor del comunismo de consejos que recientemente falleció con 102 años de edad. Su vida y militancia abocada al estudio incesante de la lucha de clases y la organización del proletariado encarnaron las diversas tensiones del movimiento revolucionario en su desarrollo histórico, en su obra están presentes tanto las potencialidades del nuevo movimiento que se hacía ver luego del 68, como también las contradicciones y límites que arrastra la vieja ultraizquierda de comienzos del siglo pasado. Así como él mismo lo hacía notar, las formas que toma la lucha de clases en el actual escenario contrastan completamente con lo que ocurría antes del comienzo del siglo XX.

En el presente texto, publicado originalmente en 1974, Henri Simon describe con cierto optimismo que hoy nos es quizás ajeno, las características del Nuevo Movimiento de lucha de clases que tomaba lugar en el ocaso del Viejo Movimiento Revolucionario. Si bien, en la práctica se fue incapaz de romper del todo con las formas de lucha y de organización pertenecientes a una época y relaciones con el capital ya inexistentes, pues la propia reestructuración del capital las abolió. El amanecer de este nuevo movimiento significó una renovación y reformulación de la lucha de clases a una más adecuada a las condiciones presentes. Así mismo, Simon insiste en la necesidad de lograr esta ruptura con el viejo movimiento, puesto que este hoy no representa más que la guardia del capitalismo. La defensa por las condiciones de existencia pertenecientes a un momento en particular del desarrollo del capitalismo, resulta en el vano intento por regresar a una fase previa que a ojos de este movimiento moribundo es preferible al presente. Lo mismo ocurre con las formas prácticas que tomó la lucha de clase en un determinado momento, estas no son nunca modalidades de acción formal aplicables a-históricamente, sino por el contrario todo el contenido que pudiesen haber poseído desaparecen de la mano con las condiciones que las hicieron posibles en primer lugar.

Si bien la lectura de Simon, necesariamente se enfrenta al envejecimiento natural de medio siglo desde su redacción, contiene aportes que consideramos esenciales para reconocer las determinaciones de la actual fase del capitalismo avanzado. En un escenario donde los tambores de guerra se hacen eco en todo el mundo; la depredación de la naturaleza es acelerada por la producción de nuevas tecnologías y; la desvalorización del ser humano no hace más que profundizarse, es más importante que nunca encontrar las vías que hacen posible en este momento la revolución, a partir de las mismas determinaciones y contradicciones del capital. Pensar la revolución ya no como el mito heroico de la toma del poder realizada por una minoría selecta, ni como un acto mágico e inminente al que le rezamos de manera religiosa, sino como un proceso sin mediaciones donde el comunismo no es la última parada, sino que es concebido como medio a la vez que fin. Hacer el comunismo en este momento por nosotros mismos y no por otros, en base a las condiciones y necesidades actuales de posibilidad, es decir, a través de la abolición inmediata del entramado de relaciones sociales que sostienen al capital.

El carácter históricamente específico que han adquirido las revueltas de este milenio, así como la respuesta represiva a estas, son prueba de esta ruptura histórico-práctica con el viejo movimiento. Una perspectiva realmente radical que tenga por objetivo la abolición de la realidad en tanto tal, debe de examinar con seriedad el presente de la guerra social y los caminos que se esbozan desde esta.

Nueva Icaria,

18.12.24

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  1. La lucha contra la dominación capitalista, que en sus diversas formas modernas se da en todos los países del mundo, muestra nuevas tendencias, que contrastan completamente con lo que ocurría antes del comienzo del siglo XX.

 

  1. El rasgo común y esencial de estas tendencias, es la forma en que quienes luchan gestionan por sí mismos la totalidad de sus asuntos en todas las circunstancias de su vida, tanto en el campo de la acción como en el del pensamiento.

 

  1. Los signos de lo que podría ser una transformación radical de las relaciones sociales se observan en las convulsiones del propio capitalismo en su crisis y en sus intentos de adaptarse. Estos signos pueden estallar en explosiones aisladas rápidamente destruidas por los intereses dominantes o pueden rastrearse a través de su progreso lento y más o menos frenado por las reformas.

 

  1. Los efectos de lo anteriormente expuesto pueden encontrarse en mayor o menor medida en todos los ámbitos de la actividad humana, en todos los países, tanto a nivel de los individuos como de todas las organizaciones en las que participan. La lucha en el lugar mismo de la explotación del hombre por el capital —la empresa industrial o comercial— sigue siendo esencial; pero la expresión de la nueva tendencia puede encontrarse en todos los ámbitos de la vida y adopta formas similares. Los conflictos sociales se extienden a todos los sectores de la vida social demostrando que la autonomía no se limita, sino que vencerá en todas las cosas.

 

  1. La abolición del trabajo alienado y, por implicación, la abolición de toda dominación del hombre sobre el hombre, transformará toda la gama de relaciones sociales. Si esto es cierto, es igualmente cierto que la lucha en todos los ámbitos de la vida transforma el conjunto de las relaciones sociales en el mismo momento en que la lucha misma tiene lugar.

 

  1. Estas tendencias hacia la autonomía y las formas originales, abiertas o difusas, que adoptan, chocan contra todas las estructuras del mundo capitalista: el Estado, los partidos políticos, los sindicatos, los grupos de izquierda tradicionales, y contra todo el sistema de ideas y valores de la sociedad explotadora. El resultado neto es un conflicto permanente tanto para el individuo como para el grupo social al que pertenece. De estos conflictos podemos extraer la conclusión de que las diversas expresiones del Nuevo Movimiento se oponen a todas las formas de elitismo y vanguardismo. Reflejan una tendencia a destruir todas las jerarquías y a establecer nuevas formas de relación entre los individuos y las organizaciones de lucha, y entre estas mismas organizaciones.

 

  1. Las nuevas luchas y tendencias están vinculadas a ciertas luchas y tendencias del pasado. Por ejemplo, hemos visto aparecer consejos obreros o instituciones análogas en todas las épocas en las que los conflictos sociales han tendido a amenazar los fundamentos mismos del sistema. El conocimiento, el estudio y la reflexión sobre estos acontecimientos son una característica de nuestro conocimiento del presente. Pero debemos tener cuidado de no pensar que la recopilación de información sobre luchas anteriores y el análisis de la teorización a partir de esta información proporcionarán modelos para la actividad futura. Lo que surge de una lucha se adapta a la necesidad de esa lucha y por eso no puede servir de objetivo para otras luchas ni de criterio para juzgar lo que saldrá de otras luchas.

 

  1. Los elementos de un mundo nuevo tienden a revelarse continuamente a partir del propio funcionamiento del sistema capitalista. Estos elementos son producto del funcionamiento del sistema y necesarios para su funcionamiento al mismo tiempo; por ejemplo, la empresa capitalista moderna necesita de la iniciativa individual y colectiva en la base para funcionar. Pero las formas en las que se revela el Nuevo Movimiento sólo pueden ser transitorias, efímeras y marcadas por la sociedad en la que se han desarrollado. Ejemplos de tales formas son el bloqueo de vastas unidades de producción por movimientos espontáneos en un sector industrial, las huelgas no pasivas, la resistencia al propio trabajo, el movimiento de mujeres, la acción comunitaria local, etc. Es importante subrayar la existencia de estos elementos para analizar su desarrollo y sus formas, pero es inútil glorificar cada ejemplo de actividad autónoma como el advenimiento inminente de la revolución. Igual de inútil es criticar sistemáticamente esos ejemplos con el pretexto de que su aislamiento les lleva al final a contribuir a reforzar el sistema. La izquierda tradicional que ve en cada huelga la revolución o denuncia cada huelga como reformista ha sido sustituida por grupos más sutiles que proponen formas tácticas de lucha supuestamente más radicales.

 

  1. Ya sea que hayan sido glorificadas o denigradas, las acciones autónomas sólo en raras ocasiones han sido consideradas como los primeros síntomas de un Nuevo Movimiento cuya organización sólo puede aparecer y desarrollarse a partir de la lucha misma. En la práctica, los intentos de analizar estas acciones autónomas tratan de explicar su fracaso bien por su falta de organización, o por la inexistencia de un partido revolucionario, o por falta de conciencia, atraso ideológico, etc. De hecho todas las críticas anteriores remiten a viejos esquemas de la izquierda tradicional que juzga lo que ocurre según criterios definidos por una élite revolucionaria. Esta élite supone que cuando llegue el momento tendrá que desempeñar un papel central en la revolución utilizando diversos medios. En la revolución obrera, esta élite tendría que anunciar la crisis y trazar el camino hacia la liberación, al igual que hizo la burguesía en su momento. La revolución se concibe así como un acontecimiento único en el que el revolucionario se encuentra en posesión de un poder mágico que le permite efectuar una transformación total y brutal de todas las relaciones sociales; desde el momento en que una fuerza suficientemente violenta fuera capaz de romper un eslabón aislado de la cadena de dominación capitalista mundial todo se derrumbaría, según esta élite, en una sociedad comunista.

 

  1. El Nuevo Movimiento se opone a lo que llamamos el Viejo Movimiento. Este Viejo Movimiento se refiere a los planes y situaciones del periodo histórico que comienza en torno a la apertura del siglo XIX y se prolonga hasta el estallido de la guerra de 1914. Antes de la Primera Guerra Mundial podríamos considerar que los valores y las ideas de su época tenían cierta validez. Lo que en aquel momento podía parecer revolucionario, en los partidos socialdemócrata y bolchevique o en las organizaciones sindicales, no era más que una revolución en la forma del capitalismo (es decir, capitalismo burocrático planificado en lugar de capitalismo liberal). Esto dejaba completamente intacta la dominación del capitalismo y la explotación del trabajo.

 

  1. Desde la Primera Guerra Mundial, el Antiguo Movimiento se ha ido haciendo cada vez más inadecuado a la situación resultante de la renovación del capitalismo surgido. Desde sus primeros signos, el Nuevo Movimiento se enfrentó no sólo a las viejas formas de dominación capitalista, sino también a las diversas formas del Viejo Movimiento, aunque al mismo tiempo estas formas pudieran contener todavía ilusiones revolucionarias; por ejemplo, el conflicto entre los bolcheviques y los comités de fábrica en 1917, en Rusia, y su epílogo en Kronstadt pueden considerarse como un enfrentamiento entre el Viejo y el Nuevo Movimiento. El Nuevo Movimiento no sólo cuestiona la existencia de lo que podemos englobar en el término vanguardia (partidos, grupos, etc.) sino también la propia concepción de la revolución. En la medida en que el Viejo Movimiento es el detentador actual o potencial del poder capitalista, tiene que entablar una lucha a muerte con todas las manifestaciones del Nuevo Movimiento, ya sea por destrucción violenta o por absorción total.

 

  1. Una característica esencial del Nuevo Movimiento es, en la actualidad, la actitud de los que luchan y que ya no se limitan a exigir cosas a personas, grupos e instituciones que están fuera de ellos, por ejemplo, a sus padres en la familia, al marido en el matrimonio, al profesor en la escuela o en la universidad, al jefe en la fábrica, al sindicato en los conflictos, a los partidos y grupos en la organización de acciones o en la aportación de teorías, etc. La forma de lucha tiende muy a menudo a ser el propio hacer o tomar la cosa demandada. La nueva tendencia es que la gente haga lo que quiere por sí misma y para sí misma, que tome y haga en lugar de pedir y esperar.

 

  1. La demostración más visible de esta tendencia se da en las nuevas formas de lucha de clases, y en la ampliación de los conflictos de clase a enfrentamientos entre dominadores y dominados en todas las estructuras de la sociedad. Estos enfrentamientos ilustran la escisión entre todos aquellos que pretenden actuar en nombre de los trabajadores, sea cual sea su motivación, y las acciones de los propios explotados. Los intentos de rechazo de los sindicatos, la organización clandestina de los conflictos, los intentos de establecer vínculos horizontales entre los que luchan, las nuevas actitudes de los estudiantes, las mujeres, los homosexuales, etc., la actitud de los obreros ante el trabajo, todo ello refleja el deseo de los afectados de gestionar su lucha por sí mismos y para sí mismos.

 

  1. Una de las constantes del Viejo Movimiento era que sus practicantes se consideraban el movimiento obrero y habían hecho de la historia de sus organizaciones la historia del movimiento obrero. Pero el Nuevo Movimiento desarrolla su propia historia que no es otra cosa que la actividad de los propios trabajadores, enmascarada hasta ahora por quienes escribieron e hicieron “Historia” de su propia actividad “Revolucionaria”.

 

  1. El Viejo Movimiento sólo reconocerá las diferentes manifestaciones del Nuevo Movimiento para someterlas a sus propios objetivos políticos. En general condena sin perdón tales manifestaciones bajo diferentes etiquetas como “reformista”, “falto de conciencia”, “hippy”, etc. Pero el Nuevo Movimiento es tan fuerte que obliga a quienes se adhieren al Viejo Movimiento a realizar una serie de acrobacias para mantenerse, en la medida de lo posible, en el papel que se han autoproclamado o en el que se les ha asignado. Por esta razón, los cambios o conflictos dentro de los partidos o sindicatos, y las actuales escisiones en diferentes partidos y grupos, pueden explicarse a menudo por los intentos de adaptar las posiciones fundamentales al nuevo carácter de los movimientos de lucha, doblegando estos movimientos para que sirvan a sus propios intereses.

 

  1. Hay quienes repiten incansablemente las mismas viejas ideas o consignas como si el mundo capitalista no hubiera cambiado profundamente durante los últimos ciento cincuenta años. Pero otros han intentado adaptarse.

 

Así pues, podemos asistir a dos corrientes de opinión:

 

A. Hay quienes conceden un valor absoluto a ciertas luchas particulares. Esto da lugar a toda una serie de teorías que privilegian la revuelta juvenil, la liberación femenina, el poder estudiantil, el movimiento de abandono escolar, etc. Algunos consideran que la negativa a trabajar y la destrucción física del lugar de trabajo son el único signo que anuncia la destrucción del capitalismo; otros quieren restringir la noción de clase obrera únicamente al proletariado de las fábricas. Por último, hay quienes niegan que siga existiendo una lucha de clases y sólo ven víctimas individuales de la alienación universal.

B. Por otra parte, hay quienes rechazan todo particularismo y mantienen el intento de dar una explicación total. Al hacerlo, modernizan el lenguaje y la teoría, integrando más o menos la evolución del capitalismo y de la lucha de clases, pero rechazando al mismo tiempo las características esenciales del Nuevo Movimiento, a saber, la autonomía, sin excepción, en todos los campos de actividad y de lucha.

 

  1. Tales intentos no siempre son insignificantes, pues a menudo contribuyen a dilucidar el sentido de las nuevas manifestaciones de la autonomía y a subrayar las ambigüedades y los límites de la autonomía dentro de la sociedad capitalista. Pero la importancia de teorías, ideas o actividades de grupo como las mencionadas se exagera a menudo más allá de toda medida a través de debates apasionados, limitados al gueto vanguardista revolucionario. Además, estos debates y las ideas que surgen de ellos son recuperados, como todo lo que se desarrolla en la sociedad capitalista, por la propia clase dominante, piensen lo que piensen los originadores de tales debates. Los propios vanguardistas acaban siendo el crisol donde se elabora una ideología de la que al final se apropian las estructuras establecidas del Viejo Movimiento.

 

  1. En los conflictos, la intervención de esta vanguardia modernizada lleva a la situación anterior. Los vanguardistas afirman que aportan mucho a la lucha en todos los ámbitos. Pero lo que ocurre en realidad es totalmente distinto de lo que ellos piensan. A veces, aquellos a los que quisieran convertir en instrumentos de sus objetivos políticos vuelven la situación contra ellos, y transforman la “buena voluntad” de tales vanguardias en instrumentos de su propia lucha. A veces, por el contrario, y más a menudo, tal intervención sólo consigue frenar el desarrollo autónomo de la lucha. También en este caso, los partidos políticos y los sindicatos a los que pretenden superar utilizan esta intervención para canalizar y suprimir la propia autonomía a la que los interventores parecían contribuir en un principio.

 

  1. En el plano de la acción y de la teoría, los grupos vanguardistas, cualesquiera que sean los desacuerdos entre ellos, aunque estén a puñetazos, tienen todos un rasgo esencial en común: niegan a los que luchan la posibilidad de gestionar por sí mismos y para sí mismos toda la situación en la que están implicados. (Tales situaciones implican acción, organización, objetivos, tácticas, reflexión y perspectivas). Si se les empuja, los grupos reconocen que los que están en un conflicto pueden decidir su propia acción y organización; pero les niegan la “conciencia” de su lucha y, a fortiori, la teoría y las perspectivas de la lucha. De este modo, dan prioridad a determinadas formas de pensamiento relativas a la propia acción. De este modo, estos especialistas de la teorización política se convierten de nuevo en superiores de aquellos para quienes acción y pensamiento son inseparables. Tal inseparabilidad es natural a cada individuo en el proceso de lucha contra la dominación social en el seno mismo de la colectividad social en la que está implicado. En numerosos grupos, la autonomía de la acción sólo es aceptable si conduce a un modelo de acontecimientos definido de antemano por los expertos como “socialista” o “revolucionario”.

 

  1. El Nuevo Movimiento no es lo que algunos, sean relativamente numerosos, organizados, estructurados o coherentes, puedan pensar o construir para liberar a otros. El Nuevo Movimiento es lo que cada uno y todos crean por sí mismos en su lucha, para su lucha, en su propio interés. La superación de los particularismos, la unificación de las reivindicaciones y su trascendencia en problemas más generales y fundamentales, las perspectivas de la lucha, todo ello sólo puede ser, en un momento dado, producto de la propia lucha. Los sindicatos hablan a menudo de unidad, la izquierda tradicional de frentes populares, de comités, etc.; pero, por ejemplo, en cada huelga donde se expresa la autonomía de acción ya nadie habla de esas cosas, pues la lucha es la expresión de todos los trabajadores en acción.

 

  1. La aparición del movimiento autónomo ha provocado la evolución del concepto de partido. En otros tiempos, el Partido, como “dirección”, se veía a sí mismo como la vanguardia revolucionaria, identificándose con el proletariado. Se veía a sí mismo como una “fracción consciente” del proletariado, que debía desempeñar un papel determinante en la elevación de la “conciencia de clase”, cuyo alto nivel sería el signo esencial de la formación del proletariado como clase. Los herederos modernos del Partido son muy conscientes de la dificultad de mantener tal posición; por lo que confían al partido o al grupo la misión muy precisa de subsanar lo que consideran deficiencias de la actividad obrera. Surgen así grupos especializados en la intervención, el enlace, la acción ejemplar, la explicación teórica, etc. Pero incluso estos “grupos” ya no pueden ejercer la función jerárquica de especialistas en el movimiento general de lucha. El Nuevo Movimiento, el de los trabajadores y demás personas en lucha, considera que todos estos elementos, los viejos grupos como los nuevos, tienen exactamente la misma importancia que sus propias acciones. Toman lo que pueden de los que vienen y rechazan lo que no les conviene. La teoría y la práctica parecen no ser más que un mismo elemento en el proceso revolucionario: ninguna puede preceder o dominar a la otra. Así pues, ningún grupo tiene un papel esencial que desempeñar.

 

  1. La revolución es un proceso. Lo que hemos podido indicar son las primeras manifestaciones de este proceso en todos los campos de la actividad social. Nadie puede decir cuánto durará este proceso, su ritmo y las formas en que progresará. Sus manifestaciones serán inevitablemente violentas, ya que ninguna clase dominante se dejará desposeer sin resistir con todas sus fuerzas. Pero esta batalla no será campal y terminará con el hundimiento del capitalismo y la instauración de “estructuras revolucionarias”. Toda una serie de acontecimientos, de los que no podemos predecir ni el lugar, ni el ámbito, ni la forma, podrían afectar a todas las estructuras sociales en todas las partes del mundo, sorprendiendo sin duda a todos tanto por su carácter repentino como por su carácter. Ningún acontecimiento constituirá la ruptura brutal y general que se espera. Nadie podría afirmar hoy que la Revolución Rusa, la Revolución Española, las insurrecciones del bloque del Este (Hungría, Polonia, etc.) o el Mayo del 68 francés fueran la Revolución. Sin embargo, cada uno de estos acontecimientos ha influido profundamente en la evolución del capitalismo y del proceso revolucionario. Si se observa el mundo actual, se puede ver que la revolución, en el sentido jacobino, está quedando progresivamente desfasada, pero que el propio proceso revolucionario se está volviendo cada vez más poderoso.

 

  1. La idea de la revolución como un acontecimiento único sigue persiguiendo no sólo a las viejas teorías marxistas o anarquistas de la destrucción o conquista del Estado mediante un enfrentamiento directo. También persigue a todos los sucedáneos más o menos modernizados de estas teorías. El Viejo Movimiento despliega interminables tesoros de ingenio y hace esfuerzos inconmensurables en sus intentos de reconstruir la organización adecuada, ya sea con la ayuda de viejas fórmulas (varias leninistas o neo-anarquistas), ya sea con nuevas fórmulas (grupos de “abandono”, comités varios, comunas, etc.) o promoviendo una nueva forma de elitismo en nombre de la “exigencia” teórica o práctica.

 

  1. Al mismo tiempo, las organizaciones que asumen tareas particulares se desarrollan en función de la lucha o de las circunstancias. Estas organizaciones se disuelven y se reforman en otro lugar. Muy a menudo presentan un carácter ambiguo, ya que suelen estar animadas por miembros de grupos que no han perdido todo su vanguardismo y tienden a sustituir ellos mismos a los que luchan. Pero, cada vez más, la existencia de tales organizaciones está estrechamente ligada a un conflicto particular y tienen que expresar los intereses de los que luchan, y permanecer bajo el control de los que luchan. Todos los intentos de mantener vivas estas organizaciones después de un conflicto o de darles otra dirección, o de unirlas a una organización política acaban en fracaso y muy a menudo conducen a la muerte de las organizaciones originales.

 

  1. Cada vez más, los individuos que luchan por sus propios intereses tienden a asumir ellos mismos todas las tareas que surgen en el transcurso de la lucha (como la coordinación de la información, el enlace, etc.). En la medida en que no se sienten con fuerzas para emprender por sí mismos tales tareas, recurren a organizaciones que les ofrecen sus servicios, como las secciones sindicales, los izquierdistas y otros grupos diversos. Las intervenciones y los enlaces de las organizaciones tradicionales desarrollan y suponen una ruptura de la autonomía, al mismo tiempo. Desarrollan la autonomía en la medida en que multiplican las aperturas y los contactos de todo tipo y dan confianza a quienes los utilizan en su lucha contra las estructuras legales establecidas. Pero son una ruptura de la autonomía en la medida en que reconducen la lucha hacia estructuras o corrientes ideológicas (como sindicatos, partidos, etc.) y en la medida en que bloquean, mediante una ideología referida al pasado, una acción, y la imaginación que acompaña a esa acción, cuyo sentido está en la dirección del futuro.

 

  1. Así pues, parece que existe un doble enfrentamiento. Las bases se enfrentan, por un lado, al capitalismo y sus estructuras y, por otro, a quienes aparentemente están en conflicto con el orden establecido, pero sueñan con construir nuevas estructuras que impondrían a quienes trabajan los conceptos de una «élite revolucionaria». Así, se está construyendo una enorme red de vínculos horizontales que toma diferentes rutas, es extremadamente móvil, tiene muchas formas, tanto efímeras como permanentes, es poderosa a través de la acumulación de buena voluntad, y que renueva los medios materiales de que dispone con una energía inimaginable. Se crea un enorme crisol de ideas y teorías, que desnuda sin concesiones las debilidades y fortalezas de cada uno: todo un proceso de autoeducación y autoorganización por y en la lucha parece haberse iniciado, y no podemos prever la forma y el final definitivo de este proceso.

 

  1. Hay quienes creen haber descubierto, en este nuevo bullir de fuerzas e ideas, el nacimiento de un nuevo movimiento de revolucionarios, de un nuevo partido. Con la ayuda de la nueva situación, intentan rejuvenecer las viejas teorías de la organización y de los partidos, o las teorías relativas a la acción directa de las minorías.

 

  1. El Nuevo Movimiento es, sin embargo, la negación misma de esas viejas teorías. Una prueba de ello es el fracaso absoluto, en términos prácticos, de todos los intentos de monopolizar en una sola organización todas las corrientes del viejo movimiento rejuvenecido y en el fracaso de englobar en una sola ideología las innumerables formas de acción y pensamiento surgidas en la lucha por parte de los implicados. La tentación de intentar agrupar a esta “vanguardia” dispar e irrecuperable en manifestaciones callejeras, proviene ella misma del pensamiento de todos aquellos que se consideran incluidos en ella. Estas manifestaciones muestran al mismo tiempo los puntos fuertes y débiles de la «élite revolucionaria». Son fuertes porque, en términos de partidos tradicionales, parecen ser numerosos y pueden desempeñar un papel no del todo desdeñable en determinados conflictos. Son débiles por su propio elitismo y por la creencia en su propia fuerza, que permite todo tipo de manipulaciones por parte de tales izquierdistas y la ilusión de que pueden sustituir por sí mismos la autoactividad de los explotados. Detrás de todas estas teorías y acciones encontramos de nuevo la idea de que uno puede hacer la revolución por los demás.

 

  1. Ya hemos subrayado que las nuevas formas de lucha que testimonian la existencia del Nuevo Movimiento son formas transitorias, moldeadas por las circunstancias mismas de una lucha en un momento dado, y que en los intentos de desarmar a los que luchan y de superar la crisis que abrió tales luchas, el capitalismo intenta utilizar y sacar provecho de lo que la práctica de la lucha ha arrojado, para sus propios fines. Encontramos que esto ocurre inevitablemente en los sectores más “dinámicos” de las estructuras de dominación, aquellas estructuras que regimentan a los explotados: empresas “progresistas”, sindicatos, partidos, etc. La autogestión establecida por decreto del poder estatal (cualquiera que sea el Estado) no es más que una tentativa entre otras de adaptación de las estructuras de la dominación capitalista. Pero como todas esas adaptaciones sólo consiguen crear nuevas formas de lucha y desarrollar nuevas luchas por la emancipación. Todos aquellos que confunden la verdadera autonomía de la lucha con su recuperación (nunca completa) quieren negar la dialéctica del proceso de lucha. Quieren imponer su “ciencia teórica” a la clase obrera con el pretexto de advertirle que evite caer en la trampa de la autogestión, etc. En realidad, los que luchan saben mejor que la mayoría de los ideólogos de los nuevos grupos distinguir, en su práctica, entre la autonomía dictada por sus propios intereses y los intentos de integración dictados por los intereses del capital.

 

  1. Lo que ocurre en los conflictos hace aguda justicia a todas las reivindicaciones de los grupos de izquierda: una de las características del Nuevo Movimiento, el movimiento de los propios explotados, es escarmentar las pretensiones de las «minorías» o de las «élites revolucionarias» de ser este Nuevo Movimiento y reducirlas al papel que les asignan los que luchan. La existencia y el rol de un grupo revolucionario se transforman así radicalmente. La pretensión de universalidad de dicho grupo se reduce a un elemento de una experiencia entre otras. Toda teorización no es más que una parte de un todo, y se entiende como tal. Además, la transformación de las actitudes hacia los valores tradicionales del capitalismo y las instituciones ligadas a ellos es al menos tan importante como la propia lucha, y está estrechamente ligada a su evolución. Esta transformación es una parte importante del proceso revolucionario.

 

  1. Una crítica basada en los hechos concierne a todos los aspectos de la teoría, incluidos todos los conceptos de organización. La implicación que emprendemos nosotros mismos está motivada sobre todo por nuestra experiencia personal de las relaciones sociales en un mundo capitalista. Esta experiencia, las reflexiones sobre sus consecuencias y las conclusiones que extraemos de ella no son nunca más que un aspecto particularizado de la vida, en un mundo tan vasto y que contiene profundidades de interrelación tan desconocidas y que está en constante transformación; nadie puede pretender poseer una verdad distinta de la suya, que sitúa al mismo nivel que todas las demás verdades.

 

  1. Incluso cuando las personas se reúnen con otras para reflexionar o realizar alguna actividad conjunta, cada individuo actúa en primer lugar sólo para sí mismo. La reflexión y la acción de un grupo no tienen más valor que las de cualquier otro grupo similar. Cualesquiera que sean las «tareas» que se proponga un grupo, cualquiera que sea el nivel de generalización de su intervención, o de su pensamiento, de ninguna manera puede concluir de su propia existencia que tiene una posición superior a la de cualquier otro grupo similar, o a la de la propia organización del movimiento de lucha, tal como aparece en el Nuevo Movimiento.

 

  1. Los grupos y las organizaciones siempre han existido en diversas formas, haciendo diversas reivindicaciones. Su multiplicación en la actualidad es un factor positivo y demuestra precisamente que cada grupo se desarrolla según las circunstancias particulares de quienes lo forman. Todo este texto ha tenido por objeto definir lo que podría ser la orientación general del trabajo de un grupo de este tipo, que podría precisarse más en relación con el Nuevo Movimiento tal como ha sido esbozado anteriormente. La propia concepción del Nuevo Movimiento, tal como la hemos abordado en este texto, se irá transformando a medida que continúe la evolución del proceso revolucionario. El Nuevo Movimiento no es un absoluto inmutable sino, una práctica en constante cambio de la que no podemos prever el futuro.

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Una Breve biografía.

Henri Simon, nacido el 25 de noviembre de 1922 en Rozay-en-Brie (Seine et Marne) y fallecido este mes de diciembre de 2024. Fue un militante marxistas francés y defensor del comunismo de consejos, durante su juventud estuvo comprometido a la lucha sindical, llegando a ser secretario de la sección AGVIE de la Confederación General del Trabajo (CGT)[1], de la cual se mantendría como miembro hasta 1954, año en el cual sería destituido por sus críticas hacia el colaboracionismo de clases de la central sindical francesa. Paralelamente se acercaría al grupo marxista Socialismo o Barbarie, que existió entre 1948-1965 y del que participarán importantes referentes del marxismo y la ultraizquierda de la segunda mitad del siglo XX, como Cornelius Castoriadis, Claude Lefort, Guy Debord y el mismo Henri Simon. Después del golpe de Estado de De Gaulle en mayo de 1958, SoB creció en número, pasando de ser 20 militantes a más de 100 y ser compuesto por sobre todo estudiantes radicales. Durante ese tiempo, los debates al interior del grupo sobre cómo organizarse tendieron a favor de levantar un Partido centralizado que organizará la lucha obrera contra el “fascismo” de la administración de De Gaulle.

A esta tesis sostenida principalmente por Castoriadis, se le oponía una minoría compuesta por Claude Lefort, Henri Simon, entre otros, que a diferencia del centralismo de Castoriadis “promovía organizarse a través de células obreras autónomas donde se discutieran todos los problemas del grupo, incluso la línea general discutida en asambleas generales. Cada uno podía expresar sus propias ideas en cualquier momento y por cualquier medio”[2]. Estas divergencias llevarían a Claude Lefort y Henri Simon a salirse de Socialismo o Barbarie en ese mismo año[3]. Tras su salida de SoB fundaría junto a Lefort la Informations Liaisons Ouvrières (ILO), organización de corta duración «compuesta esencialmente por académicos y estudiantes [provenientes SoB] cuya tarea era alentar y apoyar a los grupos empresariales autónomos»[4]. De esta organización derivaría otro grupo, inicialmente vinculado con la ILO y pensado como un «Comité Interfábrica» donde se reunían trabajadores para discutir y realizar una práctica extrasindical, este grupo pasaría a llamarse Informations et Correspondances Ouvrières (ICO) tras la disolución de ILO en 1962.

El periódico de la ICO informaba sobre la situación y las luchas en cada fábrica según los informes de las reuniones regulares y había una especie de consenso en torno a la actividad autónoma más que a una declaración política. Los participantes eran de diversos orígenes, anarquistas, marxistas o militantes no alineados, pero unidos por un fuerte sentimiento sobre la lucha de clases[5].

“Prácticamente todos los participantes en la ICO eran trabajadores que, opuestos a los sindicatos, compartían su experiencia como trabajadores, y su experiencia de la difícil lucha entre la explotación patronal y la burocracia sindical. La ICO continuó en esta forma prácticamente hasta 1968, luego todo se revirtió en mayo del 68 con una afluencia de no obreros, y con esta afluencia una mutación hacia un grupo político, lo que, a su vez, llevó a la fragmentación del grupo en torno a orientaciones ideológicas”[6].

ICO alcanzaría su momento de mayor relevancia durante el 68 Francés, momento donde tomarían la posición de no ser ellos quiénes organicen a la clase obrera, sino fomentar la autonomía en todos los espacios. Finalmente se disolverán en 1975, según relata él mismo Henri Simon, el fin de ICO fue “debido a las profundas divergencias sobre el papel del proletariado: algunos preveían un aumento de las luchas que justificaría una perspectiva revolucionaria (lo que llevó al resurgimiento de los viejos debates sobre el papel de las organizaciones y a una división irreductible entre las corrientes marxista y anarquista); otros pensaban que el papel del proletariado ya no era central para las perspectivas de una transformación comunista de la sociedad”[7].

Para 1975, tras la autodisolución de ICO, Henri Simon participa del Boletín Échanges et Mouvement, una red internacional compuesta por militantes de izquierda provenientes de diversas organizaciones que tenían como puntos comunes, el abstencionismo, el rechazo al trabajo y la comprensión de la necesidad del estudio de la lucha de clases en el mundo, así como de informar sobre esta. Entre los grupos que lo compondrían destacan: ex miembros del grupo británico Solidarity; otros miembros de ICO como el mismo Henri Simon; algunos miembros de «Daad en Gedachte» (Acción y Pensamiento), grupo comunista de consejo holandés y; algunos militantes ultraizquierdistas belgas que se agruparon entorno a la revista Liaisons[8].

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Referencias.

[1] https://maitron.fr/spip.php?article24556

[2] https://libcom.org/article/1958-1998-communism-france-socialisme-ou-barbarie-ico-and-echanges

[3] Idem.

[4] Simon, Henri, De la scission avec Socialisme ou Barbarie à la rupture avec I.C.O. (entretien avec Henri Simon), Anti-Mhytes n°6, 1975

[5] https://libcom.org/article/1958-1998-communism-france-socialisme-ou-barbarie-ico-and-echanges

[6] https://libcom.org/article/workers-inquiry-socialisme-ou-barbarie

[7] idem.

[8] https://libcom.org/article/echanges-bulletin-network-echanges-et-mouvement-1975-1996

Autor: colapsoydesvio

ig: https://www.instagram.com/colapsoydesvio/