Por: Amapola Fuentes.
Para: Colapso y Desvío y Plataforma_Endosimbiótica.
El presente texto es el primer resultado preliminar de un proceso de investigación interdisciplinaria entre filosofía, biología y ética, que tiene como objetivo colaborar en una construcción conceptual y práctica desde la cual posicionarse en este momento histórico – de capitalismo mundial integrado, de procesos de hiper-automatización, de deshumanización, descomposición del entretejido social y de subsunción formal de la vida a las relaciones sociales capitalistas, bajo sus técnicas y tecnologías. Para esto, se hace un análisis comparado entre las corrientes éticas tradicionales, con sus alcances, tratando de construir una propuesta ética que supere a las estéticas postcapitalistas, inspirándose en un ímpetu anti-antropocentrista, que observe las redes de co-existencia de otras formas de vida, y que se confrontan no solamente con la ética neoliberal actual, sino que con todo el legado evolucionista darwiniano y sus especulaciones en cuanto al rol histórico y “natural” que ocupa la humanidad dentro de una biósfera de la que parece cada vez más desprendido.
Revisar el mundo como técnica, desde Benjamin, para luego pasar a la técnica capitalista, en Marx, y a la Cosmotécnica en Hui, nos sirve como marco referencial para anclarnos en una lectura de un presente que se nos aparece (y que nos atraviesa) como desoladora, colapsada y desesperanzadora. Es desde esa desesperanza que surge la desesperación y la urgencia por cuestionar cuál es el espacio que ocupamos como especie, y resignificar nuestras prácticas cotidianas, optando por nuevos prismas y subjetivaciones, que abran el
espacio a la permeabilidad como característica de una adaptabilidad que pareciera coptada por un modelo de relaciones sociales que tiende a la reificación y a la devastación constante. La crisis no es un estatus emergente, sino que una constante, y la salida pareciera encontrarse en la disolución distribuida de los engranajes de poder en post de vínculos horizontales y micorrizales.
Palabras clave: Simpoiesis, ética, capitalismo, micorrizas, interdiscipliariedad.
Introducción.
Los ensayos académicos tienden a tener la necesidad de estar escritos en tercera persona. Sin embargo, en la introducción, hablaré en primera persona, y es precisamente porque este entramado teórico-conceptual surgió desde una experiencia profesional e intelectual profundamente íntima. Me encontraba ejerciendo la docencia en filosofía, que es lo que estudié, y dentro de las unidades de los IV medio, se encuentra el contenido de ética. Dentro de las exigencias curriculares están los contenidos tradicionales en cuanto a la definición de ética, sus diferencias con la moral, y los autores de siempre, que suelen ser pasados a modo de listado, casi como si la asignatura de filosofía fuese Historia de la filosofía. Con esto no estoy diciendo que haya que desechar la práctica en las aulas de hablar de Aristóteles o Kant. Para nada, pero creo que hay que cambiar el enfoque pedagógico, y, sobre todo, de la filosofía como una herramienta para la transformación y acción social, más que para cumplir con una checklist de contenidos curriculares elementales. Fue ahí, y gracias a la libertad de contenidos que me entregó el establecimiento de turno, que me pregunté si podría haber alguna manera de introducir a Anna Tsing y Donna Haraway entremedio de la teleología, la deontología y el utilitarismo. Y claro que se puede.
Finalmente, haciendo el hilado correcto, puedes entrelazar todo y darle sentido y direcciones – en plural. Al hablarles, luego de las corrientes éticas tradicionales, de otras corrientes contemporáneas, como la ética del cuidado, de Carol Gilligan, o las ideas que tiene Anna Tsing, antropóloga, respecto al micelio, varias estudiantes expresaron su emoción: y es que las nuevas generaciones, por su parte, guardan sorpresas. En este caso, la sorpresa de un interés profundo por reinos de formas de vida no antropocéntricos, que tienen sus propias lógicas, formas de adaptarse y de regularse. Esa fue la primera práctica de divulgación de lo que sería este texto, que ha sido profundizado luego de un primer encuentro de talleres en Plataforma_Endosimbiótica (espacio en donde no sólo colaboro, sino que soy del comité creador). Y, para nada será el último paso de una investigación que pretende, como micorriza, extenderse y fortalecerse cada vez más, tratando de escapar de el desencanto que produce un mundo que está en evidente derrumbe, y el aceleracionismo sólo propone gestionar un declive que, sabemos, nos va a golpear más a unxs que a otrxs. Esta propuesta busca que, en realidad, tengamos abierta la percepción a que vivimos bajo una técnica específica de producción de identidades y márgenes, y que podamos expandirnos, desde líneas de fuga, a habitar otras formas de relacionarnos con/en el mundo. Out the Woods collective, en su texto “Comunismo de desastre”, entrega distintos antecedentes de momentos de catástrofe en los que la humanidad, ante la falta de apoyo de una gubernamentalidad fragmentada, y la urgencia por la supervivencia, activa redes solidarias de protección, logística y distribución, para suplir todo aquel espacio que hemos dejado en manos de la institucionalidad. El problema, según el texto, es que ese espacio de suspensión de la institucionalidad, dado por la catástrofe, y que es llamado “comunismo de desastre”, es algo efímero, transitorio, que viene a parchar a la gubernamentalidad hasta que esta retorna a sus labores, en vez de convertirse en un espacio permanente, en donde la difusión de la institucionalidad burguesa termina de disolverse. Para esa disolución, es decir, para el paso de un comunismo de desastre hacia una comunización de desastre, tendría que existir una voluntad colectiva de transformar las formas de concebir la vida pública, la política, y nuestras propias interacciones. Esto requiere de sacrificio, y de abandonar la comodidad, junto con dejar atrás un acomplamiento de identidades que, cual industrialización de la mente, se nos insertan todo el tiempo a través de la propaganda, los medios de comunicación, el trabajo asalariado, los roles de género, los discursos de las clases dominantes, etc.
Requiere, en definitiva, de preparación. Y esta investigación busca aportar a esa preparación re-pensando, destruyendo y co-construyendo nuevas perspectivas perceptuales y epocales de quiénes somos, quienes podemos llegar a ser, bajo el prisma de microvidas que dejamos muchas veces en el olvido, pero que siguen operando desde lo subterráneo y lo subalterno.
Out of the Woods significa Fuera/salir del bosque. Yo nos invito, más bien, a adentrarnos en los bosques, en los bosques que existen en medio de la urbanización, y a traer aspectos de ese bosque a ella, y enraizarlos. No habrá un postcapitalismo enfrentable si no es en conjunto.
Parte 1: Contraposición de Éticas en el contexto capitalista y neoliberal
El objetivo de esta primera parte es simple: Mediante análisis filosófico comparado, introducir las distintas corrientes éticas occidentales (como el utilitarismo y la teleología) y contrastarlas con enfoques éticos alternativos que escapan de la lógica capitalista.
El mundo como técnica
Cuando Walter Benjamin se refiere a que el mundo es técnica (en su aclamado artículo La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica), está abordando una de sus ideas clave sobre la relación entre la tecnología, la cultura y la percepción humana. Esta afirmación es parte de su crítica al impacto de la modernidad y las tecnologías de producción en la experiencia estética y política. En particular, se relaciona con su análisis de la reproducción técnica en su famoso ensayo.
Para él, la técnica no es solo una herramienta neutral, sino que es ideológica, a la vez que los medios técnicos que se utilizan definen las condiciones de nuestra percepción y nuestra interacción con el mundo. La reproducción técnica (como la impresión de una pintura, la grabación de un sonido, o la filmación de una escena), en sus distintos contextos históricos, cambia el contexto original de la obra, y a través de estos procesos de reproducción masiva, la autenticidad y el aura de las obras de arte se diluyen.
Hay, así, un vínculo triádico estrechísimo entre Técnica – Percepción epocal -Estética, siendo la estética una forma de sensibilidad que nos atraviesa y a través de la cual se articula nuestra experiencia, precisamente, con el mundo sensible. Aisthesis, lo que recogemos a través de los sentidos, no es algo neutro, para Benjamin, sino que se encuentra bajo distintas narrativas, productividades y propagandas. La estética, cuando se encuentra encuadrada dentro de una percepción epocal, lo hace a través de la técnica determinada y que es propia de su época. La percepción epocal, es decir, el conjunto de configuraciones sensoriales y sensitivas que articulan nuestra experiencia con/en el mundo, está determinada por la técnica a través de la cual se produce el mundo como tal.
Esto tiene distintos resultados, entre los cuales podemos mencionar la tecnificación de la percepción; la pérdida de “lo auténtico” y el impacto político y social que está asociado a esto. Cuando surgió la imprenta, hubo un cambio significativo en cuanto a las posibilidades de dejar registro, y se expandió el habito escritural. Hoy en día, podemos hacer la comparación con los celulares, que nos permiten tener repositorios y archivos personales incluso en lugares en donde antes, más que obsesión por la reproducción de la experiencia, existía el disfrute de la experiencia como tal. Antes, los conciertos se experimentaban, eran una experiencia estética sensible que tenía un carácter de autenticidad en su propio momento. Ahora, lo prioritario es poder hacer una captura inmóvil de un momento del mismo, para reproducirlo posteriormente. No estamos haciendo una critica moralista a si esto es algo bueno o malo, sólo estamos visibilizando cómo distintas técnicas y tecnologías alteran nuestra manera de interactuar y experimentar el mundo.
Técnica capitalista (Marx)
Si el mundo es técnica, es indispensable señalar que la técnica actual es la capitalista. Dentro de esta técnica, lo fundamental es la Forma valor = dinero.
La forma valor describe cómo el valor de las mercancías se expresa en una sociedad capitalista. La transformación y reducción de las mercancías en dinero es lo que permite que se dé una comparación general entre los valores, pero esta forma también oculta las relaciones de explotación y trabajo que están detrás de todo el proceso. La fetichización es la forma en que el valor parece tener una existencia propia, separada del trabajo humano que lo produce. Incluso, fenómenos históricos propios de la revolución industrial, como la división social del trabajo, permitieron que ese proceso de ocultamiento, de velo, entre el consumidor y la mercancía, se encuentre más fetichizado. Nuestra única manera de interactuar con el mundo de las mercancías es a través de sus fantasmagorías: lo que logra escapar y ser visto, gracias al valor de uso, de cambio y de exhibición que se abre con el germen del dinero.
Dentro de la técnica capitalista en Marx, es vital comprender cómo el desarrollo tecnológico y las innovaciones en los procesos de producción son determinadas por la lógica del capitalismo. Por una parte, encontramos la optimización del trabajo como una urgencia, que lleva a procesos de industrialización y automatización, que, de la mano con la producción en masa, facilitan una mayor producción a un menor costo. Igualmente, se da la alienación del trabajo, lo que significa que los trabajadores se vuelven extraños a su propia labor. En este contexto, la industrialización y la producción en masa separan al trabajador del producto que crea, del proceso productivo y de su propia creatividad, reduciéndolo a una pieza del sistema. En lugar de realizar un trabajo significativo, solo cumple una función mecánica para generar ganancias a otros. Dentro de esta técnica, el trabajador, forzado a ocupar este rol social y productivo, se convierte en un instrumento de explotación, es decir que son explotados porque su trabajo genera valor, pero no reciben una compensación justa por ello. En el capitalismo, según Marx, el empleador se apropia de la plusvalía (el valor extra que el trabajador produce más allá de su salario), convirtiéndolo en un objeto de explotación para maximizar ganancias. Finalmente – en realidad, este apartado podría ser mucho más extenso, pero para términos de la divulgación actual, debemos acotar el marco -, se da un desarrollo desigual, ya que el crecimiento económico y tecnológico no beneficia a todos por igual. En el contexto marxiano, significa que el capitalismo genera progreso en algunas áreas (como la industria y la tecnología), pero al mismo tiempo mantiene o agrava desigualdades entre países, clases sociales o sectores económicos. Algunos prosperan mientras otros quedan rezagados o empobrecidos. Todo esto, finalmente, además de perpetuar la forma valor, perpetúa la sociedad de clases.
Para Marx, la técnica capitalista no es una cuestión neutra o natural de avance tecnológico, sino que está subordinada a las necesidades del capital. Las innovaciones tecnológicas en un sistema capitalista son siempre impulsadas por el interés de maximizar la ganancia, aumentar la productividad y explotar más a los trabajadores, lo que resulta en una profunda transformación de las relaciones laborales y sociales; llegando incluso a transformar la propia noción de la vida, enfocada en el trabajo y en producir, como si ambas materialidades y subjetivaciones fuesen aquello para lo que nacimos.
Cosmotécnica – Yuk Hui
Yuk Hui, por su parte propone la cosmotécnica como teoría de la tecnología que integra la cosmovisión humana y la tecnología en una relación profunda y dinámica. Hui propone que, a lo largo de la historia, las culturas han desarrollado diferentes sistemas técnicos y tecnológicos que están imbricados con sus visiones del mundo, sus valores y su comprensión del cosmos. La cosmotécnica no solo se centra en la tecnología como un conjunto de herramientas, sino que la entiende como una forma de organizar y modelar el mundo, y de establecer la relación entre el ser humano, la naturaleza y el universo.
Aquí es necesario detenernos a señalar algo fundamental: Oswald Spengler, en El hombre y la técnica, ejemplifica que el águila, para poder satisfacer sus necesidades básicas – alimentarse – no necesita de nada más que sus garras y su pico para cazar. El ser humano, en cambio, no cuenta con las herramientas biológicas suficientes para poder subsistir en un medio hostil y demandante. Es desde su necesidad de adaptarse que, haciendo uso de la razón, comienza a crear distintas herramientas para protegerse, facilitar su día a día, y preservar su especie. Más allá de especulaciones ancestrales al respecto, si tenemos certeza de que el ser humano constantemente ha hecho uso de la Razón, como facultad, para construir herramientas que suplan aquello que con su propio cuerpo no pueden realizar. Todas estas herramientas también son tecnologías, que han tenidos sus técnicas e inteligencias artesanales. No solamente es tecnología un notebook, una IA o un espacio ciberfísico. Desmitifiquemos eso. Porque es precisamente desde esa idea de tecnología que Hui construye el concepto de Cosmotécnica.
¿Cosmotécnica capitalista?
Sin embargo, para Hui, el capitalismo también cuenta con una Cosmotécnica propia, que es la bélica. En este contexto, las tecnologías no solo buscan eficiencia y productividad, sino que también se utilizan para organizar la guerra, ya sea a través de la industria armamentística, el control social o la vigilancia. La cosmotécnica bélica refleja cómo el capitalismo, en su afán de expansión y acumulación de poder, configura una tecnología que está al servicio de la violencia y de la supremacía económica y política. Entonces, se centra en el control, la dominación y la producción de poder.
Otra investigación que estoy realizando propone que, así como ser una Cosmotécnica bélica, la capitalista es una técnica del desecho – consecuencia del hieprconsumo, del tecnofósil, de lo no biodegradable. Pero ya habrá momento de divulgar eso en otro texto.
El fin capitalista del mundo
Teniendo claro que el mundo es técnica, y que la (cosmo)técnica actual es la capitalista, ¿Qué significaría que el capitalismo llegue a su fin?
Neoliberalismo
El neoliberalismo es una ideología económica que promueve la liberación del mercado, la mínima intervención del Estado en la economía y la privatización de bienes y servicios básicos. Este enfoque, sin duda, favorece el individualismo y la competencia como motores de progreso.
El neoliberalismo surgió como una corriente económica en Europa, especialmente en Reino Unido y Estados Unidos durante las décadas de 1970 y 1980, promoviendo, como ya mencionamos, el libre mercado, la privatización, la desregulación y la reducción del Estado en la economía. Su teoría fue influenciada por economistas como Friedrich Hayek y Milton Friedman.
En Chile, el neoliberalismo llegó tras el golpe de Estado de 1973, cuando el gobierno militar de Augusto Pinochet adoptó políticas neoliberales. Este cambio fue impulsado por economistas conocidos como «los Chicago Boys», formados en la Universidad de Chicago bajo la influencia de Friedman. Estas políticas incluyeron la privatización de empresas estatales, la apertura comercial y la desregulación del mercado. Todo esto afectó profundamente las relaciones sociales en los territorios en los que se impuso el modelo económico neoliberalista, ¿Por qué?
Ha tenido un impacto en la cooperación. Y es que el neoliberalismo promueve la competencia en lugar de la cooperación. Esto puede generar desconfianza y aislamiento entre las personas, ya que el valor de cada individuo se mide en función de su capacidad de producir o consumir. Igualmente, exacerba la lógica del éxito personal, al señalar que el énfasis en el éxito individual y la acumulación de riqueza puede llevar a relaciones más superficiales y menos orientadas a la solidaridad. Todo esto no ha hecho más que reforzar lo que Gÿorgy Lukacs definió como estratificaciones de clase: clase media, clase gerencial, clase vectorialista.
¿Existe algo así como una ética neoliberal?
Ética: Del latín ethĭcus, y este del griego ἠθικός ēthikós; la forma femenina, del latín tardío ethĭca, y este del griego ἠθική ēthikḗ. Refiere al conjunto de normas morales que rigen la conducta en sociedad en cualquier ámbito de la vida
En la ética neoliberal la responsabilidad individual es central. Cada persona es vista como responsable de su propio éxito o fracaso, y se espera que maximice sus oportunidades en un mercado competitivo. Y, precisamente, ese mercado competitivo es el componente central y ordenador de la sociedad. Dentro del neoliberalismo, se cree que el mercado libre debe ser el motor de la sociedad, y los individuos deben adaptarse a las dinámicas del mercado para lograr su bienestar. También se desarrollan los mitos de la meritocracia y el esfuerzo. La ética neoliberal valora el esfuerzo personal y el mérito, considerando que la acumulación de riqueza es un reflejo del talento y la dedicación individual.
Dentro de esto, existe una desigualdad naturalizada, que es vista como una consecuencia natural de la competencia, y no como un problema estructural que deba ser corregido mediante políticas públicas.
Se da la exaltación del consumo como componente de valor individual. En una sociedad neoliberal, la identidad y valía de las personas tienden a asociarse con lo que consumen, lo que lleva a una cultura materialista. Esto lleva, obviamente, a la desigualdad: De partida, porque al existir una sociedad de clases, no todxs pueden acceder a lo mismo. También, porque el neoliberalismo intensifica las desigualdades sociales, lo que afecta la cohesión social y crea fracturas entre diferentes clases sociales. La ética del neoliberalismo tiende a justificar estas desigualdades, promoviendo la idea de que cada persona es responsable de su propio éxito o fracaso.
Finalmente, se fomenta un comportamiento orientado hacia la competencia, el individualismo y la acumulación de recursos en lugar de la cooperación o la equidad social.
Nunca dejamos de ser seres humanos míticos. Ese salto del mito al Logos del que se habla en la filosofía por lo general no ha sido un salto tan definitivo. Diríamos, más bien, que estamos yendo y viniendo todo el tiempo. Y es que, tanto el capitalismo como el neoliberalismo cuentan con sus propis mitos fundadores. Por ejemplo, que el capitalismo es el modelo que más riqueza produce, o que es el mejor modelo económico. O que se encuentra en crisis hoy – siempre está en crisis, es su manera de actualizarse. O, eslóganes tan aberrantes, resultado de la mitología meritócrata de que “el pobre es porque quiere”. Pero, sin duda, el mayor mito es considerar al Capital como un ente suprasensible, con capacidades de adaptación. Nada más lejos de la realidad. Es una maquinaria de dar muerte, con cadáveres cotidianamente visibles.
Teorías Éticas Tradicionales
Utilitarismo (Bentham/Mill)
Corriente ética que sostiene que una acción es moralmente correcta si produce la mayor felicidad o bienestar para el mayor número de personas. Su principal exponente es John Stuart Mill, aunque también lo desarrolló Jeremy Bentham.
Pero… ¿Se puede medir la felicidad o el bienestar? ¿Qué pasaría con las minorías?
¿Es esta ética adecuada para una sociedad donde el capitalismo lleva a la desigualdad y la explotación?
Ética Teleológica (Aristóteles)
El telos es un concepto filosófico que se refiere al fin o propósito de algo, según Aristóteles. La palabra telos proviene del griego τέλος que significa «fin», «objetivo», «propósito» o «meta». La teleología aristotélica, dentro de su ética, sostiene que toda acción humana tiene un fin último: la eudaimonía (florecimiento o felicidad plena).
Pero… ¿Hay realmente un único concepto de felicidad? ¿No depende del contexto social, económico y cultural? ¿Se pueden resolver conflictos con esta postura?
¿Cómo se aplica en un mundo donde el telos está dominado por la acumulación de capital?
Deontología (Kant)
Sostiene que una acción es moralmente correcta si se ajusta a un deber universal y respeta la dignidad humana, sin importar sus consecuencias. Se basa en el imperativo categórico, que ordena actuar solo según principios que podrían convertirse en leyes universales.
Imperativo categórico: “Actúa de forma tal que tus acciones aspiren a ser máxima universal”. Autonomía de la voluntad. Respeto por la dignidad humana. Ética del deber, y reino de los fines.
Pero… ¿No será una postura demasiado racionalista? ¿Qué principios pueden universalizarse siempre? ¿No aspira a ser demasiado totalizante al abordar todo?
Igualmente, todas estas corrientes éticas, que intentan demarcar un esquema axiológico y abstracto a través del cual dictar pautas morales, se encuentran con que en la actualidad existen dispositivos, agenciamientos e institucionalidades criminalizadoras y devastadoras de toda forma de vida. Ninguna de estas perspectivas éticas puede dar respuestas materiales al mundo como (cosmo)técnica capitalista, con una era geológica determinada.
CAPITALOCENO
Con fines de preferencia conceptual, generaremos la diferencia entre medio ambiente y ecosistema. Esto, debido a que medio ambiente se suele asociar con el entorno físico, material, biológico y tangible en el que se desenvuelven e interactúan los seres vivos, mientras que ecosistema se entiende como un sistema situado y creado por una comunidad de formas de vida que coexisten en un espacio determinado, con sus interacciones, de manera simbiótica (conectada y desde la colaboración). El ecosistema se refiere, entonces, a una unidad, mientras que el medio ambiente tiene una perspectiva de un afuera – un entorno, o, como dice, un medio, y no un fin. Y, como la idea es generar un acercamiento no invasivo al bosque, se pretende retomar la noción de que la especie humana también es parte de un ecosistema, o que puede, al menos de manera temporal, formar una unidad, en este caso, mediante prácticas de reconocimiento del entorno natural, y de construcción de biomateriales de manera no invasiva. De la misma manera, el medio ambientalismo se enfoca principalmente en la conservación y protección (aspectos sumamente necesarios en un contexto de crisis planetaria), mientras que el ecologismo se vuelca a una modificación en la totalidad de nuestro estilo de vida hacia otras lógicas que buscan romper con la noción de que la especie humana no sólo se encuentra separada de la naturaleza, sino que está sobre ella – un imaginario muy propio del régimen antropocéntrico imperante e, incluso más lejos, de la tipificación Antropoceno; una tipificación que se popularizó en el año 2002 de la mano de Paul Crutzen en el artículo “Geology of Humankind”.
Durante los últimos tres siglos, los efectos de los seres humanos en el medioambiente mundial se han intensificado. Debido a estas emisiones antropogénicas de dióxido de carbono, el clima global puede desviarse significativamente del comportamiento natural durante muchos milenios porvenir. Parece apropiado asignar el término ‘Antropoceno’ a la época geológica presente, en muchos sentidos dominada por los humanos, que complementa al Holoceno, el período cálido de los últimos 10 a 12 milenios
En este artículo, Cutzer profundizó en la idea de que la era geológica del Holoceno había llegado a su fin alrededor de 1950, cuando el ser humano se convirtió en uno de los principales agentes de alteraciones geofísicas (con, por ejemplo, la liberación a la atmosfera de plutonio 239 luego de las explosiones nucleares de Hiroshima y Nagasaki). Si bien esta era geológica fue desestimada recientemente en la Subcomisión Internacional de Estratigrafía del Cuaternario, seguiremos haciendo uso a ella para designar un estado de alerta tanto para el presente como para el futuro, y nos servirá de marco referencial para algo aún más importante.
Ramón Fernández Duran, en su texto El Antropoceno: La expansión del capitalismo global choca con la biosfera, dejaría un capítulo llamado “El capitalismo global se convierte en el principal agente geomorfológico”. Con esto, dijo “si… los humanos somos responsables… pero, ¿todos los humanos por igual? ¿O algunos más que otros?”. Desde ahí, Jason Moore acuñaría, en su texto El capitalismo en la trama de la vida, el concepto de Capitaloceno, para referirse a que es el modelo económico (y de relaciones sociales) capitalista el que está causando estragos en el ecosistema en su totalidad, al reducir el planeta a una serie de recursos, con su propio valor monetario. Necesitábamos mencionar el título del texto de Moore para sostener que nuestro enfoque es ecologista más que medio ambientalista justamente por eso: a largo plazo, debemos sacar el capitalismo de la trama de la vida, y volver a incluirnos en esta misma trama, como especie humana. Y esta mediación busca lo mismo. Tener lógicas de conservación y protección, pero, igualmente, cambiar el foco en el lugar que ocupamos como especie a nivel ecosistémico.
El antropoceno, el resumen, designa a una era geológica (descartada) en donde se señala que la humanidad es responsable de la crisis ecológica por es un agente de alteraciones geofísicas. El capitaloceno responde: ¿Toda la humanidad por igual?
El «Capitaloceno» es, entonces, un término que describe cómo el capitalismo ha moldeado el mundo hasta el punto de influir en el clima, la biodiversidad y las relaciones humanas.
La ética en el capitalismo promueve la competencia y el individualismo como valores centrales, así como la reificación de toda materia y forma de vida en “recursos” naturales sujetos a explotación y depredación. Igualmente, reduce la moral a la maximización del beneficio y el crecimiento económico. Finalmente, mercantiliza la vida y las relaciones humanas (ejemplo: salud, educación y afectos medidos en términos de rentabilidad).
Enfoques Éticos Alternativos
Las filosofías indígenas, en general, al no responder a los paradigmas de las lógicas capitalistas, y rehuir de ese carácter expansivo de la forma valor, han logrado construir otra cosmovisión y otros tejidos sociales. Dan especial énfasis en la comunidad y el equilibrio con la naturaleza. También tienden a la interdependencia en lugar del individualismo: “el bienestar del individuo depende del bienestar de la comunidad y la Tierra”. Ejemplo de esto podemos verlo en el concepto del “buen vivir” (sumak kawsay en quechua), que rechaza la idea de desarrollo basado en el crecimiento económico ilimitado
Otro enfoque ético alternativo es la Ecología profunda. En esta, la naturaleza no es un recurso, sino un ente con “valor” no capitalista propio. También postula una postura anti antropocéntrica, ya que, al considerar a la naturaleza como un ente en conjunto, destruye toda forma de jerarquía prometéica, priorizando la interconexión en la biósfera. Otro aspecto relevante de esta perspectiva es que hace una crítica totalmente necesaria a la ecología “superficial”, que podemos apreciar en el capitalismo verde y el desarrollo sustentable, a Starbucks reciclando productos, sin modificar en lo más mínimo o cuestionar el modelo de producción capitalista.
También, nos encontramos con el feminismo y ética del cuidado, desarrollada por Carol Gilligan. Esta perspectiva critica la ética jerárquica e individualista, proponiendo el cuidado mutuo como principio ético. Esto, igualmente, tensiona la idea especulativa ancestral de que el rol de cuidado está asignado al sexo-género mujer, y que ha sido replicado desde los roles binarios y los imaginarios de género, ya que plantea que los cuidados deben ser transversales y la base de una sociedad. Plantea que la moral no debe basarse solo en principios universales (como en Kant o el utilitarismo), sino en las relaciones, la empatía y la responsabilidad hacia lxs otrxs.
Parte 2: ¿Cómo podría estar TODO interconectado? La Ética Micelar y la construcción de redes colaborativas
En esta segunda parte, vamos a adentrarnos a una hibridación interdisciplinaria con la microbiología, logrando desarrollar la noción de ética micelar, profundizar en sus implicaciones filosóficas y prácticas.
“Teoría” de la endosimbiosis en serie (Lynn Margulis)
La endosimbiosis serial, propuesta por la microbióloga y genetista Lynn Margulis, es una “teoría” que explica el origen de las células eucariotas (las que componen animales, plantas y hongos) a partir de la cooperación entre organismos unicelulares – señalar que las comillas en “teoría” es porque, cuando lo planteó, era eso, una teoría, pero que ya ha sido ampliamente comprobada en las comunidades científicas.
Según esta teoría, las células eucariotas surgieron cuando una célula primitiva absorbió a otras bacterias, sin la finalidad de digerirlas o desintegrarlas. En lugar de ser destruidas, estas bacterias empezaron a vivir dentro de la célula huésped en una relación simbiótica, aportando a la célula funciones adaptativas, a cambio de dar a las bacterias un entorno nuevo en el que habitar, evolucionando con el tiempo hasta convertirse en orgánulos, tales como:
Mitocondrias → Procedentes de bacterias aeróbicas (permiten la respiración celular).
Cloroplastos → Procedentes de cianobacterias (permiten la fotosíntesis en plantas y algas).
Este proceso de cooperación entre organismos distintos, en lugar de una simple competencia, fue clave en la evolución de la vida compleja. Margulis desafió la idea tradicional de la evolución basada solo en la selección natural darwiniana, resaltando la importancia de la colaboración y la simbiosis en la evolución biológica.
El concepto de autopoiesis, de Maturana y Varela
«auto» (αὐτo-) → «propio», «por sí mismo» y «poiesis» (ποίησις) → «creación». Se refiere a la capacidad de los seres vivos de autocrearse y autorregularse, manteniendo su organización interna a pesar de los cambios del entorno.
Según esta teoría, un sistema vivo no es solo un conjunto de componentes, sino una red que se produce a sí misma continuamente. Cada célula, por ejemplo, mantiene su identidad fabricando sus propios elementos y estableciendo sus propios límites.
Encontramos ejemplos de autopoiesis en el hígado humano – sus células se regeneran constantemente, produciendo nuevas células hepáticas y manteniendo la funcionalidad del órgano sin perder su estructura. También en las células de la piel – se renuevan cada 28 días, reemplazando células muertas con nuevas sin que un agente externo lo dicte. Igualmente, en el sistema inmunológico – cuando funciona “bien”, se regenera y adapta produciendo constantemente nuevas células inmunitarias para reconocer y responder a amenazas sin perder su estructura
La simpoiesis como una respuesta ética
Sim-poiesis. Syn – σύν: en conjunto. Poiesis – ποίησις: creación, producción.
Anna Tsing, antropóloga, reivindica la noción simpoiesis de Haraway, expuesta en Seguir con el problema. Tsing lo hace a partir de un hecho biológico, no solamente político o revolucionario: Y es que retoma lo que la genetista Lynn Margulis catalogó como teoría endosimbiótica serial.
La evolución tuvo parte en procesos de hibridación entre distintos microorganismos que se fusionaron, entrecruzando sus funciones, para poder coexistir desde el beneficio mutuo. La base de la evolución de esta teoría ha sido corroborada desde la genética, llegando a ser aceptada como un hecho en la biología evolutiva. Es decir, no es una interpretación humanizada o moralizada de una serie de hitos endosimbióticos que dieron origen a las formas de vida que conocemos. No es una opinión subjetiva. Está basada en estudios científicos.
No somos (sólo) seres autopoiéticos. Somos holobiontes. Entidades que evolucionaron desde distintas formas de vida, que conviven en un cuerpo.
Haraway relaciona profundamente la simpoiesis con el compostaje. Porque el compostaje es posibilidad de encuentro, simbiosis, mutualismo. Hacernos uno entre todxs, en un proceso de vida, muerte, transformación y regeneración. Todas partes naturales de un ciclo biológico, y del cual tendemos a priorizar unas sobre otras, allí donde vivimos en una biopolítica que nos hace creer que somos útiles sólo cuando producimos, huyendo así de la enfermedad, la vejez, la agonía, como partes totalmente naturales de la existencia biológica. Pero no en el compost. En él, todas esas fases de un ciclo vital convergen simultáneamente, conectándose rizomáticamente con el fin de preservarse. El dejar que las cosas se pudran, o devengan, permite que surjan multiplicidad de cosas, que también van a tender a devenir, y así… en un ciclo sin comienzo ni final, que es fuente de vida y de muerte.
Esta metáfora tiene que ver con las potencias del mañana. Con las ruinas del futuro que son resultado de las ruinas del presente. Es una crítica necesaria y urgente al Antropoceno y al Capitaloceno como ciclos geológicos y como conceptos filosóficos que plantean el problema ético y de sobrevivencia ante una crisis generada por nosotrxs mismxs (o, más bien, por unxs más que por otrxs). Los niños del compost de Haraway serían, dentro de la metáfora, formas de humanidad que se crean más allá de lo biológico, sino que desde vínculos de parentesco, cercanía, apoyo y simbiosis colaborativa. Holobiontes que hibridaron, desde la permeabilidad, hacia otras formas. Niños y niñas que se compostaron, en medio de un desastre ecológico, pues no conciben otra forma de que toda vida sobreviva más que mediante una interconexión radical entre fuerzas humanas y fuerzas no humanas.
¿Qué es el micelio?
El micelio es la red subterránea de los hongos, un sistema de filamentos (hifas) que conecta organismos y permite el intercambio de nutrientes e información en los ecosistemas. Se le ha comparado con el «internet de la naturaleza» por su capacidad de conectar árboles, plantas y microorganismos, a través de las micorrizas, y funcionando como una red de comunicación y distribución.
Dato bibliográfico: Stefano Mancuso, en su texto La Planta del mundo, desarrolla distintos capítulos con visiones tradicionales de plantas, versus cómo conviven y crecen realmente. En su capítulo, “La planta del subsuelo”, cuenta cómo los árboles y plantas de un bosque están conectados bajo tierra, pudiendo transportar nutrientes, ayudando incluso a los tocones, y generando dinámicas de subsistencia colaborativa a través de lo que en biología se denomina como sistema radical. En él, los árboles crean conexiones subterráneas de comunicación.
Ser conscientes de que, dentro de otros reinos de la naturaleza se dan estas prácticas de manera orgánica, sin requerir de un marco moral o normativo, nos lleva un paso más lejos del antropocentrismo. Porque no somos la única especie que lucha por sobrevivir, y nuestras maneras de relacionarnos, bajo el mundo como técnica capitalista, evidentemente no da abasto.
Tenemos asimilada la idea de que la competencia y la lucha por la supervivencia son el motor de la evolución. Durante más de un siglo, desde que se publicara la revolucionaria obra de Charles Darwin, el principio básico de nuestra concepción de las comunidades de seres vivos ha sido que la evolución se basaba en la competencia, en la lucha por la supervivencia, en la victoria del más fuerte, aun a pesar de que desde el principio hubo voces cualificadas que se opusieron a quienes, declarándose herederos y custodios del pensamiento darwiniano, lograron imponer la idea de la competencia como fuerza dominante y reguladora de las relaciones entre los organismos vivos. Pienso en el inolvidable príncipe Kropotkin, que defendió la colaboración – o como él decía, más poéticamente, el “apoyo mutuo” – como piedra angular que sostiene toda la historia de la evolución.
La mención a Kropotkin es remarcable, precisamente porque en 1902 escribió el texto El apoyo mutuo. Recientemente, en una conversación, alguien me dijo “bueno, Kropotkin era anarquista, puede ser que haya sido subjetivo a la hora de observar a la naturaleza por su ideología”. Pero creemos que es al revés. Que fue precisamente su observación de la naturaleza y sus dinámicas biológicas, que lo llevaron a la ideología ultraizquierdista.
Ética micelar
La ética micelar es pensada como modo de habitar a partir de la apuesta revolucionaria de pensar cómo podrían operar las relaciones humanas desde los principios del micelio: es decir, desde la interconectividad, la descentralización, la simbiosis y la regeneración.
En lugar de una ética basada en normas rígidas o en la autonomía individual, la ética micelar propone una visión colectiva, flexible y ecológica de nuestras acciones y responsabilidades.
Los principios que se proponen, desde esta observación, incluyen:
Interconexión y mutualismo: Así como el micelio conecta distintos organismos y permite el intercambio de recursos, incluso sin hacer márgenes de discriminación entre especies a través de los vínculos micorrizales, invitando a pensar una ética micelar que reconoce que nuestras acciones no ocurren en aislamiento. Todo lo que hacemos tiene efectos en una red más amplia, que incluye no solo a otros humanos, sino también a otras formas de vida.
Descentralización y horizontalidad: El micelio no tiene un centro ni una jerarquía fija. Sus redes crecen en múltiples direcciones según las necesidades del ecosistema. Rechaza los sistemas de autoridad rígidos y propone formas de organización colaborativas y la distribución del poder. Incluso, podríamos pensarlo más allá, al punto en el que distribuye el poder en espacios tan ampliados y fragmentarios, que es una distribución del poder hacia su disolución.
Cuidado de lo invisible: El micelio es fundamental para la vida en la Tierra, pero es casi imperceptible. Del mismo modo, una ética micelar nos invita a prestar atención a las estructuras invisibles que sostienen la vida: a nivel biológico, a través de la endosimbiosis, y de distintas interacciones entre reinos fungi, mónera o protista. A nivel material, en el trabajo de cuidados, los ecosistemas, los vínculos comunitarios que se despliegan desde lo doméstico y que, si bien están constantemente asociados a la dimensión de lo privado, son elementales no solo para la reproducción del capitalismo, sino de la vida misma.
Regeneración y sostenibilidad: El micelio no solo conecta, sino que descompone materia orgánica y la transforma en nueva vida. Esto sugiere una ética del cuidado y la reparación, donde en lugar de explotar y descartar, buscamos regenerar y nutrir lo que nos rodea. Se mencionó antes, de manera breve, que la (cosmo)técnica capitalista es del desecho y la rapidez, y en una ética micelar se trastocan estas formas. El desecho no es tal, sino que requiere transformación y compostaje, así como de los ritmos propios necesarios para cada uno de estos procesos.
Fluidez y adaptabilidad: A diferencia de las estructuras rígidas, el micelio se adapta a los cambios del entorno, encontrando nuevas rutas cuando un camino se bloquea. Una ética micelar nos enseñaría a ser más flexibles en nuestra forma de relacionarnos, de organizarnos y de responder a los problemas éticos. Nos permitiría comprender una nueva forma de identidad que escapa de lo estático, y que arranca de los agenciamientos que permiten la homogenización. Nos abre a una permeabilidad elemental para consagrar un habitar más fuerte, más resistente, y con mayor capacidad de interconexión y transformación.
La teoría/Hipótesis de Gaia (James Lovelock y Lynn Margulis)
Gaia, dentro de la mitología griega, es la titánide madre de la tierra. Algo así como una gigante guardiana de este planeta, con sus diversas formas de vida y -sferas. Ahora bien, dentro de la Hipótesis de Gaia, la Tierra funciona como un sistema complejo y autorregulado, donde los seres vivos y su entorno inorgánico interactúan para mantener las condiciones necesarias para la vida.
Su concepto central es que afirma que la Tierra, incluyendo todos los seres vivos, océanos, atmósfera y suelo, funciona como un superorganismo que regula su propia composición para asegurar su supervivencia.
Su principio articulador es la autorregulación. La hipótesis sugiere que la Tierra tiene mecanismos de autorregulación que mantienen la temperatura, la composición atmosférica y otros factores ambientales en rangos óptimos para la vida.
Otro de sus principios es la interdependencia. Y es que enfatiza la interdependencia entre los seres vivos y su entorno a través de la simbiosis, donde cada organismo y factor ambiental juega un papel crucial en el funcionamiento del sistema planetario.
Al comienzo de la parte 2 de este ensayo, lanzamos la pregunta de ¿cómo podría estar TODO interconectado?
De todas las formas posibles. El problema es que el antropocentrismo, combinado con la técnica capitalista, nos han desprendido de nuestro lugar balanceado en un ecosistema que hemos convertido en un recurso con fecha de expiración.
La ética micelar, entonces, es un intento teórico-práctico desesperado, desde los afectos revolucionarios, por desplegar instancias de bio-remediación, que signifiquen a su vez un re-aprender a convivir en un planeta que nunca ha sido solo nuestro.
Conclusión
Este trabajo de divulgación no concluye, porque está completamente inacabado. Este es solo el primero de muchos escritos que surgirán al respecto, y que estará en constante mutación, permitiendo el aporte multidisciplinario desde distintas áreas que se encuentran, simultáneamente, cuestionando cuál es el lugar que la humanidad está usando, versus, el que debiera usar.
Hablamos mucho del colapso. Y tenemos claro que estamos en una época en donde todo pareciera estar al borde del precipicio, cada día un milímetro más cerca. Nos gustaría mencionar algo. Existe una herramienta simbólica llamada el Reloj del Juicio Final (o Reloj Nuclear). Fue creado por los científicos del Boletín de Científicos Atómicos en 1947. El reloj fue diseñado como una forma de medir simbólicamente cuán cerca estaba la humanidad de una catástrofe global, especialmente en el contexto de la Guerra Fría y las tensiones nucleares entre las superpotencias. Su hora inicial, a medianoche, representaría el «fin del mundo» o el riesgo máximo de guerra nuclear. El apocalipsis que Günther Anders presagiaba. El reloj se ajusta cada cierto tiempo por un grupo de científicos, quienes lo configuran dependiendo de la situación geopolítica y los peligros globales, como la proliferación nuclear, el cambio climático, o las amenazas cibernéticas. Su hora puede adelantarse o retrasarse en función de estos eventos.
Actualmente, el reloj marca 90 segundos para la medianoche, lo que indica una situación extremadamente peligrosa para la humanidad, como resultado de los riesgos nucleares, el cambio climático y otros conflictos globales. Esta es la hora más cercana a la medianoche desde que se creó el reloj. Cada día, pareciera que ese reloj se acerca más a su momento cúlmine, al existir una Guerra nuclear latente, así como distintos conflictos y tensiones a lo largo del globo – con genocidios como en Gaza, en este preciso instante.
Si, hablamos mucho del colapso. Pero también tenemos que pensar en cómo desviarnos de él. No evitarlo, sino enfrentarlo. Y esta investigación es un intento por, como decimos en Chile, “dar cara”, dejando de mirarnos, y mirando hacia abajo, precisamente a esas redes subterráneas que han sabido resistir durante siglos, y que probablemente sigan existiendo siglos más, aunque el reloj llegue a dar la medianoche. Necesitamos estar nosotros allí también. Compostadxs, hibridadxs, para un postcapitalismo que nos permita existir sin los imaginarios darwiniano de la guerra de todos contra todos. Que la guerra sea contra el capitalismo. El resto, ya veremos.